Opinión Nacional

Dedocracia

1. La dedocracia usurpa el poder soberano del pueblo y burla la voluntad popular
expresada en las urnas electorales. La dedocracia nombra autoridades únicas. La
dedocracia atenta contra la descentralización y roba competencias a
gobernaciones y municipios. La dedocracia designa jueces y diputados. La
dedocracia controla al órgano electoral, a los tribunales, a la defensoría del
pueblo. La dedocracia es cruel. La dedocracia destruye fábricas y empresas, la
dedocracia elimina puestos de trabajo y crea sindicatos paralelos, la
dedocracia arruina a las familias. La dedocracia intenta controlar a
estudiantes y a gremios. También quiere controlar lo que siembras, lo que comes
y lo que te pertenece. La dedocracia es corrupción. La dedocracia oculta cifra
de muertos, enfermos e inflación y pretende callar a los medios. La dedocracia
acaba con la justicia, la dedocracia protege a los malandros. La dedocracia
suelta al asesino y acosa al denunciante. La dedocracia estimula el crimen y el
narcotráfico. La dedocracia destruye el campo, la dedocracia acosa a
agricultores y ganaderos. La dedocracia invade y arruina tierras productivas,
la dedocracia ahuyenta a los trabajadores del campo y rompe la cadena
alimentaria. La dedocracia acaba con la comida de los más pobres. La dedocracia
es truculenta, pantallera y mediática. La dedocracia engaña y miente. La
dedocracia es rencorosa y vengativa. La dedocracia es soberbia y destructiva.

La dedocracia es desalmada y traicionera. La dedocracia es egocéntrica. A la
dedocracia solo le interesa el poder. La dedocracia viola la Constitución y la
decisión del pueblo. La dedocracia mata la libertad, la democracia.

2.Como muchos venezolanos me pregunto qué hacer ante la arremetida feroz de un
gobierno que se ha puesto definitivamente al margen de la ley, que actúa de
espaldas a la Constitución y que burla la voluntad popular expresada en las
urnas. ¿Dónde fue a parar nuestro voto del 2 de diciembre de 2007 que rechazó
el inconstitucional proyecto de reforma que pretendía sustraernos nuestra
condición de ciudadanos para convertirnos en esclavos de un Estado omnipotente?
¿Acaso nuestro voto no fue un respaldo a la Constitución (vigente?) y, en
consecuencia, un rechazo rotundo a la creación de milicias armadas
revolucionarias, a nuevos ordenamientos territoriales y al nombramiento de
autoridades únicas por encima de las electas por el voto popular? Como tantos
venezolanos he pasado por la desesperanza, la incertidumbre y el abatimiento
ante una situación política que se hace cada vez más opresiva y, como muchos,
siento el desamparo de una conducción política que no muestra signos elocuentes
de ponerse al frente de una propuesta alternativa que reconduzca a Venezuela
por el sendero de la democracia, de la libre iniciativa económica, de la
resolución real de los problemas de los más pobres, del respeto a la diversidad
política del país y la libertad de expresión. Sin embargo, cuando tomo aliento
y de nuevo asumo conciencia de que
más de cinco millones de venezolanos hemos recientemente acudido a las urnas
para rechazar de manera contundente la obsesión hegemónica del teniente coronel
Chávez de mantenerse indefinidamente en el poder para imponer su autocracia
militarista, recupero el ánimo, la confianza y la voluntad para defender la Constitución.

y la democracia que en ella se consagra. “Esta Constitución no perderá su
vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por
cualquier medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo
ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de
colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (artículo 333, CRBV).

Cinco millones de voluntades, concertadas y con propósitos comunes es una
fuerza social descomunal. Desunidos y cada quien por su lado nos hundimos en la
desesperanza y en la impotencia. Urge, en consecuencia, responder al reclamo de
unidad que está en la calle.

3. Días atrás vi el documental “La revolución cantada” que narra los sucesos
ocurridos entre 1987 y 1990 que conducen a la independencia de Estonia de la
dominación y el dedo soviético. El término lo acuño el activista Heinz Valk al
referirse a las manifestaciones espontáneas en el Campo de las canciones de
Tallin, donde desafiando a la represión soviética se entonaban canciones
patrióticas estonias, himnos y composiciones nacionalistas prohibidas por los
rusos. Durante cuatro años, noche tras noche, en comunión con sus cantos
populares tradicionales, un pueblo unido, niños, jóvenes, adultos, hombres y
mujeres dio muestras de perseverancia, decisión y voluntad de recuperar su
independencia y vivir como un país libre. En agosto de 1991 el pueblo unido de
Estonia proclamó su independencia.

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