El incensario y la espada
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Escuchando ese debate entre las altas autoridades del clero y los voceadores oficiales del gobierno me doy cuenta que es interesante estudiarlo, porque cada día ambos se niega a si mismo y en ambos sentidos, al parecer la mayoría de los líderes de los dos sectores no constatan la presencia del Otro. Ese llamado ciudadano, compatriota, sacerdote o simplemente venezolano, que en este tejido de lazos y relaciones con sus diferencias y similitudes nos hace ser una sociedad.
El problema central de todo esto es que al no tener conciencia del Otro jamás permitirán llegar a ser uno mismo (yo mismo). Se olvidan que en ese mar de descalificaciones todo compatriota que yo excluya, sea gobierno u oposición de los lazos que tejo en mi sociedad, es precisamente una fuente inagotable que nos privamos, ya que el secreto de los cambios en las revoluciones sociales es no excluir a nadie ya que las grandes trasformaciones políticas debe poseer una actitud indispensable para su propia trasformación y esta es el respeto al otro, oír al otro es como nos oímos a nosotros mismo, Bolívar el que todos citan pero al parecer no leen, pronuncio en un brindis en Bogotá el 28 de octubre de 1827 “la unión del incensario con la espada de la ley es la verdadera arca de la alianza” él era un genio porque sabia manejar las diferencias.
Generalmente no nos damos cuenta que somos el producto de todas las angustias, de todas las esperanzas, de todas y cada una de las reflexiones de los hombres y mujeres coterráneos que vivieron antes de nosotros como Bolívar. Hay algunos que se aprovecharán indiscutiblemente de los procesos políticos que buscan una trasformación. Sobretodo en la fase de adecuación estos confundirán el erario con el peculio, pero ellos no serán los que terminen de construir el propio proceso, ya que estos son largos con la característica que se trasforman a si mismo.
Las revoluciones sociales y culturales tienen por resultado reducir las diferencias de la misma manera debe de tener una conciencia de lo precioso, la diferencia. Es precisamente el manejo de estas diferencias lo que hace que exista la unidad. Esta unidad es de objetivos, no de pensamientos; ya que si todos pensáramos igual no habría unidad y nos anularíamos como sociedad eso lo sabia Bolívar.
