Credibilidad oficial
En toda la relación que llevan los gobiernos con sus gobernados, la credibilidad del mensaje oficial es fundamental en la generación de la confianza y el respeto que los gobernados prestarán a sus gobiernos. De igual manera ocurre en casi todos los aspectos de la vida, la credibilidad guarda un lugar fundamental en la construcción de la confianza necesaria que las partes necesitan inevitablemente para poder mantener una relación armoniosa y provechosa.
En las relaciones internacionales, el tema es todavía más delicado; toma años para agencias multilaterales ganarse la confianza en el mundo internacional, ante cualquier declaración tanto cualitativa como cuantitativa que se realice. Las agencias de noticias internacionales cuidan ese tema como uno de sus activos más preciados y de igual modo lo hacen algunas agencias gubernamentales.
Casi todas las instituciones públicas y privadas, locales o internacionales, nacionales o transnacionales, para las cuales la credibilidad, ante sus mercados, electores, clientes o público en general, es una cualidad fundamental y un atributo indispensable, ejercen un especial cuidado en la transparencia de las informaciones que presentan ante sus respectivos auditorios. Las grandes empresas e instituciones públicas y privadas se someten a procedimientos de auditoría y escrutinio público, algunas veces más allá de lo necesario, en aras de una transparencia en la rendición de cuentas, en el logro de confianza y credibilidad en lo que se dice o se escribe.
El Gobierno venezolano, sus distintos ministerios, institutos y empresas del Estado, así como sus representantes, han sido particularmente renuentes a esos conceptos. La obtención de información sobre casi cualquier tema de la vida nacional es un calvario; la poca que se obtiene es, además de imprecisa, desactualizada. El Gobierno ha logrado generar una matriz de incredibilidad sobre casi cualquier cosa que dice. Basta leer la prensa nacional, oír la radio o ver la televisión para que cuanto comentarista y analista se presente haga un ejercicio sobre la veracidad de las cifras oficiales.
Si el tema es homicidios, producción de arroz, azúcar, petróleo, lo que sea, no importa el anuncio que haga el sector oficial, la duda persiste y el Gobierno no presenta interés alguno en aclararlo. El poderoso aparato comunicacional del Estado venezolano, aunado al carisma presidencial y a la sordera selectiva, se encargan de darle la razón al Gobierno por la vía de la descalificación de aquellos que difieren de las cifras oficiales, mas no por la comprobación de los hechos por medios propios o recurriendo a terceros de probada credibilidad.
Ese método de ¬la descalificación¬, que el Gobierno aplica localmente, no es posible aplicarlo en el mundo internacional. Pues bien, las agencias internacionales señalan que entre los países que producen más de 2 millones barriles diarios de petróleo, el país que más ha incumplió con las cuotas de producción de la Opep el pasado mes de febrero fue Venezuela. De igual manera, las informaciones preliminares del mes de marzo señalan que esa situación se repetirá. Qué seriedad se le pueda asignar al pedimento del ministro de petróleo venezolano en una solicitud de reducción de producción para la próxima reunión de mayo de la Opep, cuando al mismo tiempo alega el cumplimiento de la cuota por parte de Venezuela. Qué pensarán los sauditas, quienes cumplieron con 100% de lo comprometido frente a 42% de Venezuela.
