El frente interno
El frente internacional se le está encaratando al señor Chávez. A pesar de la abultada chequera petrolera, buena parte de los gobiernos vecinos han decidido asumir una actitud más activa en defensa de las amenazas e intromisiones reiteradas del adalid de la supuesta revolución bolivariana.
Y no sólo me refiero al de Uribe en Colombia, o al de Toledo en Perú, o al de Fox en México, sino al gobierno de Lula en Brasil que viene haciendo públicas sus diferencias con la política de «carrito chocón» que tanto satisface al inquilino de Miraflores. ¿Qué se habrá hecho, por cierto, el publicitado «eje Brasilia-Caracas»?
Si encima se coloca en el tapete a la interesada reyerta con Washington, los peñonazos al británico Tony Blair, la cacareada «alianza estratégica» con Irán, las intromisiones en los asuntos electorales de medio continente, y la pretendida tutela energética a Evo Morales, entonces el panorama internacional pasa a convertirse en una fuente de crecientes problemas para el régimen de Chávez.
Tanto es así, que los contados mandatarios del hemisferio que aún no han recibido su ración de insultos, ya no declaran que hay «que apoyar a gobierno ‘legítimo’ de Venezuela», sino, en un grado y tono distinto, «que no hay que demonizarlo». Caso de la chilena Michelle Bachellet.
Quizás las teorías conspirativas de la CIA, a las que tanto provecho le saca Eva Golinger, le den consuelo y justificación a la sala situacional de la «revolución». Pero lo cierto es que la reputación y credibilidad de la Venezuela boinacolorá en la comunidad internacional, cada día se enreda más, y prueba de ello es que la aspiración a ocupar un puesto en la nueva Comisión de Derechos Humanos de la ONU fue rechazada con el voto de la mayoría de los países miembros.
Ahora bien, a la presión que significa el frente externo debe sumarse la necesaria del frente interno. Es decir, la que surge y se expresa todos los días en todas partes del país. Tanto de carácter social como de naturaleza política. En especial cuando la Constitución pauta las elecciones presidenciales y se abre la oportunidad de luchar por el derecho al voto de los venezolanos.
Más allá de la profunda desconfianza en el sistema electoral actual, es obvio que un escenario de movilización nacional puede y debe ser encausado para que se desarrolle un vasto frente interno, en verdad representativo y desde luego dirigido a dar la batalla por los derechos ciudadanos de toda la población.
En otros tiempos de este largo septenio, han habido ocasiones en que el frente externo ha sido hostil al régimen de Chávez, pero sin la existencia de un vigoroso frente interno. En otras oportunidades, por el contrario, la fuerza del frente interno no ha coincidido con un frente internacional adverso a la «revolución bolivariana».
En estos momentos del 2006 sí cabría la formidable combinación del desafío exterior e interior a los afanes continuistas y antidemocráticos de la dupla Chávez-Fidel. Es una oportunidad que, por el bien de Venezuela, debe llevarse adelante.
