Opinión Nacional

Desde la Iglesia de Miraflores hasta Notre Dame*

(%=Image(8936491,»L»)%) Los personajes de Vargas Llosa siempre sufren de amor o por amor. Varguitas –Tia Julia y el escribidor, Seix Barral, 1971- le confiesa a su tutor Pedro Camacho:“Tengo una pena de amor, amigo Camacho, -le confesé a boca de jarro, sorprendiéndome a mi mismo por la fórmula radio teatral; pero sentí que hablándole así, me distanciaba de mi propia historia y al mismo tiempo conseguía desahogarme-. La mujer que quiero me engaña con otro hombre”. Pedro Camacho, analiza la situación y sesudamente considera sobre el tema varias opciones: “El duelo, en estos países aplebeyados se paga con cárcel…”. “En cuanto al suicidio ya nadie aprecia el gesto”… no genera sentimientos sino burlas”.

Camacho prefería contra “esa clase de mujeres que se le escribiera una carta, dura, hiriente, lapidaria que la haga sentirse una lagartija, sin entrañas, una hiena inmunda”. “¿Por que él, habría de quedarse aletargado mientras le crecen los cuernos? , por qué permitirle a los adúltero que se solacen fornicando” .. hay que estropearles el amor, golpearlos donde les duele, llenarlos de dudas. Ilustrado consejo.

Varguitas tiene una forma especial de ver y sentir el amor sobre todo cuando para alejarse de sus muecas y patrañas acude al humor. Sabia decisión. Alejarse y hacer burla de los afectos. Esta novela refleja un momento muy específico de Vargas Llosa y es como un expresión de su “educación sentimental”; aprendizajes de vida y andanzas en ese período, en cual buscaba su camino y maneras como escritor.

Ahora veamos, ¿que puede haberle pasado al escritor y su alter ego Varguitas, de la Tia Julia y el escribidor, de 1971, hasta llegar a Arturito de las Travesuras de la niña mala, 2006?. Este reencuentro, con sus aventuras amorosas nos decepciona, vuelve sufrir de amores “adulteros”. Torna a padecer de las mismas dolencias. Reitera y sufre. Sufre en su pasiva reiteración. ¡¡ Oh… amores infames.

La novela se inicia, al ritmo de mambo con el debut de Pérez Prado en Perú y bajo el orden de una estructura lineal cuenta la vida de Arturito. Lo ubica en Lima desde el espacio de sus referencias juveniles en el plácido y aburguesado barrio de Miraflores. Recibe el titulo de abogado, el destino o su voluntad lo impulsan a París. Pero, ya viaja como portador de ese padecimiento contraído al rozarse con el infeccioso amor de su niña mala.

Es, quién lo duda, una novela de amor, ¿ Pero cual tipo de amor ?. El de los sufridos. Pues, el padecimiento y placeres que concreta al contacto con la niña mala, lo marcan, lo atan hasta fin de la vida, en un tempo romanticón de siglo pasado. Creando ese complicado morbo del amor, en el que están presentes, de un lado la pasión y del otro los atávicos principios que lo condenan a su origen miraflorino. Cree en el amor puro. En esencia es un sentimental que estima que los afectos lo pueden todo. Inclusive, hasta cambiar, oh iluso, la ruta que hacia el poder y todo lo que otorga el dinero. Emblemático y único fin que se ha trazado la niña mala.

Ella es una preclara muestra de lo que es un escalador social. Toda su corporeidad esta dispuesta, diríamos bien dispuesta, para acompañar su morbosidad y despropósitos para buscar el éxito.

Ricardito mas convencional, mas burgués gentilhombre, lo único que desea es vivir, con cierto y regular encanto las bondades de París, pas mal du tout (no está mal del todo). Dejar la buhardilla del Hotel du Senat, cerca de Saint Germaín y ubicarse en otro lugar mas charmant, “mas del 16” . Al paso, lograr consolidar su imagen éxito ante sus lejanos amigos de Lima. Mas nada o nada mas.

