Opinión Nacional

El entendimiento primario

Se ha suscitado un debate, por demás necesario, entre quienes postulan las primarias para dirimir liderazgos y quienes creen que el acuerdo de los partidos que integran la mesa de la unidad es suficiente. Existen posiciones en pro y en contra de ambas posturas. Por una parte, se encuentra la legitimidad incuestionable de las elecciones primarias para abanderar candidatos que representen a las mayorías. Y en ese sentido, ningún acuerdo partidista en ninguna fórmula  podría superarlo en densidad política. Por otra parte, quienes promueven las formulas pactadas sin la consulta popular previa, argumentan que es la falta de recursos la que impide que se puedan realizar primarias en todas partes.

Para que voten los militantes de los partidos, el acuerdo previo sería necesario pero no suficiente. La pugnacidad con la cual gente que debería estar en un mismo bando se tira puñetazos y silletazos, dista mucho del ambiente de mutua cooperación y entendimiento que debería prevalecer entre los llamados a entenderse para formular y promover políticas de gobierno.La falta de formación política  se hace evidente cuando se pretende borrar  el derecho del vecino de posición a optar por el cargo en disputa, en vez  de llamarlo  con real estima y aprecio a integrar una fórmula conjunta, sobre  las bases previas acordadas. Las agresiones descalifican a los que las practican, porque revelan en el fondo que no se tiene absolutamente ningún respeto por el cargo público que se pretende y por consiguiente, al elector al que se le solicita el voto.

Por eso estimados amigos de la mesa unitaria, no han votado los que deberían haber votado pero que siguen sin votar.Esos a los cuales en infinidad de oportunidades han llamado cómodos, apátridas, pusilámines, entre otros epítetos. Toda esa gente les pide primarias  para que dejen de darse puñetazos, silletazos y botellazos, y sean unitarios de verdad, de corazón.Toda esa gente quiere de verdad creer que representan los intereses del país y no intereses personales o grupales.Hasta cuando la inmadurez de la mutua descalificación. Un unitario de corazón deja que el compañero más aventajado, el que tiene más posibilidades de ganar, gane tambien por él. Con el orgullo del derrotado no ganamos la curul, amigos. No puede ser que los que siempre fueron derrotados ante la forma hegemónica del frente, insistan en ser candidatos de nuevo con el mismo lenguaje de siempre.No es su derecho primogénito lo que debe prevalecer, sino el aprendizaje sabio de por qué fuimos derrotados en esa oportunidad y blindar la candidatura renovada para que ésta triunfe.Hay que aprender por lo menos una vez en la vida, a integrarse con equipos de gente diferentes, a dejar el celo, el egoísmo y la mezquindad y pensar que lo realmente importante no es ser importante, sino ser útil.Lo realmente útil no es lo que sabes hacer, sino lo que puedes aprender a ser.Porque si no eres, pues mucho menos podrás hacer lo que se debe.

Es necesario entonces que la disputa del poder cese definitivamente en la mesa unitaria.Tienen que comenzar las estrategias para sumar y no  restar, los planes para multiplicarse y no dividir.Para ganar hay que ir unidos, sin odios, sin resentimientos, sin facturas por cobrar.Y a la hora de ganar, los vencedores deben llamar a los vencidos e integrar equipos con ellos.Ese es el liderazgo positivo. Y líderes positivos en permanente evolución es lo que necesita Venezuela.

 

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