Opinión Nacional

El fútbol y los que dan patadas

Siempre he visto el fútbol con mucha emoción y a raíz de la acción de la Copa América, la cuestión se ha tornado ya un enajenante ejercicio. No hay manera de no compartir, intercambiar, entre todos, los comentarios que de cada juego y sus jugadas nos deparan.

De mas está decir, que mi ignorancia sobre muchos aspectos del deporte es oceánica. Aunque en el fútbol en particular tengo ocupadas algunos parcelas con gratísimos recuerdos que se inician hace mucho tiempo en el Estadio del Paraíso, que luego fue bautizado con el nombre de Brígida Iriarte. De muy pequeño comencé por conocer los nombres de los equipos: Dos Caminos, San Ignacio, Deportivo Vasco, Unión, La Salle. Posteriormente recuerdo que Unión cambió por el Litoral y que sus colores en azul y amarillo me sorprendieron por ser los mismos del Boca Júnior. Este deporte se desplaza mas al Este y se acampa en el viejo estadio de Cerveza Caracas. El paso del Unión, al Litoral, y al San Bernardino, fue debido en buena parte por notable el empeño, la solicitud y el afecto que en ello colocó Rómulo Hernández. Su casa en el Silencio sirvió como lugar permanente de confabulaciones. Claro, sólo aquellas que su espíritu amplio y honorable podría permitirse. ¿Cómo hacer que hubiera mejor fútbol en Caracas y si la suerte acudía, pues en toda Venezuela. Del San Bernardino me acuerdo de los nombres de Miguel Castillo Blanco, Gonzalo Aguirre, Chepe León, Napo, El Indio Guerra, Bómbolo Ávila, Jaime Gutiérrez, y creo que el portero en cierto momento fue Thelmo Romero, también Sanabria – el hermano de Miguel- y luego Carol Hernández. Otros nombres resaltantes de la época de este fútbol eran los de Andrés Sucre y Gonzalo Sucre, Manuel Antonio Pérez Díaz, los Zamudio me cuesta no seguir y me duela omitir nombres, que siempre estarán. En ese momento jugaba infantil B en el Deportivo Español y tenia como director técnico a Alberto Gala y entrenador al ecuatoriano Calichio, que venia del Cali de Colombia, luego jugué en Juvenil y Cuarta, siempre recordando en forma especial al San Bernardino y su contrincante dilecto El Paraíso, que dirigía, el Padre Blank.

Todo esto viene a colación del respeto que para siempre guardé por aquellos periodistas que ejercían las criticas. Ejemplo las del Hermanito en el Nacional o las del Negro Sánchez en el Universal; y muchos otros, por quienes quiénes aprendí a respetar, aunque no compartiera, sus opiniones.

De la historia personal paso a los hechos. Un hecho es un evento del mundo empírico. Ósea, algo cuya eficiencia, se demuestra en tanto se mide. Medición que da cuenta, por ejemplo, de una conducta, ¿se reitera, se puede registrar¿. Púes, existe al margen de nuestra voluntad y estás inexorablemente condenado solo a registrarla.

Bueno, hablando de Fútbol, ubico el asunto en el partido que jugaron y que sin discusión posible y de forma rotunda ganó, Venezuela al Perú 2 a 0. Y, luego, me voy a revisar el asunto de los cronistas o los equipos de periodistas que se encargan de realizar las transmisiones de los partidos. En esos equipos hay quienes inexorablemente deben producir información veraz. Difícil hacer algo diferente, cuando todos estamos viendo lo mismo que ellos; y, aunque seamos ignorantes, qué lo somos. El papel de ellos es hacérnoslo saber. Pues, con sus computadoras repontenciadas de datos, que se encargan, guilladamente, de leer. Utilizando sus enciclopedias de la necedad y el dato banal, con el propósito sádico, de apabullar nuestra insondable inexperiencia. Preguntan, o nos restriegan sus inquisiciones, ¿cómo¿: ¿Con cual numero jugaba Di Estefano en el Millonarios de Bogotá¿. ¿ El número de los interiores de Puskas cuando jugaba con el Barcelona¿. Y otras profundas boberías al uso.

Luego están los informadores o comentaristas. Pasión pura por comentar lo obvio. Aunque un tanto limitados, pues, como dejar de hacerlo y no decir, muy en contra de su voluntad y deseos que Alejandro Cichero metió un gol de cabeza y que el equipo de Venezuela se fue adelante en el marcador. Como ocultar que la Vino Tinto, esta controlando el partido cuando todos lo estamos viendo.

Mea culpa, nosotros que no llegamos, ni siquiera, a subir un peldaño; algo siquiera mínimo, de ese alto y profundo saber que ellos exhiben para su regodeo y amplia sobradez. Por tanto, nosotros, no tenemos nada que decir, solo oír y aceptar. Situación que los coloca como seres olímpicos que dirigen y controlan nuestro pensamiento e información, ahora, en el campo deportivo. Ellos son propietarios de una verdad, y están para allí dictarla y dosificarla a cuenta gotas. Imponerla. ¡¡Cálense sus dubitativa condición, si no, cámbiense de canal !!. No están para animar o ayudar nuestra distracción. Tiránicamente escamotean, su responsabilidad la omiten. En síntesis no cumplen su papel.

