Opinión Nacional

El País de España y el inaceptable circo venecubano

Han pasado por mis manos no una sino varias fotos de entubados con mayor o menor semejanza con el afamado entubado del CIMEQ. Quienes me las han enviado, con el ruego por su difusión, me han asegurado que provenían del G2. Creyendo que con ello les daban mayor autenticidad. No sabían que al hacerlo se estaban desautorizando a sí mismos.

Sin dudar un segundo las tiré todas al basurero. Por muchas razones. Así fueran veraces, la responsabilidad de un venezolano respetuoso de la ley no es hacerse eco de manipulaciones bien o mal intencionadas: es exigir el irrestricto cumplimiento de la Constitución, que en esto casos hace perentorio y de riguroso cumplimiento la conformación de una comisión de expertos en la enfermedad que sufre el primer mandatario, constituida por especialistas venezolanos de reconocida imparcialidad, prestigio y credibilidad, que tras un exhaustivo examen del paciente emita un juicio de validez científica sobre el real estado físico y mental del paciente para determinar si está o no está en condiciones de ejercer el cargo para el que fue electo.

El rechazo del Tribunal Supremo de Justicia por medio de su vocera autorizada, nada más y nada menos que la presidente de dicha máxima instancia, la Sra. Luisa Estela Morales Lamuño, a aceptar el cumplimiento de dicho mandato constitucional, conjuntamente con su decisión de irrespetar todos los mecanismos previstos por el constituyente para resolver tan grave impasse de ingobernabilidad como el que vivimos, pisoteando de manera flagrante nuestra Carta Magna al darle un barniz de legitimidad al régimen de facto que funge de gobierno, se encuentra detrás de situaciones tan rocambolescas, humillantes y ominosas como las que dieron pie a la publicación de esa burda foto en uno de los periódicos más prestigiosos y afamados del mundo, El País, de España.

Se han unido en el caso, el secretismo dictatorial y altamente manipulador de los hnos. Castro, que mantienen prácticamente secuestrado al presidente electo de Venezuela en dependencias secretas de la dictadura cubana, negándoles a sus electores y a toda la ciudadanía venezolana el elemental derecho a una información veraz y oportuna sobre el estado de salud de su más connotada autoridad, como ordenan el orgullo nacional, la sensatez y la Ley, con el sensacionalismo de medios consumidos por la necesidad de alimentar la ansiedad especulativa de sus lectores y verse gratificados así por mayores tirajes y mayores ganancias. La manipulación y el atropello de la tiranía cubana con el ansia de sensacionalismo de medios pervertidos por la competencia.

No es descabellado imaginar detrás de este bochornoso incidente, que afecta de manera directa al prestigio de nuestro país y ensucia por igual al enfermo, al régimen y a la oposición, la mano aviesa del más siniestro y efectivo servicio secreto del mundo, el G2 cubano. Cuya máxima estratégica no consiste en destruir a su enemigo – en este caso Venezuela como un todo, tras cuya anexión trabajan a paso acelerado – , sino en desprestigiarlo, desanimarlo, resquebrajarlo espiritualmente y convertirlo en una piltrafa desmoralizada incapaz de reaccionar con virilidad, con hombría y el más alto sentido de dignidad nacional ante la invasión de sus efectivos.

La ofensa que nos infringe EL PAÍS debiera encontrar una respuesta unánime de quienes amamos nuestra Patria y no aceptamos seguir siendo ultrajados por un país invasor y sus quinta columnas. Es la hora de la dignidad nacional.

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