Opinión Nacional

El patio de la legalidad democrática

Ha fallecido afortunadamente la transitoriedad parlamentaria. La historia
hablará de ella como el mayor y más nefasto percance de nuestra accidentada
trayectoria legislativa. Ha nacido la nueva Asamblea Nacional.

Son 165. Conforman la máxima instancia del Poder Legislativo. Ningún partido
tiene ese 66% que daría al traste con la pluralidad que debe caracterizar a
la tribuna parlamentaria de cualquier democracia que se precie de serlo.

Nadie tiene control total. Y a esta escribidora de oficio le entra en el
cuerpo una sobredosis de entusiasmo.

Son 165. El diputado con mayor votación porcentual tiene 36 años, y proviene
de Primero Justicia. Es un joven abogado a quien el ciudadano presidente
calificó una vez en tono altisonante como miembro de una suerte de logia de
«estúpidos ilustrados». El presidente tenía razón, a medias. Porque Gerardo
Blyde hasta hace un par de años no era sino un «ilustre desconocido», muy
querido y apreciado por su familia, alguien a quien algunos pocos trataban
de tú. Pero a ese ciudadano que hizo sus largas colas para ir a ejercer su
derecho a elegir, el joven abogado de hablar pausado le pareció sí
ilustrado, mas no estúpido.

Son 165. Hay algunos batacazos y varios triunfos esperados. Hay gente
pensante que ejercerá el sacrosanto deber de la libertad parlamentaria, y
hay otros que harán el patético papel de esperar que desde la casa del
partido les digan cuándo alzar la mano. Hay venezolanos probos y honestos, y
hay venezolanos con consciencias en arriendo. Como nunca antes, el patio
legislativo hace honor a aquella frase que reza «de todo hay en la viña del
Señor».

Son 165. Hay los que enarbolan la bandera de la indefinida revolución, y los
hay levantando el estandarte de la indispensable e impostergable Reforma.

Hay quienes no cuentan con oficinas de partido ni con botijas de cuentas de
gastos, y los hay quienes no tendrán que preocuparse jamás por los recursos.

Son 165. Harán un juramento ante nosotros. Tienen el mandato de poner orden
y sensatez en una tierra cuyas leyes terminaron siendo folletines
irrelevantes. Tienen el deber de reestructurar la democracia, de restablecer
el Estado de Derecho. Son la Asamblea Nacional, y desde ya están en deuda
con nosotros. Los vigilaremos, asistiremos, conminaremos, alertaremos,
criticaremos y aplaudiremos. Les exigiremos cumplir con su deber para con el
país, un deber que debe privar por sobre cualquier interés personal o
partidista.

Son 165. Tienen prioridades parlamentarias que deberán atender con
inmediatez. Y yo, desde esta posición de ciudadano en ejercicio, de
venezolana que votó, de demócrata irreductible, me permito instarlos a
ocuparse desde el primer día de aspectos que no pueden esperar más en la
agenda del país. Necesitamos leyes que atiendan la Seguridad Social, la
Seguridad Nacional, la Reactivación Económica, las Privatizaciones, el
Sufragio y la Participación Política, la actuación y responsabilidades de
los nuevos poderes Electoral y Ciudadano, y las Estructuras del Poder
Judicial. Estos asuntos no pueden esperar.

Son 165. Son ustedes el patio de la legalidad democrática. Cúmplanle a la
Nación y a los Ciudadanos. Pasen a la historia como hombres y mujeres que
puedan ser recordados con honra y respeto como venezolanos de excepción. Y
recuerden siempre la sabia frase de Cicerón: «Seamos esclavos de las leyes
para poder ser libres».

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