Opinión Nacional

Del “buen salvaje” al “transgresor inocente”

Excelentísimo Señor Embajador
del Reino de España:

En días pasados leímos un artículo suyo (Venezuela ¿hacia una democracia avanzada?, 11-2-2006, El Nacional) abiertamente optimista acerca del proceso político venezolano.

Para usted, el “singular proceso” que vive Venezuela, por su novedad y complejidad, al igual que el de otros países latinoamericanos, no es bien percibido por los europeos. Esta “novedad sociológica” es llamada, según usted, peyorativamente populismo, pues lo que estamos presenciando en los últimos años es otra cosa diferente del que con ese nombre se conoció hasta ahora en nuestra región; esta última modalidad supuestamente se ajustaría a la legalidad constitucional y no utiliza la violencia.

Respecto de la retórica de Chávez, nos sorprende usted con un calificativo hasta ahora no oído de labios de un simpatizante del teniente coronel: “Trasgresor inocente” dice de él, pues “sólo la inocencia es rebelde”.

Estimado Embajador: Usted tiene todo el derecho sagrado de opinar sobre estos temas, pero díganos, con el corazón en la mano y con su inteligencia por delante ¿Cree ciertamente que la de Chávez es nada más que trasgresión retórica inocente?
¿No ha tenido usted la oportunidad de percatarse aquí, en nuestro país, que los principios democráticos y de todo Estado de Derecho que usted dice pueden ser integrados en ese fenómeno político de nuevo cuño con el que simpatiza, están siendo pisoteados de manera impune? ¿No es eso lo que estamos sufriendo a diario? ¿Qué me dice de la violación a los derechos humanos en los tribunales, en las cárceles y en la calle, el irrespeto a la propiedad, incluso la de españoles, que se hace al amparo y bajo estímulo de las autoridades gubernamentales?
¿Es acaso mentira que en Venezuela fue suprimida de hecho la independencia y la autonomía de los poderes públicos? ¿Que la administración de justicia está al servicio de los propósitos políticos de Miraflores? ¿Que la persecución selectiva de los opositores está a la orden del día? ¿Que los empresarios que cuestionan el régimen no tienen cabida en las contrataciones del Estado? ¿Que los profesionales de oposición que figuran en las listas de apartheid del gobierno no son contratados en los ministerios y las empresas del Estado?
¿Faltamos a la verdad cuando decimos que el que padecemos los venezolanos es un régimen militarista? ¿Es falso que los ministerios, empresas públicas, etc, están dirigidos por militares activos y retirados? ¿Que el latrocinio ahora está potenciado como nunca antes?
¿Es éste el novedoso populismo que le parece puede compaginarse con las libertades democráticas de las sociedades modernas? ¿Cree realmente que nos dirigimos, bajo las circunstancias señaladas, hacia una democracia avanzada?
Su artículo, perdónenos la ligereza, es todo un poema rousseauniano. Allí se muestra, una vez más, con meridiana claridad la visión que los europeos tienen, particularmente los de izquierda, como usted, de los fenómenos populistas y revolucionarios, supuestamente democráticos, que se producen de este lado del charco o en otras latitudes “tercermundistas.”
Creemos que usted no está muy lejos de los europeos que critica en eso de no comprendernos, al menos por lo que a Venezuela respecta. Sólo podemos reprocharle que estando aquí, a diferencia de aquellos, no haya aún comprendido la naturaleza autocrática, militarista, guerrerista y personalista del fenómeno Chávez y su deriva cada vez más antidemocrática. No le estamos pidiendo que diga estas cosas, ni tampoco que calle su parecer sobre estos temas: entendemos las exigencias de su papel diplomático. Sólo le demandamos que cuando incursione por los recovecos profundos de la vida política latinoamericana, sobre lo cual, repito, tiene el pleno derecho, vaya con pie de plomo. A muchos europeos, no digo que a usted, a veces las pasiones, las ensoñaciones, los prejuicios o la retórica del “Buen salvaje” les nublan el entendimiento y pueden descaminarse.

El “trasgresor inocente” no es el personaje idílico de las utopías que americanos y europeos hemos imaginado en un proceso de retroalimentación después de 5 siglos y pico. “Trasgresores inocentes” hemos tenido de sobra, y sus resultados han sido los más desastrosos para nuestros pueblos. El tirano Fidel Castro es uno.

Gracias a éstos hombres providenciales, nuestros problemas de pobreza y exclusión social siguen ser resueltos y agravados. Pretendemos reincidir una y otra vez en llevar a la práctica visiones anacrónicas y autoritarias, ahora escondidas detrás del manto de elecciones supuestamente democráticas. A propósito ¿Leyó lo que Giovanni Sartori declaró en días pasados acerca de que realización de elecciones no significa de ninguna manera democracia?
Es por eso que cuando pensamos en la categorización que hace de su amigo Chávez, no podemos menos que recordar al político y escritor venezolano de comienzos de siglo XX, César Zumeta, que acostumbraba escribir, lampedusiano, “Plus ça change, plus c’est la même chose”.

Reciba mis sentimientos de consideración y aprecio.

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