Opinión Nacional

De Stalin y Fidel a Chávez

La ciudad de Stalingrado, antigua Tsaritsyn y actual Volvogrado se alza a la orilla del río Volga, se constituyo en el emblema del expansionismo soviético de posguerra y en la representación más genuina del poder omnímodo ejercido por estalinismo y su protagonista Jossif Vissariónovich Dzhugashvili apodado Stalin («hombre de acero»).

Para Stalin lo esencial era la ambición de poder, pues una vez que eliminó a quienes podían hacerle sombra instauró una sangrienta dictadura personal, apropiándose de las ideas políticas que habían sostenido sus rivales. Gobernó tiránicamente desde los años treinta hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido jamás; eliminó de su proyecto marxista-leninista todo rastro de ideas democráticas o emancipadoras: anuló todas las libertades, negó el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen policial. Dispuesto a eliminar no sólo a los discrepantes o sospechosos, sino a todo aquel que pudiera poseer algún prestigio o influencia propia, lanzó sucesivas purgas contra sus compañeros comunistas, que diezmaron el partido, eliminando a la plana mayor de su Revolución. La represión impedía que se expresara el malestar de la población, apenas compensada con la mejora de los servicios estatales de transporte, sanidad y educación.

Esta figura, sin duda, una de las más sanguinarias de la historia, extendió como nadie la ideología comunista y la influencia de la Rusia soviética, pero fue además un durísimo perseguidor de sus correligionarios comunistas, no admitiendo discrepancias ni disidencias. Pero, inexplicablemente, fue el ídolo de escritores y políticos occidentales no sometidos a sus amenazas.

El gobierno soviético afrontó los problemas de la posguerra bajo el prisma de una política expansionista destinada a aumentar los territorios controlados por gobiernos comunistas leales a la URSS, a fortalecer su seguridad en previsión de futuras agresiones y a utilizar el movimiento comunista internacional como instrumento para incorporar a otros países a la órbita soviética. Se apalanco en procesos económicos, como la de un Banco de Colaboración Económica. Los oleoductos y gasoductos que transportaban el petróleo y gas respectivamente desde la región de los montes Urales y del río Volga hasta Polonia, Checoslovaquia, Hungría y la República Democrática de Alemania reforzaron la dependencia económica de estos países con respecto a la URSS.

La confrontación stalinista con los Estados Unidos creo una situación bipolar de dominio de mercados e intereses políticos cuyo principal enclave se instalo en la Cuba comunista de Fidel Castro quien calco los métodos políticos de Stalin para mantenerse en el poder y se convirtió en la pieza mas importante del ajedrez soviético para enfrentar al liberalismo democrático en comparsa con toda la internacional comunista teledirigida desde Moscú.

La caída de la Unión Soviética y de los regímenes estalinistas de Europa Oriental transformó el panorama mundial. Puso dramático fin al período de la Guerra Fría y suscitó gran regodeo sobre el “fin de la historia” y el triunfo del capitalismo dentro de un “Nuevo Orden Mundial”. Legitimó el concepto neoliberal de libre mercado, el que, por consiguiente, fue práctica en todos los antiguos estados estalinistas.

El colapso también desorientó a toda la extrema izquierda internacional, organizaciones y activistas que se consideraban de la clase trabajadora revolucionaria. Muchos izquierdistas estaban casados con teorías y creencias que consideraban a la Unión Soviética como un estado socialista o un estado obrero; por esto, a su manera de ver, la caída de la Unión Soviética representó una derrota de gran importancia también para el marxismo. Otros, que reconocieron a los regímenes estalinistas como contrarrevolucionarios, también se desmoralizaron porque por varios años después la audiencia para las ideas socialistas entre la clase trabajadora se redujo significativamente como consecuencia del impacto del colapso estalinista.

Hoy día, contradicciones que traen a la memoria aquéllas que causaron la caída del estalinismo, están socavando la estabilidad del capitalismo como entidad. Además, las falsas soluciones propuestas por la extrema izquierda frente a la crisis del estalinismo están nuevamente siendo presentadas como respuesta a la creciente crisis de los países que aun viven con esquemas de pobreza del siglo diecinueve con el agravante del excesivo individualismo spenciariano de los que manejan los grandes capitales y sus socios de ocasión.

Es imposible entender al mundo actual sin entender el papel que desempeñó el estalinismo. Los gobiernos seudo socialistas con tendencia stalinista que han permanecido y los que se han instaurado en el poder por vías democráticas practican los métodos del “hombre de acero” para mantenerse en el poder. Un socialismo que en realidad tiene aspectos de explotación de los pueblos por una clase dominante formados que deja como legado dos males: la resurrección del capitalismo individualista de su agonía en la década de 1930 y la destrucción de la posibilidad de una sociedad que viva en bienestar y libertad.

Fidel Castro tuvo su momento estelar cuando paso de ser pieza del ajedrez soviético a jefe de la internacional comunista con los restos del financiamiento que le había proporcionado el estalinismo; pero cuando ya no tuvo como sufragar los gastos que se originaban para mantener a los grupos comunistas y anti norteamericanos tan en Asia como Europa América su popularidad fue decayendo y su influencia también.

De pronto aparece en la escena Hugo Chávez como producto de la protesta ante el comportamiento del capitalismo de estado que manejo el puntofijismo en Venezuela y ante la indiferencia de una clase media harta de beneficios que creyó que su origen era solo por su meritos personales y no por que había existido un estado que proporciono una calidad de vida mas que aceptable. Muchos de los capitales venezolanos y foráneo vieron en el nuevo presidente la manera de seguir compartiendo con el Estado la riqueza sin darse cuenta que se estaban entregando a un “hombre de acero” cuya esquema de poder repite los métodos negadores de los derechos a la vida saludable, de la libertad individual, a la propiedad privada, de los procesos democráticos. Que practica el populismo mas ortodoxo, que financia nacional e internacionalmente a toda aquel que expresa una posición anti norteamericana para ganarse aliados y salva la deuda externa de sus socios ideológicos con la aspiración de erigirse en jefe máximo del polo opuesto a los Estados Unidos.

Hugo Chávez es Presidente de Venezuela y Vicepresidente de Cuba, como lo expresará el Canciller Cubano y en vías de convertirse en el eje motor del comunismo internacional. Es también el heredero de los casi cincuenta años de dictadura fidelista así como de las pretensiones hegemónicas de Jossif Vissariónovich Dzhugashvili apodado Stalin el hombre de acero.

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