Opinión Nacional

De terror

No me importa que resulte el más común de los lugares ni la más trillada
de las observaciones pero los venezolanos vivimos tiempos que, si no fuera
por miedo a confusiones, podríamos llamar de terror. No voy a insistir en esa
manifestación cotidiana de violencia y mortandad que padecemos porque
es algo que todos los medios no oficialistas reseñan a diario y todas
las familias venezolanas, especialmente las más pobres, sufren con la misma
implacable puntualidad. A quien no le han matado dos o tres familiares, ha perdido
cuando menos uno a manos del hampa, pandillas, policías, guardias nacionales,
vecinos borrachos o desconocidos que disparan por gusto sin causa ni razón.

Quienes han tenido la inmensa suerte de no haber pasado por la Morgue de Bello
Monte a reconocer a un familiar ya cadáver, han visto caer abatidos a vecinos,
transeúntes o a pasajeros del autobús en que viajaban.

Dicho esto vayamos al grano que en este caso no es otra cosa que la captura de un
terrorista de apellido Chávez, realizada por la muy eficiente policía política del
régimen. La misma que antes se llamaba Dirección de Servicios de Inteligencia Policial, DISIP,
y ahora se denomina SEBIN es decir Servicio Bolivariano (no faltaba más) de Inteligencia
(es lo que más falta).

En nuestro país son importantes los segundos apellidos que los militares usan
indefectiblemente; una herencia de los tiempos en que ser hijo natural o
extramatrimonial era un lastre para cualquier venezolano y mucho más si
quería hacer carrera militar.

Gracias a ese detalle podemos distinguir cuando los medios se refieren al terrorista
Chávez, entre uno que fue apresado en Venezuela y deportado a Cuba y otro
que después de estar preso en Venezuela también fue a Cuba pero a jurar
fidelidad eterna -perdonen la redundancia- a Fidel. Lo que me ha sido
imposible tener claro, a pesar de un apreciable esfuerzo, es qué hizo el otro
Chávez cuyo segundo apellido es Abarca y no Frías, para ser calificado como
terrorista. La duda me ha obligado a acudir a esa muleta imprescindible
que es Wikipedia, veamos: “terrorismo es el uso sistemático del terror, para coaccionar a sociedades o gobiernos, utilizado por una amplia gama de
organizaciones políticas en la promoción de sus objetivos, tanto por partidos
políticos nacionalistas y no nacionalistas, de derecha como de izquierda, así como
también por grupos religiosos, racistas, colonialistas, independentistas,
revolucionarios, conservadores, ecologistas y, (aquí viene lo más interesante)
gobiernos en el poder….”.

Es decir que un gobierno en el poder como el del Chávez de aquí, puede
perfectamente ser considerado estado terrorista: …. “cuando hace un uso sistemático
de amenazas y represalias ilegales dentro de su propia legislación, con el fin de
imponer obediencia y una colaboración activa a la población. Las formas más
desarrolladas de terrorismo de Estado, para las que el término fue inventado,
han sido los sistemas empleados en el siglo XX bajo el fascismo y el
comunismo y los regímenes militares o militarizados. Esos regímenes
totalitarios se caracterizaron por un monopolio de los medios de
comunicación y la imposición de una ideología monolítica….”.

El terrorismo de Estado también se caracteriza por el uso de delincuentes
comunes para infundir terror en la población civil. Lo hizo Hitler con los Camisas
Pardas o SA entre 1930 y 1934 cuando el mismo ordenó liquidarlos. Lo hacen
Fidel Castro, Daniel Ortega y otros gobernantes malandros y, dada la impunidad
de que goza la delincuencia común en Venezuela, muchos han optado por c
reer que lo mismo hace el Chávez de aquí.

¿Quién o quiénes determinan la condición de terrorista de una persona, grupo
u organización? Existe una lista que elabora el Departamento de Estado de USA
y otra la Unión Europea. En ambas están las FARC y Hamás, dos grupos que gozan
de la estima, admiración y según se dice, cooperación del Chávez de aquí y no del
terrorista que mandaron para allá. Un tal Carlos Ilich Ramírez, condenado a prisión
perpetua en Francia por terrorista, es el mismo a quien Chávez le escribió una
carta el 3 de marzo de 1999, cuando apenas calentaba la silla presidencial, q
ue comenzaba así: “Nadando en las profundidades de su carta solidaria pude
auscultar un poco los pensamientos y los sentimientos, es que todo tiene su
tiempo: de amontonar las piedras, o de lanzarlas… de dar calor a la
revolución o de ignorarla; de avanzar dialécticamente uniendo lo que deba unirse
entre las clases en pugna o propiciando el enfrentamiento entre las mismas,
según la tesis de Iván Ilich Ulianov. Tiempo de poder luchar por ideales y
tiempo de no poder sino valorar la propia lucha… Tiempo de oportunidad, del
fino olfato y del instinto al acecho para alcanzar el momento psicológico propicio
en que Ariadna, investida de leyes, teja el hilo que permita salir del
laberinto…Con profunda fe en la causa y en la misión, !por ahora y para siempre!
Como verán amigos lectores no es nada fácil dilucidar que hace del Chávez que
es de segundo apellido Abarca, un peligroso terrorista además de vulgar
ladrón de vehículos y ratero, y como es que el Chávez de segundo apellido
Frías se da el lujo de llamar terroristas a otros. Esas son cosas que se aprenden en las lecciones de estalinismo avanzado del camarada Fidel Castro: atribuir siempre
tus delitos al enemigo y hacer creer que eres lo que no eres y que los demás
son lo que tú quieres que sean.

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