Opinión Nacional

Derecho a la defensa de la sociedad

El Derecho a una legítima defensa que tiene la sociedad es una reacción necesaria para evitar la agresión ilegítima o su destrucción como tal. Si este derecho es inherente y natural a cada individuo, obviamente al formar éstos la sociedad, ésta como ente vivo tiene en forma connatural ese mismo derecho a defenderse en contra de las agresiones o intentos que pueden existir con miras a destruirla, a disminuirla o simplemente por intentos de acabar con su autodeterminación.

Si el derecho a la defensa acompaña al hombre durante toda su vida, este derecho también acompaña a la sociedad durante toda su existencia, y ello no requiere reconocimiento o consagración en ninguna Constitución para su efectividad. Cuando se habla del derecho a la defensa, siempre se nos viene a la memoria la sentencia del juez inglés en la cual se relata el pasaje bíblico de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, oportunidad en la que Dios le concedió a Adán, antes de expulsarlo, la posibilidad de defenderse y explicar por qué había comido del fruto prohibido, y si éstos tenían ese derecho, pues la sociedad por ellos conformada también lo tenía, y si Dios les reconoció ese derecho, pues lógicamente también se lo reconoce a la sociedad.

La importancia de la legitima defensa de las sociedades es fundamental, porque representa la más alta prioridad psicológica de los individuos que la conforman, y como tal, ha jugado una parte importante en el derecho de gentes de todas las civilizaciones. Si el derecho a la vida es fundamental, el derecho a la existencia de la sociedad es prioritario, por lo que la defensa de la misma no constituye solo una opción, sino un deber de los individuos que la conforman. Ninguna sociedad puede permitir que sus individuos sean forzados a cometer crímenes, sean desviados en sus valores por la implantación de ideologías contrarias a sus principios. Toda sociedad tiene implícito un sistema jerarquizado de valores basados en su preservación como tal, y sobre todo en la obediencia y defensa de esos valores, que requiere muchas veces descartar reglas que ella misma se ha impuesto, con el fin de restablecer la contrariedad de éstos.

No se trata de imponer la ideología contenida en el libro “Del Rey y la institución real” del Padre Mariana, sino de establecer los mecanismos de presión necesarios para evitar que los valores que la sociedad tiene como tal, sean tergiversados de tal manera que los mismos queden desnaturalizados y cambien el fundamento mismo de esa sociedad, de forma tal que con el retruécano de esos valores, esa sociedad sería otra distinta a la que originalmente era cuando se impuso por la fuerza el cambio de los mismos.

Estos valores que la sociedad tiene el legitimo derecho de defender contra cualquier contrariedad o amenaza de contrariarlos, son por todos conocidos e inclusive, están en la Constitución. La libertad es un valor fundamental que el comunismo o el socialismo bolivariano, tienden a pervertir, a desnaturalizar, de forma tal que cuando imponga su ideología, nuestra sociedad sería totalmente distinta a la que hoy conocemos, nuestros hijos no se expresarán en la misma forma que hoy lo hacen. Recordemos los ejemplos del nacionalsocialismo, o del socialismo cubano, en donde hijos denuncian a sus padres por estar en contra del régimen.

El valor democracia implica que existan elecciones libres, equilibradas, de otra forma se contraría ese valor, y sin democracia los valores de libertad, de igualdad y de la vida, son inexistentes.

Es por ello que la sociedad venezolana tiene el deber de restablecer el sistema democrático, para preservar sus valores en contra de la agresión del régimen, y para ello los individuos que conforman esa sociedad están en el derecho y en el deber de ejercer la legítima defensa de esa sociedad.

1.- Abogado, Especialista en Derecho Público e Integrante de la dirección nacional del Partido Demócrata Cristiano COPEI

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