El plan vital “hacia el éxito” que se ha trazado la niña mala es claro. Indiscutible. Invariable. Los caminos que debe seguir serán infinitos, se inician con su llegada hasta Cuba de la mano de los espíritus que a nombre de la revolución latinoamericana llevaban mucha gente a la Habana. Para ella, era la única llave que el destino puso a mano para huir del Perú. Regreso exitoso, pero, hacia Paris, casado con diplomático francés. Reencuentro feliz con Ricardito, alumno aventajado y fiel a la hora cumplir sus mandatos carnales, amor y mas amor, siempre hasta llegar al triangulo obscuro de su perdición (ruta del sexo que sigue por mandato preciso de la voz de la niña mala). En su peregrinaje salta a Londres y a New Market, mundo sofisticado de los criadores de caballos. Nuevo y desfachatado desplante a su enamorado; revive en el Japón bajo la protección de un poderoso yacuza, traficante, entre otras cosas, de afrodisíacos. Huida y nuevo encuentro con Arturito. Quién, aún no sabe realmente ni siquiera el verdadero nombre de la niña mala, su ciclo se va cerrar en Francia, con drama y muerte incluida.

El amor que presenta la obra viene a consolidar la canónica tesis sobre el consorcio matrimonial como institución poco propicia para la pasión, según el canon literario tanto del SXVIII, el SXIX actualizada en XX y quizás vigente para el SXXI. Esta escalada para ahorcar la pasión con el matrimonio tiene antecedentes famosísimo s, una de ellos, Madame Bovary (1857), quien tiene en mente y como una tarea acabar con las sentimentales novelas de amor que leyera en su colegio de religiosas. Maltrata y cornea al bueno de Charle Bovary, tal como lo hace la niña mala con su pretendiente.

Luego aparece otro portento de los cuernos y la violencia sexual, -siempre fuera del matrimonio- que es Ana Karenina, (1868, de León Tolstoi) que al encontrarse con Wronsky, resuelven unir sus fuerza sexuales, con tan terrible y telúrica tenacidad, que la misma sociedad de San Petesburgo, se afecta y termina por liquidarlo, este desborde lúbrico.

Imposible olvidar en este recuento de adulteras celebres a Ifi de Briest (1895) de Theodor Fontane, quien, no satisfecha con la práctica y eficacia de su marido, Instetten, lo sustituye por el Mayor Crampas. El marido conociendo el “mal de los cuernos” lo reta a duelo, mata a Crampas y en castigo lapida a su mujer Ifi.

Son todas mujeres que arrebatan apasionan y castigan impúdicamente a quien se pretenda su marido, es la misma negación que expresa la niña mala, sobre la opción de hacer pareja (que lo diga su ex marido Monsieur Arnoux, a quién, no solo engaña, sino birla los ahorros de su “honorable” vida). La niña mala, igual que algunas de estas mujeres ven su vida pasional como un recurso para el ascenso social. Terminando como ellas destruyendo su posible y utópica pareja y la consecuente idea del matrimonio.

Otro personaje, bien logrado, de la novela es París. Ricardito se mueve, desarrolla y cada vez que sufre un nuevo desprecio de la niña, termina su circulo de desgracias en lugares del Barrio Latino. Sus coordenadas topográficas se mueven entre la Petite Source, en el carrefour Odeon, Les Deux Magots, el Café Dantón, la Rhumerie en Saint Germain, La Closerie de Lilas, la Avenida del Observatoire hasta llegar a La Coupole, y otros sitios; muy singulares son las reseñas que hace de los lugares de su preferencia. Estos espacios acomodan su personaje y le dan marco y particularizan su carácter. Otros escritores latinos también han tomado a Paris como plano para hacer vivir su protagonistas, por ejemplo las señas que ilustran los caminos del Barrio Latino que destaca Julio Cortazar en Rayuela, son bien diferentes, así le cuenta a Rocamadour: este París, …“vivimos en piezas oscuras que huelen a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi… todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí…” Notoriamente son dos formas de ver y sentir la ciudad, cada una restringida por la sensibilidad, animo y origen de quién escribe. ¿ Cual mejor?. No es el punto, sencillamente son formas de percibir.

Ricardo Somocurcio nunca logra descifrar a la siempre huidiza niña mala. Nunca llega a conocer a la persona «amada» tan bien como pretende.

La relativa, intermitente e imprecisa intimidad entre Arturo y la niña se establece vínculos únicamente a través del contacto sexual. Lo cual solo derivan en mas separación con el otro. Paradójicamente y en contra de las teorías de Erich Fromm, que suponía que la unión física significa superar la indiferencia. La niña mala no leyó a Fromm y si lo leyó, no le paró ninguna bola.

