Opinión Nacional

Cunde la alarma

La preocupación internacional por la situación que vivimos en Venezuela va in crescendo. Las manifestaciones de inquietud ante el empeño de un gobierno encabezado por un presidente ilegítimo, que se instauró valiéndose de la trampa fraguada y ejecutada por el «supremo» organismo electoral, son cada vez más numerosas.

Para apuntalarse en el poder el ilegítimo y sus lacayos no vacilan en maquinar y emplear cualquier recurso.

Comenzaron atribuyendo a la oposición las muertes ocurridas cuando el régimen lanzó sus grupos de choque contra los manifestantes que en forma pacífica denunciaban el fraude en la elección presidencial y exigían el reconteo de las boletas electorales. Eso no sorprende. Siempre el chavismo atribuye a la oposición los desmanes, abusos y tropelías que comete.

Luego vinieron los descarados atropellos contra el derecho inherente de los diputados opositores a expresarse libremente en el Parlamento y la insólita amenaza de privarlos de su dieta como parlamentarios. A esto siguió la golpiza contra los parlamentarios de la unidad democrática deliberadamente planificada y ejecutada por diputados del partido oficial. Nuevamente el chavismo recurre a su consabido intento de atribuir a la oposición la responsabilidad de lo ocurrido e intentó impedir que la grotesca escena de lo ocurrido quedara registrada. Por suerte fue grabada en videos que muestran la verdad y que han sido vistos en todo el planeta.

Luego ha venido la persecución, amenazas y destitución de empleados públicos que no votaron por la candidatura del ilegítimo. Cabe preguntar, ¿si, según afirma la presidenta del CNE, el sistema electoral está «blindado», cómo puede el régimen saber quién votó por quien el 14 de abril? ¿Existe un medio para conocer el voto de cada quien y ese mecanismo está en manos del gobierno? Esto echa por tierra al «sistema electoral más perfecto del mundo» que se nos ha querido vender y que ingenuamente hemos comprado. Esto debe ser denunciado en todos los niveles.

Adicionalmente, el régimen no cesa de proferir improperios y acusaciones contra la disidencia incitando el odio contra sus dirigentes más destacados para desprestigiarlos y lanzarlos al desprecio del público ingenuo. Pretenden deteriorar la imagen del nuevo líder de la oposición para inhabilitarlo de su cargo como gobernador el estado Miranda. Le montan un gobierno paralelo para obstaculizar y entorpecer su gestión, desviando hacia ese engendro de gobierno paralelo los recursos que le corresponden a la administración legítima del estado. A todo esto se suma el recorrido que el ilegítimo hizo por el territorio del estado Miranda falseando la verdad, tratando de convencer a su población de que el gobernador Capriles no ha hecho nada por el estado, cuando la realidad muestra una gestión exitosa y de gran beneficio para sus habitantes.

La campaña de desprestigio no se limita a Henrique Capriles. Abarca a todos los dirigentes de la oposición que pudieran sustituirlo en caso de necesidad: Antonio Ledezma, Leopoldo López, María Corina Machado, Henri Falcón, entre otros, son igualmente blancos de la andanada de infundadas incriminaciones para tratar de sacarlos de la escena política y dejar el campo libre al ilegítimo.

La criminalización de la protesta y de los participantes en ellas es parte del mismo esquema.

Todo esto no es sino una muestra de la debilidad y la inseguridad del ilegítimo. El piso sobre el que se apoya es de arenas movedizas que poco a poco se lo están tragando.

Creo que todos los venezolanos, con la triste excepción de los chavistas fanáticos, se han dado cuenta de esa impúdica estrategia. Seguramente dentro del PSUV hay mucha gente que no la comparte, pero callan para no perder los privilegios y beneficios de su membresía en ese partido cada vez más desacreditado.

En el ámbito internacional el conocimiento y la preocupación por lo que sucede aquí es también cada vez mayor. En Estados Unidos, los portavoces del Departamento de Estado y el propio Secretario de Estado han manifestado su inquietud. El Vicepresidente de Estados Unidos y el mismo Presidente Obama han hecho llamados a la tolerancia y el diálogo en Venezuela. Estas expresiones, como era de esperarse, desencadenaron las iras del alto chavismo. Ahora parece haber cambiado la táctica cuando el ilegítimo dice que lo dicho por las autoridades norteamericanas son «condecoraciones» que le otorgan y se siente honrado en recibirlas.

España, Francia, la Unión Europea, la OEA, parlamentarios de países hermanos de la región, numerosas ONG son defensoras de los derechos humanos, también han manifestado inquietud por la evolución de los acontecimientos aquí.

Los principales periódicos del mundo siguen la delicada situación venezolana. La prestigiosa revista The Ecnomist, leída en el mundo entero, trae un artículo con el subtítulo: «Mientras las crisis política y económica se profundizan, el ejército espera a un lado».

Y nuestros «hermanos» vecinos de la región permanecen indiferentes.

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