Opinión Nacional

El país sin Chávez

Escribir en este momento sobre Hugo Chávez no puede hacerse sino desde una perspectiva de respeto y de responsabilidad. Respeto al fallecido y su familia y también respeto a todos los venezolanos, porque se trata del Presidente de la República, pero, muy en particular, respeto a los sentimientos y expectativas de millones de venezolanos que vieron en él el líder que los expresaba. Responsabilidad ante todo con el país, más allá de diferencias políticas y de la áspera confrontación que siempre tuvo en el centro al propio Chávez.

En este sentido, no podemos dejar de salir al encuentro del segundo mensaje de Nicolás Maduro, ese en el cual anunció el fallecimiento de Chávez. Hacemos nuestro ese llamado suyo a la paz, a la calma, así como al rechazo a la violencia. Fue un acto de responsabilidad de su parte, que encontró inmediata respuesta, igualmente respetuosa y responsable, por parte de la MUD. Ojalá que estas conductas y comportamientos anuncien nuevos tiempos en el debate político nacional, marcados más por el sosiego y la confrontación civilizada que por la brutalidad, la violencia verbal y la descalificación entre los adversarios, que hasta ahora ha sido la norma. La política debe dejar de estar signada por la ecuación «amigo-enemigo». Somos adversarios políticos y no enemigos que se juran mutuo exterminio. El debate y la confrontación política no excluyen sino que deben suponer el respeto a ciertas reglas de juego que aseguren la convivencia civilizada de quienes por mucho que se adversen, comparten el mismo país y la misma nacionalidad, amén de valores históricos y culturales que nos son comunes. Al sostener este punto de vista creemos interpretar el sentimiento de porciones mayoritarias de los dos bandos en que está dividido el país.

Ya habrá tiempo para retomar el debate político e incluso electoral, porque, de atenernos a la Constitución, en un plazo de treinta días deben ser «realizadas» ­es el verbo estampado en la Constitución­ elecciones para elegir al nuevo presidente de la República. Previamente tendrá que ser resuelto este aparente impasse constitucional acerca de quién debe asumir en este momento la presidencia provisional. Hay puntos de vista encontrados, que deben despejarse cuanto antes para superar este estado de inconstitucionalidad en que se encuentra la república.

Chávez fue un personaje controversial, siempre en el ojo del huracán de la polémica, quien desde su presidencia llenó tres lustros de la historia contemporánea del país.

Su fallecimiento, por supuesto, ha provocado una verdadera conmoción, tanto entre sus seguidores como entre sus adversarios, aunque las reacciones son, obviamente, distintas. Amado y detestado, por partes iguales, cualquier debate sobre su gobierno no escapará a la división y polarización política que vive el país, a la cual tanto contribuyó él mismo. La historia se encargará de asignarle sus justas proporciones pero, entre tanto, continuará marcando la vida del país durante un trecho más.

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