Opinión Nacional

De magos y encantos inconclusos

Esos señores que saben tanto de los osteoglósidos como yo del cultivo del calabacín, pero que pueden desaparecer un avión, la Estatua de la Libertad, o un elefante del tamaño de un elefante; hacen una falta enorme en este país.

Digo, magos tipo (%=Link(«http://www.davidcopperfield.com/»,»David Copperfield»)%) o Harry Houdini. Señores hechos para que se luzcan en el momento estelar del espectáculo, para que todos los ojos del público sigan con atención sus movimientos a ver si descubren el truco, a ver si la realidad vence el encanto de la magia, o, por el contrario, para comprobar que en verdad se requiere de una pequeña cantidad de polvos mágicos para robarle un bostezo a la vida. La tarea de ellos es hacernos saber que, en el breve instante que hipnotizan nuestros sentidos, les pertenecemos y que nada les impedirá “cortarnos en dos”.

De manera que, nos entregaríamos con cierta garantía a la prueba de retar la Ley de la Gravedad por unos segundos y levitar como cualquier hijo de vecino. Suponiendo, verdad necesaria, que los vecinos de ese hijo sean expertos voladores de sí mismos.

El auxilio con el que acudimos a estos gestores del “escapismo de la realidad” está sujeto al hastío que nos produce la rutina retórica (valga la desaforada sintaxis) y el desempeño de buena parte de los actores políticos y del liderazgo social que padece nuestra Venezuela del momento. Pareciera que es como mucho sostener una idea, defender una tesis, concebir una estrategia que ponga fin a la pesadilla actual.

Uno supone que es por aquello que plantean renombrados especialistas de la comunicación: la sobre exposición mediática. Esta, pudiéramos llamarla, patología de la con-ciencia, expresada en sus vertientes más recurrentes. La de emisores y la de receptores. Las imágenes para graficar estos dos momentos tienen a su mano excelentes ejemplos. La primera, un Cantinflas haciendo de embajador o diputado. La segunda, el de un vago como Homero Simpson tecleando el control remoto del televisor tras la búsqueda de contenidos que ni lo entretienen ni los entiende.

El lider político y social “cocinado” así no elabora pensamiento, y se somete más al chisme, a lo que mal interpreta o mal digiere de lo que escuchó decir a través de la radio, leyó en la columna del opinador, o vio en el programa de la mañana. ¿Verdad que debe pesarle el excremento que lleva en la cabeza? Diría Mingo.

Pero quizá esta “interpretación de los hechos” peque por académica. Resultaría más sencillo decir que la atmosfera contiene un elevado indice del letal gas “oportunismo”, caso PPT, después que la lumpia surtió su afecto y cuando todavía no se le había borrado el morado en las nalgas de Alfredo Laya, producto del pataón que le dio Hugo Rafael; o el que traspira Salas Romer, luego del fracaso del paro de diciembre.

Ahora, uno observa más coherencia en estos últimos ejemplos. Uno sabe que es gente que juega con cartas marcadas, y les reconoce cierta habilidad. Trizteza da ver a otros actores dando traspies. Conviene, entonces, un alto. Conviene entender que nadie puede abrogarse un liderazgo y no estar a la altura del momento.

Lo sabemos, Venezuela no necesita magos. Requiere de hombres y mujeres dotados de una honestidad intelectual a toda prueba, que sepan interpretar el sentir de los venezolanos; gente que no nos bote la carga. Si no puede ser así, David Copperfield podrá hacer poco ya que CADIVI negaría los dolares para traerlo a Venezuela. Aunque, puede suceder que sobren los dólares para los magos; por aquello del circo. En este caso, sin pan.

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