Opinión Nacional

El polo en El Valle

Según un veterano estalinista transfigurado en chavista, el electrónico resultado del 30 de julio significa la derrota del neoliberalismo salvaje, la reacción nacional e internacional, ‘doscientos articulistas’ y paremos de contar. El orondo panegirista olvidó mencionar a su propia parcialidad y al resto de la chamuchina pseudorrevolucionaria que bajo diferentes siglas actuó como payasa o ‘palera’ y también papelera del fascistoide proyecto de Ceresole. Todos a una fueron barridos por la implacable escoba del Comandante y desaparecieron del registro de partidos políticos. Los únicos sobrevivientes son los pájaros comejaulas del MAS que ahora lucen como aventajados discípulos de don Vicente Amengual en eso de bailar el son que les toquen. Los demás a recoger firmas para construir nuevos parapetos que les permitan reaparecer como ‘líderes fundamentales’ y procurarse revolucionarias conexiones con el presupuesto.

No olvido la tarde de mediados del 99 en que el señor Istúriz, seguro y arrogante, se irguió en la tribuna del Senado para fusilarse a un clásico marxista y advertir con amenazante solemnidad que ‘nosotros’ hemos ganado el gobierno pero no el poder y vamos a conquistarlo. El dantoniano tribuno nunca pensó que, llegado ese día, él y los suyos estarían excluidos de ese ‘nosotros’ astuto y transitorio. Y menos que ese poder concentrado en manos del Comandante y en parte obra del servilismo pepeto se volvería un ariete para golpear el causaerrismo sin hacer distingo entre el bolchevismo febrerista de Medina y el menchevismo de Velásquez. Este buscó por todos los medios que lo dejaran entrar y cuando el Unico le tiró la puerta en las narices se acogió al alero de Arias. Su forzoso viraje, impuesto por el dictado del odio mellizal, determinó el aislamiento de los pepetos. Ahora, en la soledad de la derrota, los caudillos pepetos enfrentan el fantasma de la disolución. Es muy difícil que el avisado Alí Rodríguez cambie su cartera ministerial por el rango de dirigente de un partido de bolsillo y sin gobierno. Y las salvedades y protestas de los señores Villegas y Paravisini anuncian que la procesión anda por dentro. Todo indica que el Comandante se quedará con ese pedazo del bicéfalo engendro del finado Maneiro y Jorge Olavarría.

El resultado del 30 de julio también parece marcar el fin de la larga y silenciosa agonía de lo que ha sido, en los últimos meses, una mínima parodia del partido fundado por el ilustre maestro Luis Beltrán Prieto. Quien conoció a ese gran venezolano como yo le conocí y sus hijos pueden dar fe de esta afirmación no puede imaginarlo levantando el brazo al Comandante y tocado con la boina colorada de los batallones ‘requetés’ del hispánico carlismo absolutista. La sombra de su criatura se terminará de desvanecer muy discretamente y alguien recordará el verso de Manrique: …’como se viene la muerte tan callando’…

Quienes ni siquiera se disolverán porque siempre han estado disueltos son los del grupillo inicialmente estalinista, luego eurocomunista a lo italiano y finalmente chavista. Estos disponen de un manido repertorio de tópicos para justificarse y justificar todas las posiciones, personificar y ubicar a la ‘reacción’ en función de su dialéctica peculiar y, desde luego, exhibirse como los campeones de la democracia y la unidad democrática. Es muy probable que en breve disfrutemos sesudos razonamientos según los cuales el Comandante es el progresista y la reacción está representada por quien hasta ahora ha actuado como copresidente y/o por la sargentería que aparenta dirigir el parapeto llamado MVR.

El transfigurado comentarista se solaza cuantificando la merma de los votos adecos pero no puede disimular su pesar por la supervivencia del partido blanco. El chavismo y sus acólitos le tenía preparado un entierro de cruz baja y se han llevado la sorpresa de que su detectado enemigo se soprepuso a las execraciones, el Indra, el Consejo Electoral y sus problemas internos para emerger como el primer partido de oposición. Se cuenta que alguna vez un capitoste del perezjimenismo comparó a los adecos con los bachacos porque reaparercían cuando se les daba por exterminados. Algo parecido deben haber dicho quienes los señalaron como las primeras víctimas de la revolución pacífica y ahora ellos son los difuntos parlantes del huracán electrónico. Y los adecos muy orondos con sus treinta y tantos parlamentarios, su mayoría de alcaldes y los gobernadores que sobrevivieron al fraude. ¡La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida!.

Nunca he alardeado de vidente pero no me equivoqué al anunciar la muerte del Polo Patriótico, que no pasó de ser un Polo Patético. Lo mató el Comandante y ese muerto es suyo. Ya no hay necesidad de Polo. O mejor, éste se redujo al MVR y el obsecuente MAS, el cual, dicho sea de paso, estará allí hasta que se ponga respondón… si es que se le ocurre. El objetivo es un solo partido y un solo jefe. Queda el puente de plata de lo que el general Guzmán Blanco llamó ‘la asimilación’; que se incorporen al carro triunfal las individualidades que quieran, puedan y deban incorporarse. Y nada más.

Y a llorar a El Valle. Que ahí cambian las lágrimas por cachapas.

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