Opinión Nacional

El fracaso del control de cambio

La situación económica de Venezuela parece no tener salida a menos que el gobierno instrumente drásticos cambios de política. Como nudo central está el control de cambio implantado el 5 de febrero de 2003, agravante de las distorsiones que inviabilizan el quehacer productivo, comercial y financiero de la nación. Se justificó entonces por la necesidad de contener la salida de capitales asociada a la inestabilidad política por la que atravesaba el país –en particular, el paro petrolero-, que produjo también una fuerte caída en los ingresos por exportación. No obstante, pasado este trance, se empezó a disfrutar de ingresos externos cada vez mayores por la venta de crudo en los mercados mundiales. Ahora, con la quintuplicación de los precios del petróleo, de $22/barril en 2002 a $103,5 en 2012, la mantención de un control de cambio carece de sentido económico.

Razones para un control de cambio

Los controles sobre la compraventa de divisas suelen aplicarse en respuesta a fugas indetenibles de capitales que amenazan con agotar las reservas internacionales y desestabilizar la economía de un país. Esta fuga se asocia a expectativas adversas sobre la capacidad de financiar importaciones y/o de honrar el vencimiento de la deuda externa, y se traduce en una pérdida de respaldo en reservas de la moneda nacional. Suele desatarse por severos desajustes macroeconómicos que vienen acompañados de desbordamientos inflacionarios, por lo que el control es frecuentemente aprovechado para “anclar” el tipo de cambio –manteniendo fijo el precio del dólar- o a rezagar su ajuste[1], para intentar contener el alza de los precios domésticos.

 

¿Cuál ha sido el desempeño del control de cambio en Venezuela con respecto a estos objetivos?

 

1.       Los registros de la cuenta financiera de la balanza de pagos que lleva el BCV señalan que, desde la vigencia del control de cambio (2003), ha salido casi 16 veces la cantidad de capitales que se largó en los 40 años que van de 1959 a 1998. La evidencia aplastante, por ende, es que el control de cambio ha contribuido a que los capitales se vayan, no a que se queden.

 

2.       Si bien las reservas internacionales crecieron luego del control de cambio hasta un valor máximo de USA $43,1 millardos al comenzar 2009, de ahí decrecieron a $20,9 millardos a finales de 2013 –menos de la mitad- cifra que apenas supera lo existente para finales de noviembre, 2003. Es decir, el control de cambio no ha servido tampoco para resguardar en el tiempo las reservas.

 

3.       Esta merma de reservas socava el respaldo a la moneda nacional y reduce la cobertura de las importaciones como del pago del servicio de la deuda. A finales de 2003 las reservas llegaron a superar en más de cuatro veces el monto equivalente en dólares de la base monetaria, al tipo de cambio vigente. Por su parte, la liquidez monetaria registraba un respaldo de las reservas de 1,4 veces para el primer trimestre de 2004. Por esa fecha, éstas cubrían más de 20 meses de importaciones (bienes y servicios). Si se incluye también el servicio de la deuda externa, la cobertura alcanzaba a más de 12 meses. Pero a partir de 2005, estas razones disminuyeron drásticamente. Para el tercer trimestre de 2013 la cobertura de las importaciones era de apenas 3,6 meses y, al incluir el servicio de la deuda externa, alcanzaba sólo para tres meses. Las  reservas alcanzaban apenas un 63% de la base monetaria y menos de 20% de la liquidez, precariedad agravada por el financiamiento sostenido del BCV a PdVSA con dinero sin respaldo. En realidad la cobertura terminó siendo bastante menor, ya que alrededor del 70% de las reservas están ahora en oro: las reservas líquidas –el “efectivo”- cubren menos de un tercio de lo anteriormente mencionado. Evidentemente, esto debilita notoriamente la percepción sobre la fortaleza del bolívar y alienta las expectativas de devaluación. Las tasas de interés reales negativas también empujan a que la gente cambie sus ahorros u otros activos a dólares.

 

4.       El precio del dólar fue fijado en Bs. 1.600/USA $ cuando se implantó el control. Desde la segunda quincena de febrero de 2013 su valor oficial es de Bs. 6,3/$ (y ahora, de 11,3 para algunas transacciones). En resumen, entre 2003 y finales de 2013 el precio del dólar se elevó 2,9 veces; no obstante, la inflación acumulada durante ese lapso ¡fue de 1175%, cuatro veces mayor! A pesar de anclajes prolongados del tipo de cambio y de los controles cada vez más severos sobre los precios domésticos de las mercancías, la inflación en Venezuela ha sido, durante muchos años, la más alta de América Latina. La cotización del dólar en el mercado ilegal, que ha llegado a ser hasta 12 veces superior a la tasa de 6,30, fuertemente racionada, se ha transformado, infortunadamente, en referencia para la fijación de precios, al ser la garantía de última instancia para la reposición de mercancía importada. Así, la inflación terminó el año pasado en 56,4%, la más alta del mundo. Es decir, el control de cambio ha fracasado estrepitosamente también en contener la inflación.

