Opinión Nacional

El imperialismo está adentro

Mientras en el foro «Peligro en los Andes” en Capitol Hill se criticaba al régimen chavista y se pedía mayor contundencia a Obama, en otro parlamento, en el Senado español, se aprobaba solicitar al gobierno de Zapatero apoyar la Declaración de Caracas.

Pero si lo dicho en Washington molestó tanto que se reunieron en el Palacio Federal Legislativo para despotricar contra el imperio-el nuevo-, lo que sucedió en Madrid- el viejo imperio- no pareció inmutarlos.

Claro, Zapatero se ha cuidado de complacerlo por los intereses crematísticos de España, o al menos de un grupo de empresarios y empresas seguramente vinculadas al PSOE. No hay que descartar grandes negociados como los que sugieren contratos como el del Metro de Caracas con una Corporación española creada una semana antes de asignársele el contrato de la Línea 1 del Metro, denunciado por un grupo de ex Ministros y Contralores. Zapatero ya le mandó una señal de connivencia cuando su Canciller aseguró que aquí no habían presos políticos, denuncia clave en la Declaración de Caracas. También el lío de los etarras debe ser silenciado, no le conviene ni al PSOE, que va cayendo en las preferencias electorales, ni a Chávez quien no quiere terminar en los tribunales de la Haya.

Pero contra los yanquis si se desató. El foro sería parte de una conspiración imperial en su contra. Acusó al presidente de Golobovisión de estar a la cabeza de ella. De allí se derivaron tres ordenes claras,  atacar al canal de TV, impedir el financiamiento externo de las fuerzas democráticas y radicalizar más el proceso.

Nada de guerritas contra el imperio. El problema no es externo sino interno. Sabe que entre su gente se están produciendo divisiones y defecciones, ya se habla abiertamente de “corrientes” y grupos, las pugnas locales y regionales crecen por la derrota del 26S  y se siguen buscando culpables. Chávez debe enfrentar las fuerzas centrífugas de la derrota sin futuro y las corrosivas de la corrupción. Radicaliza para asustar, aumentar su poder y el del estado, y consolidar su núcleo duro; primer paso para luego conquistar a su periferia y después a las masas, devolviéndole esperanzas a esa minoría en declive. Pide “un parlamento, un gobierno y una Fuerza Armada más radicalmente a la izquierda”. Prepara un asalto, el tiempo se acaba, y lanza el documento las «Líneas de Acción Política del PSUV” para consolidar una política que le pueda detener la caída y conseguir el elusivo triunfo en 2012. O todo se le desmoronará.

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