Opinión Nacional

El perverso

El escritor bogotano Evelio Rosero en su novela La carroza de Bolívar presenta al gran colombiano como un genocida al expresar que en 1822 en la navidad negra, 24 de diciembre, los oficiales Sucre y Sanders, por órdenes de Bolívar, embistieron contra la indefensa ciudad de Pasto, al sur de la Nueva Granada, bajo el mando de Agualongo, causando 400 muertos entre niños, mujeres y ancianos. Agualondo, indica el texto comentado, para el momento de la incursión armada había tomado en veloz huida hacia los predios andinos en compañía de los milicianos.

Aduce el escritor haberse documentado por el historiador nariñense José Rafael Sañudo, además de otras fuentes escritas y verbales.

Recuerdo lo expresado por el poeta Julio Barreiro Rivas “Hombres Legendarios” sobre el denodado amor de José Tomás Boves “ El Taita” hacia su vástago al verlo. Barreiro nada grafica a la par sobre la persecución y desmanes cometidos contra los caraqueños, quienes despavoridos emigraban en 1814 hacia oriente luego de la pérdida de la república.

Aunque muchas personas coinciden que la historia la escriben los vencedores, Nerón no escapó al juicio inmediato de la tradición por lo abominable que resultó la quema de Roma y su impertérrito proceder.

Ni el bogotano de ascendencia pastusa Rosero con el comentario sobre Bolívar en boca de personajes producto de la inventiva del creativo, ni el narrador Barreiro sobre Boves por su común identificación de la tierra donde descansa el pie monte, podrán cambiar la realidad. Ello es la grandeza de la labor libertaria a través de la acción, escritos y códigos de Simón Bolívar; y la condición de aventurero como depredador a gusto del “Taita” Boves, aunque a este último lo llamen comandante.

No es mi intención entrar en los pesados volúmenes de la historia ni establecer un diálogo crítico sobre el contenido y autores. Traigo estos hechos a colación al referirme a gestas de reciente acontecimiento expuestos por quienes pretenden sin la debida investigación emular el sesudo trabajo de Everio Rosero Y Julio Barreiro Rivas en sus legados en referencia al andar de 1814 y 1822 respectivamente.

Pedro Carreño, diputado de extrema izquierda y miembro del partido de gobierno en la Asamblea Nacional, en pública actuación ensaya hacer ver como seres malignos a quienes lo adversan, porciones de sectas inmorales de extraña conducta sexual al figurar sin pruebas haber encontrado un supuesto policía al gobernador Henrique Capriles Radonski en hechos reñidos con la moral y las buenas costumbres.

Nicolás Maduro hace coro a Carreño y anuncia asistir ante al otrora templo de la diatriba y el diálogo institucional a denunciar los adversarios como tratantes de blancas pertenecientes a club de gays y organizaciones corruptas para seres de mal vivir, pero lo haría en privado. ¡A pequeñín y burla diferencia!

Si existe un ápice de duda esta se crece ante el anuncio del jerarca en tratar dicha materia en privado. Ello nos expresa claramente que estamos ante un posible show ya que conforme al espíritu de la ley las actuaciones del jefe del ejecutivo deben ser del discernimiento de sus gobernados.

Venezuela padece por incapacidad de sus conductores de males sociales por los cuatro costados. Las necesidades económicas son cada vez mayores y los parroquianos se preguntan con angustia dónde están los reales.

El periodista y analista Rafael Poleo llama la atención sobre la calamidad de la realidad al expresar perplejidad acerca de la iliquidez fiscal del estado para cumplir con sus acreencias dentro y de cara a los centros del dinero.

A quien hoy aspiran desprestigiar mal poniéndolo no es otro que el candidato a quien le arrebataron las elecciones presidenciales el pasado mes de abril. El, Capriles, por hoy mantiene el favoritismo de los votantes, aun cuando la nación no está en campaña electoral.

Es tal el desespero del cuestionado Maduro que expone al desprestigio a las asociaciones sobre la tolerancia sexual innecesariamente con tal de subir en las encuestas.

Para rematar, en una suerte final aúpa la convocatoria de una asamblea constituyente pero aspirando a imponer a sus seguidores y votantes adversos sus inaceptables condiciones.

La patria se encamina hacia la desobediencia civil mientras el perverso mandador ronda sin encontrar la partida de nacimiento local, circunstancia que lo convierte en un presidente írrito.

 

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