Opinión Nacional

El rostro amargado y sombrío del país

“Todos los pueblos del mundo que han

                          lidiado  por la libertad, han exterminado

                        al fin a sus tiranos”   Simón Bolívar

Esta viernes muere Graterolacho y Chávez embiste otra vez contra Guillermo Zuloaga. Se nos va un luchador. Las lágrimas de dolor arrastran las lágrimas de rabia. La carrera hacia el 26 de septiembre compulsa el odio, aviva la venganza en la personalidad enfermiza. No estaban los Zuloaga en su casa. Los “mandaderos”, sin identificarse, parecían forajidos paseándose frente a la puerta. La tarde anterior Chávez se desbocó contra Zuloaga  en una de esas cadenas mediáticas de  cuatro, cinco horas y que se anuncia con una copia descolorida de un caballito cubano de un disco de Silvio Rodríguez, Lo insultó como quiso, lo expuso al agravio público, incitó al odio contra él.

Acosado por los titulares que dan cuenta de su incapacidad, las encuestas que dicen de su caída popular, alimentos podridos en toneladas de toneladas, la corrupción, las cárceles llenándose más y más, la escasez de alimentos, de medicinas, la salud por el suelo, el altísimo alza de alimentos y vida, la inseguridad, los deudos esperando cadáveres de sus seres queridos en la morgue que no tiene ni cupo ni refrigeración y el hedor se aspira de lejos, los desatinos con Colombia, la inflación más alta de América, los regalos financieros a sus “socios” políticos, los puentes y carreteras que se caen, los ataques contra la libertad de expresión, los inhabilitados candidatos a las elecciones, cadáveres en huelga de hambre, empresas expropiadas, humillaciones y miseria. Venezuela es otra cosa, es un rostro amargado y sombrío.

Yo no quiero ni pensar lo que dejará Chávez. Las cuentas sin conocerse, los negocios obscuros que pueden deducirse por la corrupción galopante que se registra cada día y desconocen los comprometidos. Hombres valiosos, democráticos, fuera del país. Y un hombre que ya no puede dar más evidencias de lo que pasa con él. Una mente de gravísimos desórdenes que se enseña a si misma pródigamente, se dice y desdice, miente sin pudor, manipula a su antojo. Y un pueblo agobiado que se descubrirá a si mismo, que tiene que hacerlo porque casi doce años de este horror no pueden ser más fuertes que cuarenta de democracia y un legado histórico manoseado en su integridad que nos obliga a despertar músculos, nervios, voluntad para rescatar esta Venezuela violada en su alma.

Necesitamos reencontrarnos en lo mejor de nosotros mismos. Chávez podrá encarcelar mil, dos mil, pero no cinco, seis millones. Nosotros somos el poder. Los que nos asfixiamos en la opresión, la persecución y la violencia. Chávez  no se va a detener. La sociopatía  no permite sentir culpa, arrepentirse, ser leal. Biológicamente Chávez no puede cambiar. Seguirá todo peor. Y solo lo detendrán los mismos que no le han permitido llegar donde siempre ha querido. Venezuela le queda grande a  este personaje folklórico y dañino que escribe las páginas más sombrías de nuestra historia.

 

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