 

¿Por qué, entonces, el control de cambio?

El control de cambio no ha tenido una finalidad económica, sino política. Ha servido para reservarle al Estado el usufructo discrecional de la enorme fortuna que le ha caído por la disparada de los precios del crudo en los mercados mundiales. Desde 2003 hasta finales de septiembre del año pasado, el país percibió $675,3 millardos por exportación de petróleo -sin contar la cuadruplicación de la deuda externa pública-, casi el doble de lo que entró a lo largo de los 40 años de democracia ($347,2 millardos). No obstante, de esta cantidad, PdVSA entregó apenas la mitad al BCV y sólo poco más de un tercio llegó a manos de CADIVI durante el lapso reseñado. ¿A dónde fue el resto? Unos $45,4 millardos se dejaron de cobrar hasta finales de 2012 gracias al financiamiento ultra-generoso de las ventas de petróleo a países asociados en PetroCaribe y a otros[2]. Al Fonden y al Fondespa fueron traspasados otros $64 millardos entre 2003 y 2012, según registra el Informe de Gestión de PdVSA correspondiente a este último año. $30 millardos dejó de percibir PdVSA, entre 2007 y 2012, por amortizar el crédito otorgado para los fondos chinos. Cabe señalar que todos estos fondos han sido para provecho discrecional del Ejecutivo, sin control por parte de la Asamblea Nacional y menos aun de la sociedad.

 

Por su parte, la sobrevaluación del bolívar que acompañó el anclaje cambiario, junto con la destrucción de capacidad productiva doméstica, hizo que las importaciones de bienes y servicios del país crecieran más de cinco veces entre 2003 y 2012. Pero las que realizó el Estado se multiplicaron 10 veces, hasta llegar a 41% del total en 2012, unos $154 millardos durante el lapso referido. Finalmente, desde que se implantó el control de cambio el sector público ha sacado del país $50 millardos según registra la cuenta financiera de la balanza de pagos que lleva el BCV. De esta cantidad, $22,8 millardos engrosaron cuentas externas (Subcuenta Moneda y depósitos), mientras otros $20 millardos aparecen bajo la subcuenta “otros” -¿los generosos regalos a los amigos?

 

Mientras, el monopolio sobre la entrega de divisas que le otorga el control de cambio al Ejecutivo le ha permitido en el 2014 retrasar la liquidación de dólares a muchos sectores productivos, poniendo en peligro el crédito con sus proveedores internacionales, y negárselos a los periódicos.

 

En fin, el control de cambio ha sido instrumental para afianzar el colosal mecanismo de expoliación de la renta petrolera que montó el ex presidente Chávez y los suyos para su usufructo discrecional, a la vez que sido un mecanismo punitivo y/o de sumisión del sector privado. Convertida en bolívares, la extraordinaria renta le permitió a PdVSA financiar las misiones por unos $106 millardos entre 2003 y 2012 y triplicar su nómina hasta 111.342 empleados. El número de empleados del sector público se duplicó y hoy está en 2,6 millones. La contabilidad tramposa de presupuestar ingresos basados en un precio del barril de crudo la mitad del efectivo le ha permitido al Ejecutivo disponer de unos Bs. 500 millardos sin control parlamentario entre 2003 y 2012. Luego están los negociados de todo tipo al cobijo de la falta de transparencia y de la rendición de cuentas. En este orden está el enorme provecho que obtiene el régimen de los hermanos Castro revendiendo a precios internacionales la mitad de los 125.000 barriles diarios que se les entregan –financiados y subsidiados-, las comisiones obtenidas al triangular importaciones provenientes de otros países y el cobro inflado de servicios prestados por los treinta mil y tantos cubanos que se encuentran en Venezuela.

 

Lamentablemente, las apetencias por el control y por el manejo a voluntad de los dineros públicos le impiden al castrocomunismo criollo rectificar. Para eso inventó lo de la Guerra Económica. Como gobierno fascistoide debe buscar culpables por la escasez de divisas y el cruel desabastecimiento de productos que azota la población. Por ahora, somos los que viajamos al exterior de vez en cuando –menos los funcionarios de alto nivel- y/o los que envían remesas afuera a familiares y estudiantes: en total, unos $ 4 millardos anuales entre 2009 y 2012. ¡Redúzcase esta cantidad para que prevalezcan los intereses supremos de la Patria!


[1] La estabilidad del tipo de cambio real requiere ajustar el precio de la divisa según el diferencial de inflación con los principales socios comerciales del país.

[2] Incremento de las Cuentas por cobrar y otros activos y de los documentos y cuentas por cobrar, entre 2003 y 2012. El pago de esta factura muchas veces ocurre, además, en especie: caraotas negras de Rep. Dominicana, carne y café de Nicaragua, clases de inglés de Jamaica, etc.

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