Opinión Nacional

El país que sigo soñando

En días recientes, estuve imaginándome la mar como tantas veces la viví, en medio de momentos borrascosos. Entonces sólo podía ver a mí alrededor un cielo encapotado, ennegrecido. Una mar sin horizonte, de grises cromáticos, que nos hacía temer por cada segundo del inmediato instante, porque en esas circunstancias la mar es insondable, impredecible. Pero tantas veces ese gris, esa mar indescriptible, después de hacernos sentir su poder, su fuerza, su capacidad para destruirnos, se tornaba amigable, navegable, risueña, alegre. Comenzábamos entonces a soñar con el siguiente puerto, con la esperanza de otras circunstancias, de otros momentos, de otras realidades. Nos llenábamos el espíritu con nuevas ilusiones y ello nos animaba a empeñarnos más en el diario quehacer, a comprometernos más para alcanzar mejores futuros.

En ese soñar al cual la mar nos animaba con frecuencia, nos atrevimos en más de una ocasión a construir una ilusión de país que hoy más que nunca puede sonar a fantasía, pero que seguimos empeñados en imaginarlo como una realidad posible. Un país preñado de oportunidades para todos sus hijos, en el cual puedan crecer y cuyo único límite sea el de sus capacidades, su dedicación. Un país del cual surjan notables científicos, los mejores deportistas, empresarios con visión de futuro dispuestos a ser pioneros en las diversas áreas de posibles inversiones. Un país donde la animosidad de su gente para lograr los más altos niveles de productividad en todas sus actividades, sea algo que se respire en el ambiente de cada ciudad, de cada pueblo, de cada municipio; donde los más capaces ocupen los cargos de gobierno sin distingo de posiciones políticas. Un país donde la Justicia sea un altar a la ecuanimidad, al amparo de la dignidad humana, a la igualdad ante la Ley. Un país donde el Estado esté concebido al servicio de la Sociedad; donde los diversos poderes logren el balance e independencia de acción que aseguren un permanente control de la función pública; donde el Estado garantice la defensa de sus fronteras, la seguridad de sus habitantes para el libre desempeño de sus potencialidades, la educación de su gente, incluso hasta los niveles de especialización técnica y de estudios universitarios para aquellos que poseyendo las calificaciones exigidas no dispongan de los recursos económicos para alcanzarlos, la atención a la salud de los más necesitados a través de centros hospitalarios de elevada calidad.

Nos empeñamos en seguir soñando un país donde las universidades sean centros de estudio de altísima calidad, reconocidas a nivel internacional; donde se estimule la competencia para alcanzar elevados niveles de conocimiento en las diversas disciplinas del saber científico y humanístico. Casas de estudio donde el profesorado sea lo más granado en sus áreas de desempeño; donde los ascensos sean el resultado de concursos de oposición, de trabajos de investigación de alta factura. Un país cuyas universidades sean en síntesis centros de profundos estudios particularmente en las áreas que afecten el acontecer de la sociedad, estudios que sean referencia para las decisiones en las políticas gubernamentales. Donde se teja una planificación de grandes objetivos para que los distintos gobiernos no tengan otra alternativa que darle continuidad, aún cuando cada administración la adorne con sus particulares pinceladas. Un país en el cual se produzcan los cambios generacionales tanto en las funciones públicas como privadas, que garanticen la oxigenación de los cuadros dirigentes para evitar que pretendidos “caudillos” se anquilosen en las estructuras sociales, económicas y políticas.

En esa navegación de sueños, continuamos tejiendo esperanzas de conformar un país donde las Fuerzas Armadas sea una institución totalmente profesionalizada, al servicio de la sociedad, que garantice la defensa de sus fronteras y la seguridad interna para el buen desenvolvimiento de todos los factores que intervienen en el progreso y desarrollo de la nación; de dimensiones y equipamiento cónsonos con las características geopolíticas y geoestratégicas de la república. Un país de connotados artistas en las muchas expresiones de la creación, donde el estímulo permanente a la creatividad forme parte de una política de Estado para incentivar las grandes potencialidades de sus habitantes, desde muy temprana edad.

A pesar que desde hace ya algún tiempo el país real donde vivimos con denodado empeño nos retrotrae a aquellos momentos en la mar borrascosa, ennegrecida, que no permitía ver horizontes, que no dejaba vislumbrar salidas del temporal, que nos aprisionaba como una bóveda aplastante, tenebrosa, asfixiante, en que se convertían la mar y el cielo circundante; ello sin embargo nos hace también recordar que siempre por muy fuerte que fuese el temporal, por muy recios los embates de la mar embravecida, siempre en lontananza se dejaba ver al final del espacio, una claridad, una luz que se acrecentaba en la medida en que las fuerzas de la tormenta aminoraban. Luego de todos estos años capeando la tormenta que nos ha tocado sufrir, la claridad que surge al final ha comenzado a brillar. Aunque tenuemente, ya podemos otear horizontes que se perfilan débiles todavía pero esperanzadores. Hacia allá veremos confluir todas las fuerzas liberadoras que llevarán a nuestro buque hacia ámbitos para nada procelosos, donde nos espera una mar rizada en la cual dibujar singladuras hacia grandes realizaciones.

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