Según ellos, nosotros, vivimos de ese maná que constituyen sus conocimientos y ciencia. Ocultismo que proviene de una secretísima wikipedia del fútbol que solo ellos manejan. Tan sabios son que nos dictan sus cátedras. Pues hasta catedráticos son y ¿nosotros¿ pasivos oidores y punto.

Pero el equipo de transmisión no solo tiene el experto que informa, ergo narrador. Para ser completo el paquete existe otro candidato que es el inteligentes, el comentarista. Descifremos pues, el primero –narrador– solo dice lo que ve. Se supone qué, con mas rapidez de la que nosotros (los estúpidos) podemos hacerlo. Nos sorprende diciendo que César patea bien con la pierna izquierda, cuando ni modo de ser diferente, por que lo estamos viendo.

El inteligente, comentarista, no informa , él opina. Según el código de ética de los periodistas, esto es válido y nosotros (oidores consumados e ignorantes de todo) deberíamos saberlo. Es un polisapiente. Pues comenta todo lo que él sabe y UD. ignaro impenitente desconoce. Se produce una jugada. UD cree en algo que vio. Entonces el informador le pregunta: ¿qué pasó allí¿. Comienza el teatro. Hay un pequeño y estudiado interludio. Ni mas ni menos segundos de lo programado, tiempo melodramático. Él, toma su tiempo. Silencio. No olviden él es el gurú. Con su estudiado y enjundioso tono de voz, dice: Deben saber, que este jugador está pasando por un momento psíquico complejo, antes del partido, (me lo dijo en el camerino) su mujer lo llamó para decirle que su gata Patricia, iba a tener un parto difícil. ¡Imagínense Uds., coño, el hombre está traumado, no le pidan más!. Va ser un partido difícil para él.

Para ese momento en la cancha han pasado muchas cosa, pero no importa, uno para propia cosecha ya sabe que el gordito No 11, a lo mejor no hará goles hoy. ¿ Pero, como andará la gata?.

En esa noche tuve que toparme con este equipo de transmitidores. Los escuche, no olviden que son la sal de la tierra. De ellos, solo recibes sapiencia. Si noté algo que desde el inicio hasta el final el tono de sus comentarios, sobre los del Comentarista, siempre se auxiliaban de un tono, que hasta mi vasta lentitud podía presentir. Decidí contar sus intervenciones y el tono y los adjetivos que aplicaba. Era una cantinela, lánguida, casi como choro de Eitor Villalobos. Sombría. Ninguna jugada de la Vino tinto, parecí bien pensada. Si lo era, se ejecutaba mal. El centro de la plañidera era lo constituía Arango. No se ubica bien. Pasaba mal. Fregaba al equipo, lo hacía lento. Nada cuajada. Según el inteligente comentarista, la culpa era del director técnico. Meter a mengano en vez de zutano. Fatal. ¿ Porqué tenía en el banco a XX que era mejor que LL?. ¿Por qué atacar por la derecha cuando era mejor obviamente la izquierda¿. Nadie penetraba bien, menos pateaba. Mi duda era que la tribuna y todo el estadio gritaba. Saltaban para a apoyar a la Vino Tinto. Eso no existía para el inteligente. Nada decía. ¿Será que los sabios del fútbol son así?. Duda

En este mar de dudas terminó el primer tiempo. Antes de retirarse el comentarista inteligente empujó una sentencia catastrófica: ”Según los libros todos los equipos que no le anotaron goles a Perú en el primer tiempo terminaron perdiendo con la rojiblanca” . Punto. Trate de recuperarme y acudí a una birrita para ver como descifraba el acertijo del inteligente. Dudas. Dudas.

Comienza el segundo tiempo. Insisto en seguir oyendo, cuando él decide repetir su cabala. Ahí, si no pude mas y lo mande muy largo al carajo. Me cambie de canal. Todavía sentía que la mabita me acosaba. Salvo que el tono de los nuevos narradores, por lo menos era diferente. Festivo. Grato. En medio de mis cuitas, y terrores, ¡! Zas ¡!. El cabezazo de Cichero. ¡! Gol ¡!. ¿Lo anularan¿. No olviden que: todo pendejo es desconfiado. Pero, no. Era gol y valía. Pero todavía faltaban 26 minutos, venia de tener calenturas y tembladeras. ¡! Había que esperar!!. De nuevo ¡! Gol ¡!. Dije, carajo esos tipos del otro canal son pavosos. Así terminó el juego, en otro clima, en otro aire, y ese inolvidable 2 a 0. Pero, como el asesino vuelve a lugar de su indeseable acto. Volví, al otro canal, esperaba escuchar que iba a decir el sabio comentarista. Y allí sucedió el máximo horror, lo último que le escuche decir fue: “Venezuela ganó, pero con un fútbol nada brillante”. ¡! Coño, panita es como mucho!!. Me acordé de lo que escribió Ignacio Ávalos, hay que ser bien necio para querer meter también al fútbol por el rumbo de la política.

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