El día de la cerveza
Viendo desaparecer uno tras otro de los estantes, los paquetes , cajas, botellas y latas de café, leche, sardinas, harina Pan, arroz ,aceites y pare usted de contar, sintiendo la desaparición de la institución de la carnicería de los dos supermercados que tengo cerca de la casa, ahora repletos sólo de agua mineral con a carteles maravillosos escritos al fondo, testimonio de otros tiempos: “ lomito a XX el kilo”, “osso buco a XX” el kilo, lagarto lareina a xx el kilo, que tanto desprecié por mal escritos, pero que ahora veo con dulzura y añoranza, me pregunto cómo mucha gente en este país, cuando será el momento en que nos cansemos de tanta escasez y tanto problema y rechacemos la abstinencia forzada que nos imponen,.
La carne se desapareció y no ha pasado nada nada. La leche líquida faltó por tres meses y nada tampoco. Hace años, que no hay kleenex ni otras toallitas suaves en los supermercados, porque si cuando hay papel toilette no hay servilletas y cuando hay servilletas no hay toallas de cocina y cuando no hay toallas de cocina no hay papel toilette, ustedes me dirán si alguien se preocupa por los kleenex. Me vieron como si estuviera pidiendo cocaína la última vez que pregunté por ellos. Una muchacha lo repitió varias veces, moviendo la cabeza, como si yo estuviera loca.
Bueno, pero insisto. Por ejemplo, hoy, que fui a la farmacia a comprar unos remedios, pedí también jabón líquido de baño. Pero me equivoqué de medio a medio compadre. El dependiente me dijo que ellos no eran de esas farmacias que tienen jabón líquido y demás, que ellos lo que tenían eran sólo “cosas medicadas”. “¿No tiene jabón líquido?”, repetí como un eco desorientado. Nooo. Lo que tengo es eso. Y me mostró un gel contra la psoriasis.
Bueno, tendré que resignarme al peregrinaje: el jabón líquido en una tienda, el azúcar de dieta en otra, el azúcar moreno en otra, las plaquitas antimosquitos en otra, los tomates en otra y así.
Hay otro comportamiento que va pegado a la peregrinación de super en super y es la compra doble de lo que uno vea, aunque no lo necesite. Porque no se sabe cuando lo puede necesitar. Así compro doble café, doble leche, doble jugo normal y light, doble sacarina y doble `papel toilette, doble yogurt (se desapareció el sin azúcar por dos semanas) donde lo vea, me llamen acaparadora o no.
Y por último, volviendo a pensar en que hará falta para que los caraqueños se molesten de verdad por la escasez y los precios insólitos de los productos que hoy se encuentran, medito sobre el porqué último del asunto.
Porque lo único que no falta nunca, mis amigos, es la cerveza.
Con la cerveza nunca se han metido. Puede faltar la fórmula para lactantes, los insumos para los cancerosos, los pañales de bebé, la leche líquida, la carne, el ibuprofeno de 800 y 600 mg, las aspirinas infantiles para niños y cardíacos, las frutas pueden llegar a la estratosfera, pero a la cerveza, ni con el pétalo. ¿Ustedes han visto que cuando amenazan a la Polar mencionen precisamente a la cerveza?
No.
Porque saben que es el gran secreto del manejo del venezolano. El día en que se acabe la cerveza, ahí sí bajan los cerros.
Por eso, ahora, cada vez que voy para el super o que oigo de la última expropiación, estoy pendiente a ver si hay cerveza.