Opinión Nacional

Del dicho al hecho

Quien lee con atento rigor el vertiginoso relato de la revolución bolivarera no tiene por qué sorprenderse de los desesperados intentos del régimen chavista por querer, inútilmente, acallar las multiplicadas expresiones de disidencia, heterodoxia, irreverencia y desacato cívico que protagoniza la sociedad civil por doquier y a cualquier hora de todos los días del año. El pugnaz, agresivo e irascible discurso monolítico y homogenizador de la revolución en marcha se dejó de pamplinas retóricas y pasó a la acción, a la praxis transformadora: enardecidas turbamultas sedientas de sangre se ensañaron contra esa artillería del espíritu que representa EL NACIONAL como que si con el chantaje y la cabilla van a tapar el sol perenne y radiante de la verdad. Por los vientos que soplan, el lúgubre porvenir que se anuncia en Venezuela no tardará en dar al traste con el respeto cívico a la diversidad de las ideas; la libertad de expresión casi naufraga entre Sicila y Caribdis. Primero fue La Razón, después La Noticia y ahora EL NACIONAL, ¿el próximo?.

La tentación del abismo no era una inocente metáfora y la noche interminable no es una ingenua construcción poética al decir de mi amigo Roberto Hernández Montoya, respetable ensayista de dilatada trayectoria intelectual en el campo de la reflexión sobre el país como permanente y sistemática tensión hipercompleja. La anacrónica letra del viejo y desvencijado himno zamorano que reza: “el cielo encapotado anuncia tempestad…” se está comenzando a concretar en la cruda y dura realidad nacional. ¿Cómo se llama, entonces, el vil intento de incendiar la sede de la Asamblea Nacional en caso de que hubiere resultado ganadora la fórmula que adversaba al inefable William Lara?, ¿cómo se llama la agresión constante y sistemática a comunicadores sociales de intachable e inmaculado prestigio profesional tales como Ibéyise Pacheco, Patricia Poleo, Marianella Salazar?, ¿cómo se llama la grosera expulsión del Diputado Alberto Jordán Hernández del MVR?, ¿cómo se llama, por favor, el espantoso talibanismo fundamentalista intolerante y totalitario que ostenta, chillona y estridentemente el Presidente Chávez cada vez que se encadena a ese monólogo delirante que son sus cadenas interminables?. En fin, subestimar el disenso, atropellar la otredad, arremeter arteramente contra la alteridad cívica y las voces democráticas, revela clara y nítidamente la vocación militarista y gorila de una tradición cuartelaria que quedó sepultada con los obituarios históricos de Hugo Bánzer, Jorge Videla, Augusto Pinochet, Fidel Castro y demás orangutanes de la política latinoamericana. Indudablemente, no basta parecer democrático; menester es serlo y practicar el espíritu democrático, respetar sacramentalmente la quintaesencia del “espíritu de la leyes” (Montesquieu) y tal pareciera, a juzgar por las evidencias irrecusables que nos envía la terca e ingobernable realidad nacional, que ello es literalmente imposible en esta mal concebida y peor ejecutada revolución bolivariana. O sea.

*Historiador.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba