Opinión Nacional

El próximo capítulo

¿Cuándo y cómo será el próximo capítulo del conflicto con Colombia? Más temprano que tarde lo sabremos porque la tregua quisqueyana tiene demasiadas espinas.

La verdad es que la Cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo, hábilmente conducida por el presidente Leonel Fernández, significó un anticlímax muy oportuno para la irresponsable escalada bélica regional, instigada, no faltaba más, por el mandatario rojo-rojito, a partir de la denunciada operación colombiana en el Putumayo ecuatoriano.

Y como lo cortés no quita lo valiente, hay que reconocer el giro de 180 grados que Chávez le dio a su discurso respectivo, si se comparan las proclamas guerreristas de los días previos y las intervenciones apaciguadas en la reunión dominicana. ¿Consejos de Fidel Castro? ¿Encuestas nacionales sobre la impopularidad de una eventual guerra? ¿Epifanía de sensatez?

Lo que más importa es que se bajó la presión y se confirmó el ambiente de consenso que ya se había logrado en el encuentro de la OEA en Washington. Uribe redondeó una faena diplomática de marca mayor, Correa no pudo ocultar su cara de embarque, y Chávez obtuvo el aplauso de sus colegas por bajar la guardia.

Pero, ¿por cuánto tiempo? Al fin y al cabo en tan sólo la semana pasada el «gobierno revolucionario» cerró la embajada venezolana en Bogotá, expulsó a la misión colombiana en Caracas, movilizó fuerzas militares a la frontera, restringió el intercambio binacional y anunció la posible expropiación de empresas colombianas en nuestro país.

Todo ello ha quedado atrás, por ahora, pero buena parte de las razones que han venido erizando las relaciones entre Miraflores y la Casa de Nariño permanecen intactas.

La primera y principal son las imbricaciones entre la «revolución bolivariana» y las FARC. Y no tanto ideológicas sino políticas y operativas. La vocería oficialista rindió buena cuenta de ello desde la muerte de Raúl Reyes hasta el abrazo de Chávez con Uribe. Los canales del Estado, por ejemplo, estuvieron compitiendo a ver quien alababa más a Marulanda y compañía.

Otra razón es la persistencia de Caracas en participar en los procedimientos de liberación de secuestrados por las FARC –o de retenidos según la jerga periodística oficial, sin la aquiescencia de Bogotá e incluso a contravía de sus posiciones. Porque una cosa es la contribución humanitaria y otra su aprovechamiento político en un ring de acusaciones entre ambos gobiernos.

Y desde luego que permanece el mar de fondo o la disparidad radical entre la plataforma petro-socialistona de la llamada revolución bolivariana y la cierta ortodoxia capitalista y pro-norteamericana del Estado colombiano. Si a ello se le agrega el ingrediente nada secundario del encono personal de los jefes de Estado y sobre todo el de la lengua incontinente del señor Chávez, el mandado está hecho para que el conflicto sea la regla y la cooperación la excepción.

Puede que no se sepa el disparadero preciso del próximo capítulo, pero muy pocos se hacen ilusiones sobre la posibilidad de una normalización constructiva y duradera de las relaciones con Colombia.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba