Opinión Nacional

Disparate

La semana pasada hablé de ciertas palabras que poseen una carga psicológica especialmente fuerte. Por supuesto, todas las palabras de contenido semántico pleno poseen un trasfondo psicológico, íntimamente ligado a su valor semántico. Pero en este caso me refiero específicamente a aquellas cuya referencia psicológica es más patente que en otras, y de manera particular a los vocablos que suelen usarse con valor hiperbólico, porque la hipérbole está  implícita  en su propio significado.

Otra de esas palabras, aun cuando con un matiz un poco diferente en relación con lo indicado, es el sustantivo disparate. Este, en efecto, solemos utilizarlo cuando queremos enfatizar acerca de los aspectos negativos de algunas cosas, con un registro semántico, por cierto, bastante rico, pues el vocablo disparate se aplica con igual eficacia a las cosas más diversas: objetos materiales (“Esa casa es un disparate”; “Los cuadros que pinta ese tipo son verdaderos disparates”; “El peinado que se hizo es un disparate”); ideas o conceptos (“Sus ideas son un disparate”; “Ese no piensa sino disparates”; “Escribió un libro lleno de disparates”; “Cada vez que abre la boca es para decir disparates”); formas de comportamiento y realizaciones (“Él hace muchos disparates”; “Ese matrimonio es un verdadero disparate”; “No da pie con bola, todo lo que hace son disparates”; “M’hijo, no cometa disparates”). De mi remota infancia recuerdo que tenía un padrino que, por ser dueño de una botica, como se les decía entonces a las farmacias, solía recetar a quienes acudían a él en busca de remedio para sus males. En una ocasión, Día de los Muertos, mi padre y yo nos encontramos con él a las puertas del cementerio, y entramos juntos a visitar las tumbas de familiares y conocidos. Ante una de ellas, leyendo el nombre del difunto mi padrino dijo: “Compadre, a este muchacho lo curé yo, pero hizo un disparate y se  murió”. Así lo repitió dos o tres veces, hasta que mi papá le dijo: “¡Caramba, compadre!, usted como que mató todo este cementerio”. Disparate también se usa con valor interjectivo: “¡Qué disparate es ese, amigo!”.

No obstante esa versatilidad del sustantivo disparate, con su poderosa carga semántica y su gran vivacidad calificativa, el DRAE es muy parco en su definición. Disparate deriva del verbo disparatar, y el DRAE lo define como  “Hecho o dicho disparatado. || 2. coloquial. Atrocidad”. De disparatar dice a su vez: “Decir o hacer algo fuera de razón y regla”.

Como se ve, ambas definiciones son válidas, pero no dan idea de lo rico que son en su aplicación práctica el sustantivo y el verbo, si bien este se usa menos que aquel.

Otros diccionarios son más explícitos. El Diccionario CLAVE de uso del español actual, por ejemplo, dice: “Disparate: Hecho o dicho sin sentido común o contrario a la razón; dislate (…) Lo que va más allá de lo razonable o de las normas, o se sale de los límites de lo ordinario o lícito; atrocidad”. Y El Diccionario de uso del español de América y España (VOX) va aún más allá: “Dicho o hecho totalmente absurdo, equivocado o carente de lógica o sentido (…). 2. Cosa que excede o sobrepasa los límites de lo común o de lo ordinario. 3. coloquial. Palabrota o insulto violento que se dice en un momento de ofuscación o gran enfado (…)”.

Disparate, como ya dije, deriva de disparatar, y este es de origen  latino, viene del verbo disparare, que significa separar, dividir.

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