No existe entre Ricardito y la niña ningún interés común frente al mundo. No tienen nada que compartir. Solo profesan una atracción pervertida en la cama o cuando dan rienda suelta a su odios y a su rabia recíprocos. (E. Fromm)

En esta pareja los deseos sexuales solo se estimulan por la angustia de sus soledades del hoy o futuras. Se unen por la vanidad o el egoísmo. Por el deseo de herir y aun de destruir, como recurso para sobrevivir a sus individualidades. Son dos seres que casi se identifican el uno con el otro. Resuelven el problema de la separatidad convirtiendo a cada individuo aislado en paradoja. No pueden ver el amor como un acto de la voluntad y un compromiso. En esencia no importa demasiado quiénes son las dos personas. Para él, y para ella, el amor a si mismos –narcisismo- que termina volviendo la libido un factor de aislamiento.

Freud sostiene que el amor es una manifestación de la libido, y que ésta puede dirigirse hacia los demás o hacia uno mismo. En Ricardito el amor viene como cura a su soledad, vive en París, pero sueña con Lima. La niña odia al Perú, lo quiere erradicar de sus antecedentes. No acepta la situación que se plantea con su pretendiente; contradicción, ese pobretón peruano, es la única referencia vital que posee. Por eso lo odia en el fondo.

Ninguno logra entender que el amor a los demás y el amor a ellos mismos debe ser una realidad alternativa que los conecta en caminos que van, pero, también tienen venida. No entiende que siendo capaces de amar a los demás se encontrarán una actitud de amor a sí mismos.

El amor narrado en el personaje de Ricardito Somocurcio, se parece bastante al del personaje Vargas Llosa ciudadano del Perú. Ambos aman, en forma narcisista. Uno y otro sufre el desprecio de esa “esa niña mala” que tanto anhelan. Uno a la mujer y el otro a la masa o pueblo. No hay que olvidar que la niña por mucho que compre y vista Versace, siempre será hija de una india y un cholo medio brujo, encantador de mareas.

Porque la niña mala del Perú no le da el sí, no lo escoge. Lo desprecia, humilla y prefiere, oh colmo de colmos, a un japonés. En la novela la niña mala opta por un mister Fukuda, (desdeña a Vargas). Este despreciable -mafioso- caballero, capaz de sodomizar y violentar a la niña mala de diversas terribles maneras, es su escogido.

¿Como superan ambos personajes su soledad (Vargas Llosa y Ricardito)?,en primer término, aceptando la estricta rutina del trabajo burocratizado y mecánico, Ricardito como traductor en la UNESCO y Vargas de vuelta a la literatura. Tal como lo dice la niña mala al termino de la novela:”siempre has querido ser escritor y no te atrevías, …. aprovecha ahora qué, con mis desprecios te he dado motivos para una novela”.

Preferimos que siga sufriendo por sus amores no correspondidos. Así, ganamos todos, tenemos un buen escritor y no un mal candidato presidencial.

Referencia anecdótica: Ricardito Somocurcio, en uno de sus arranques de desconsuelo decide suicidarse, escoge para su acto dramático, el escenario del mil veces nombrado Pont Mirabeau. Desde allí ha de volar al infinito, en el camino decide recordar los primeros versos del Poema de Apollinaire:

Sous le Pont Mirabeau

Coule le Seine

Faut-il qu´íl m´en souvienne

De nos amours

Ou après la joie

Venait toujors la peine.

El personaje, está organizando, su manera de morir. Asunto por demás serio. Por tal, se explica que halla omitido (con el acuerdo del escritor y sus correctores) un verso del poema. Cuyo letra original es:

Sous le pont Mirabeau

Coule la Seine?

Et nos amours?

Faut-il qu’il m’en souvienne?

La joie venait toujours après la peine ……….

Imagino que en las circunstancias en que el personaje se encuentra (camino al suicidio) ha debido estar muy atareado como para ocuparse de Apollinaire y sus versos.

*La bella fotografía de la cubierta del libro es de Morgana Vargas Llosa, al verla, me pareció que había sido tomada desde una silla del Café Tahiti, de la Plaza Miraflores, cuyo fondo era la Iglesia de Miraflores en Lima. Después descubrí que era Notre Dame, ensoñaciones visuales que nada tienen que ver con la calidad de la novela y en todo caso, ennoblecen la belleza de la portada.

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