Opinión Nacional

El chaveanálisis

La indudable realidad del país que sería temerario negarse a reconocer es que el Presidente y su “Revolución Bolivariana” han tenido un impacto psíquico hacia todos los sectores nacionales. En el caso de la mayoría que lo apoya los más pobres, la obsesión es hasta tal punto fanática, que una considerable cantidad de esa mayoría, sería capaz de consumar extremadas y aún, sangrientas acciones si una mínima insinuación de su líder así se los pidiera.

Una de las razones por la que no debe considerarse como tan insólita que el Presidente tenga una visión epopéyica de la vida y de la política, es su conexión emocional con el pasado, las revoluciones y específicamente con los jefes caudillistas que surgieron de las guerras de independencia y de la (%=Link(«/bitblioteca/federacion/»,»Guerra Federal»)%). Su admiración por los múltiples posesivos del caudillo, sus ejércitos, sus victorias, su prestigio y su “pueblo”, que los convirtieron en temibles y fascinantes “salvadores” y héroes, hace que deposite una ilimitada confianza en su propia voluntad y sobredimensione el papel del individuo en la historia. Esta fijación, a mi modo de ver, está de tal manera adherida a su conciencia intelectual que es posible que su desempeño se encuentre motivado por un mundo fantástico. De ser verificable por los especialistas en esta materia un diagnóstico de tales características, la incapacidad del Presidente para percibir la realidad de un modo normal seria obvia. No me tocaría a mí por no poseer la condición científica para ello, el evaluar con la rigurosidad exigida, si la mimesis del jefe del Estado por el pasado “heroico” y por las revoluciones tiene visos patológicos. Lo que sí pienso y es la razón del título de este artículo, “EL CHAVEANÁLISIS”, que resulta absolutamente insuficiente todo intento de reflexionar, predecir y analizar la realidad política y social venezolana, el comportamiento decisional de los factores de poder, el proyecto del Estado, hacia donde se dirige este, qué busca, cuáles son sus prioridades, sus valores, en fin …, si nos conformamos con los convencionales enfoques que hasta ahora con intensidad esquizofrénica, multitud de analistas, periodistas, internacionalistas, articulistas, profesores, doctores opositores, resentidos, apologistas etc., han dado y siguen dando hasta ahora del proceso político venezolano. La realidad es que la excéntrica y apabullante (para bien o para mal) personalidad del titular de Miraflores, ha roto todos los esquemas posibles de acercamiento a la realidad o de certidumbres, y si bien su carisma irradia, como dijimos al principio, expectativas y entusiasmos de alta tensión paranoide, en otros no desdeñables sectores, especialmente de la clase media, se nota el desencadenamiento de una neurosis colectiva.

Requiero aclarar que “EL CHAVEANÁLISIS”, puede ser considerado una alternativa terapéutica, como lo es el universalmente conocido psicoanálisis: “método para determinar los patrones y motivaciones de la personalidad humana a fin de tratar distintos desórdenes emocionales”. No obstante no es ese el sentido original de mi propuesta, como explicaré más adelante. Desde luego, que no descarto el que sea desarrollado por quienes estarían llamados a hacerlo (médicos, psiquiatras, o “profesionales” en ciencias ocultas), pues es un hecho: la capacidad del Presidente de producir ansiedad, desatar conflictos emocionales y deseo contradictorios; la intervención de estos profesionales sería no solo legítima, sino de enorme utilidad para conseguir un tratamiento adecuado con el fin de aliviar síntomas y relajar tensiones.

“El Chaveanálisis” va dirigido como propuesta a todos los opinadores de la realidad nacional, sobre todo para aquellos que con honestidad intelectual emplean sus mejores esfuerzos por descifrar, indagar y predecir la naturaleza de las decisiones gubernamentales, sin que antes no le preceda *como sucede con los informes meteorológicos en referencia al tiempo—, de cómo amaneció la condición anímica (o cuál era en el momento en que esta se originó) del señor Presidente. Admitiendo tan quimérica posibilidad, solo quedan a mi juicio dos salidas:

  1. O callar y no escribir ni decir en ningún medio nada.
  2. O advertir a los lectores u oyentes, que lo expresado es una mera especulación del que lo suscribe por carecer de un elemento inductivo indispensable que no se tiene a disposición.

Esto lo juzgo así, pues es inútil hacer el examen de hechos irracionales —sin advertirlos previamente— con la aplicación de una metodología lógica y racional.

Existe aún una estructura impenetrable para realizar una “psicología del chavismo”, para hacerla urgen más datos y se hace necesario el concurso de profesionales en el área de la psiquiatría y la psicología; por lo que es restringido y parcial todo intento de acercamiento al tema (político y social) únicamente por la observación sociológica y política sin verificación experimental en el terreno de la indagación del psiquismo del Presidente.

Por lo pronto, sabemos su concepción del pasado y su éxito político, que puede haber inflado su yo hasta hacerlo perder la visión de la realidad y la flexibilidad necesaria para negociar su criterio. Es notorio en él su impaciencia, incomodidad, precipitación e impulsividad; así como su vehemencia, apasionamiento y exageración. Con frecuencia se le ve envuelto en una arrebatada euforia y en una excesiva confianza en sus planes y proyectos. Como todas las psicopatías básicas (si fuera el caso) de los caudillos y profetas, expresa una naturaleza vital y carismática que contagia y seduce o que provoca irreconciliables enfrentamientos. Se muestra intemperante ante la crítica, no solo de sus adversarios, sino de sus propios colaboradores imponiendo su voluntad contra toda conveniencia. Parece tener entre las cualidades de los paranoides el ser justiciero, generoso y magnánimo con sus incondicionales, y es igualmente alegre y muy trabajador; no se puede olvidar tampoco que es poseedor de una sexualidad desbordante.

En su personalidad predomina un temperamento romántico que lo hace aferrarse a las grandes empresas (fijación en el pasado heroico) por lo que parece notorio el que predisponga sus sueños a la dura realidad.

La descripción de estos rasgos son por su naturaleza polémicos, por lo que cualquier interesado y conocedor, no sólo debe refutarme, sino que lo invito a que aporte su visión sobre el asunto, que creo de mucha actualidad.

Deseo terminar con una cita del médico y sabio español Don Gregorio Marañón quien afirmaba lo siguiente: “Nadie ignora con cuánta frecuencia la gran tramoya de los hechos públicos han sido conducidos por individuos, o francamente enfermos o de esos otros que, como los funámbulos en la cuerda floja, atraviesan la vida balanceándose entre la normalidad y la patología”.

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