El nudo gordiano

“Según narra la leyenda, un campesino llamado Gordias (de ahí el nombre de Gordiano) llevaba sus bueyes atados al yugo con unas cuerdas anudadas de modo imposible de desatar. (…) Según las tradiciones, quien consiguiera desatar el nudo gordiano podría conquistar Oriente. Alejandro Magno se enfrentó al problema cortando el nudo con su espada, y dijo: «es lo mismo cortarlo que desatarlo». Efectivamente Alejandro conquistó Oriente.

Así, en castellano, se utiliza la expresión: «complicado como un nudo gordiano», para referirse a una situación o hecho con difícil solución o desenlace.”

(%=Link(«http://es.wikipedia.org/wiki/Nudo_gordiano «,»nudo_gordiano»)%)

Los electores independientes de un país que se dice democrático no necesitan que nadie utilice el imperativo del verbo sumar para decidirse a apoyar a un candidato.

Por otro lado, un candidato sólo requiere para lanzar su candidatura de los requisitos establecidos en la constitución.

Las discusiones acerca de cómo debe desatarse un nudo terminan cuando el nudo desaparece. Hacerlo desaparecer es mérito suficiente para que alguien demuestre que sabe lo que hace.

Como lo que se necesita es de alguien que sepa lo que hace y que además lo haga, todos esperamos que un hombre o una mujer que pueda cortar por lo sano la interminable y estéril discusión acerca de la mejor manera de encontrar al más idóneo para enfrentarse al nudo

y desnudar la verdad de una vez, de un paso adelante, corte el nudo y con él la discusión y entremos en el próximo capítulo de esta telenovela que bate ya todos los récord de permanencia en pantalla de la televisión latinoamericana.

Mi aproximación como guionista a la escena es que la mujer, o el hombre, sale del tumulto y se acerca al bendito nudo con la espada de la razón: una razón tan sólida y afilada que el nudo se deshaga ante ella con sólo verla.

Nada hay más propicio a la razón que el debate libre; a nada le teme tanto la sinrazón como al diálogo público.

Esa mujer o ese hombre, en la escena que imagino, dice algo así como:

– Muy bien; aquí estoy. Y quiero que todos se acerquen y observen.

Si soy yo el más apropiado, que sea la realidad quien lo demuestre.

Como todos sabemos ya quién es Gordias y qué papel tiene en la telenovela, a nadie extrañará que el hombre o la mujer (es decir, el candidato o la candidata) convoque al responsable de este culebrón en que ya la presentación se ha podrido por no poder llegar al nudo y desde él al desenlace y diga:

-Señor Gordias, traiga aquí su nudo donde todos puedan verlo.

Y como se trata del capítulo de mayor rating y con la máxima combinación de alcance y frecuencia, se haga con él una transmisión en cadena, en horario prime time en que se produzca el DEBATE.

De un lado el titular de la faja (es decir, del nudo) y del otro el aspirante a conquistador (el candidato).

Uno defenderá su nudo y dirá que nunca hubo mejor nudo en el mundo y que todo el país está feliz con tal enredo, orgullo del mundo

y solaz de cuantos próceres de pasado oscuro e ignoto se recuerdan y cuyas hazañas nos trajeron hasta este presente ante el que el Paraíso Terrenal languidece de envidia.

El otro – el que dio el paso adelante sin que nadie tuviera que decirle “súmate”- demostrará con razones, con emoción y con autoridad, que todos los desenlaces imaginarios en lejanos futuros que hacen que el nudo se perpetúe y siga siendo el protagonista eterno de la saga, son ilusiones.

Y que un país sin nudo es no sólo posible, sino deseable. Que hay mejores maneras de llevar el carro. Que el conoce las rutas.

Tendrá, desde luego, que demostrarlo.

Frente a frente. Gordias vs. Alejandro. Goliat contra David, si prefieren. En DEBATE TELEVISADO.

Y que gane el mejor.

Pero basta ya de halar cada quien de su lado de la cuerda: sólo sirve para que el nudo se haga más imposible de desatar.

Todos esperamos que el voluntario dé un paso adelante.