Opinión Nacional

El calvario venezolano

(AIPE)- “La huelga general, dentro de los dictados de la moral, la razón y la justicia, es la única forma de eliminar toda lucha de violencia revolucionaria”. Eso lo dijo en 1928 Eleazar López Contreras, quien luego fue presidente de Venezuela. Setenta y cuatro años después, esa frase cobra vigencia en la vida política venezolana.

Después de la marcha de la semana pasada, donde más de un millón de personas salieron a la calle a pedir la renuncia de Chávez, y aquel sin responder se fue a esconder en una guarnición militar, sólo una huelga general indefinida, hasta que el autócrata abandone el palacio de gobierno, puede salvarnos de una confrontación militar o una guerra civil.

Ninguno de los observadores internacionales que han visitado recientemente a Caracas han reportado claramente el calvario venezolano. Nuestro problema es que un señor llevado al poder por elecciones limpias pretende imponer una ideología, un sistema de vida política que el país rechaza porque es contrario a la vida democrática. La legitimidad de origen no consagra para siempre la condición democrática: Hitler y Perón ganaron elecciones sin ser democráticos.

El comandante Chávez trabaja silenciosa y pacientemente para establecer las bases legales que permitan un régimen totalitario. Todos los poderes están en las manos de Chávez: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

La opinión internacional es testigo de cómo la sociedad civil se lanza a la calle a pedir la renuncia del autócrata y cómo los pistoleros del gobierno masacran a hombres y mujeres indefensos que salen a protestar totalmente desarmados.

Decenas de juicios se acumulan en los tribunales contra el presidente de la República y su gobierno, pero no ocurre absolutamente nada. La justicia chavista no sólo declaró inocente a quienes dispararon contra el pueblo pese a que los vimos en la televisión disparando contra la multitud. Los jueces de Chávez se hicieron eco de lo que éste dijo públicamente cuando afirmó que los acusados “dispararon en defensa propia”. Y el video que muestra a los autores de la masacre en acción fue considerado por el tribunal como “ilegitimo” porque “no se puede garantizar su autenticidad”.

Si el pueblo de Venezuela abandona la calle, Chávez se atornilla en el poder, pero la realidad del calvario venezolano es muy dura: las manifestaciones requieren un gran esfuerzo colectivo y no hay sociedad que pueda garantizar un esfuerzo de esa naturaleza por tiempo indefinido.

En Venezuela se viola la Carta Democrática de la OEA y sin embargo no hay la reacción lógica de la comunidad internacional. Se comete el error de hablar en Europa y en muchos países de América Latina de “la democracia venezolana”. Esa democracia no existe. La realidad es otra. Aprovechando una constitución escrita especialmente para manejar unipersonalmente al país, se construye un edificio totalitario. Hitler también tenía una constitución y no la tuvo que modificar ni una sola vez.

La prueba es dura para la oposición venezolana, a medida que avanzamos hacia una huelga general indefinida. No hay gobierno en el mundo que pueda imponer a una sociedad que en lugar de caminar de pie, camine de cabeza; tampoco nadie puede imponernos una forma de vida en donde el odio pretende destruir todo lo existente, todo lo que nuestra generación y las que nos precedieron han construido.

Lo más peligroso del calvario venezolano es que ante la indiferencia internacional puede aparecer un cirineo, con negras intenciones, dispuesto a quitarle la cruz al sufrido Nazareno.©

* Analista político venezolano.

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