Opinión Nacional

El sindrome Izarra

Vi varias veces el video en Youtube tratando de encontrarle algún sentido a aquellas carcajadas fingidas: la boca emitía el ruido de una risa nerviosamientras los ojos reflejaban rabia.  Lo extraordinario del asunto, quizá loque más indignó y aumentó el caudal de risa socarrona del burócrata, fue elaplomo de los entrevistados por el periodista Carlos Montero de CNN enespañol. El sociólogo y criminólogo Roberto Briceño León y el comisarioEliseo Guzmán, ignoraron las burlas del aprendiz de Chávez y siguieronadelante con sus documentadas declaraciones sobre las decenas de miles demuertos, en los once años de gobierno chavista, víctimas de la delincuenciay otras formas de violencia callejera y cotidiana. Aquello fue tan grotesco,tan rayano en la procacidad, que el joven burócrata tuvo que darexplicaciones pero ninguna disculpa. Se defendió atacando, como hace su maestro Chávez.

¿Reconocer un error, una falta o un exceso? ¡Jamás!

El burócrata ex ministro de Comunicación e Información  y actual presidente de Telesur, volvería a burlarse unos días después de un venezolanagonizante por culpa del régimen al cual sirve. Unas horas antes de lamuerte de Franklin Brito, el productor agrario expropiado y expoliado por elgobierno comunista de Hugo Chávez Frías y en huelga de hambre indefinidapara protestar contra esos abusos, Andrés Izarra escribió en su twitter queBrito olía a formol. Apenas se enteró de su deceso por inanición, retiró esafrase infame pero no pudo evitar que la misma se difundiera y que sigacirculando.

¿Es Izarra un caso excepcional? ¿Es acaso el único funcionario chavista quese burla de los muertos y se ensaña con los vivos?  Por supuesto que no,Izarra responde a un modelo, aprende de su jefe y procura imitarlo. Susofensas al sentimiento de millares de venezolanos que han perdido a susseres queridos por obra de la violencia criminal, son copiadas del estilovulgar, insultante, ofensivo y canallesco de quien para desgracia de

Venezuela ocupa la presidencia desde hace once larguísimos años. La burla, sin embargo, no tiene necesariamente que expresarse siempre con risotadas, agravios y obscenidades. Hay otras maneras de abofetear a las personas sin siquiera tocarlas. Cuando los criminales más peligrosos: secuestradores, narcotraficantes y asesinos se fugan de la cárcel y algunos hasta dos veces, no hay explicación, nunca se sabe cómo fue o si hubo complicidad de guardianes y jefes carcelarios. Nadie explica como es que en las horrendas cárceles del país se producen constantes asesinatos entre reclusos con el uso de armas de fuego ¿Cómo las obtienen? Y mucho menos cómo es que se realizan fiestas con profusión de licores, mujeres invitadas y consecuentes riñas homicidas por celos y borrachera. Pero a la juez María Lourdes Afiuni, una madre y profesional  venezolana culpable sólo de cumplir con su deber, la trasladan desde su celda, esposada, con chaleco antibalas y una escolta policial digna de Hannibal Lecter, el monstruoso asesino caníbal interpretado en el cine por Anthony Hopkins. ¿Es o no esa una burla permanente a la dignidad de una persona y al respeto que los hombres decentes -los de verdad- manifestaron siempre por la condición femenina? Por supuesto que las primeras en callar de manera cómplice o cobarde, que para el caso es lo mismo, son las mujeres de Chávez, las mismas que pasaron los cuarenta años de la democracia usufructuando la causa feminista con sus airadas protestas.

¿Y las burlas electorales? Además de la creación de circuitos electorales pret a porter,  que le permiten al chavismo obtener mayor número de diputados a la AN con el menor número de votos, sino del ventajismo obsceno con la propaganda en todos los medios oficialistas y la presencia atosigante del presidente -en persona o en imagen- en actos públicos, cadenas de radio y TV, afiches, pancartas y publicaciones de toda índole. Los nombres y datos curriculares de los aspirantes a la AN carecen de importancia, basta que sean los candidatos de Chávez para recibir con el mayor descaro, toda la publicidad y los recursos que se niegan a los candidatos de oposición.

Las peores burlas, sin embargo, son las que se hacen a la inteligencia de los habitantes de este país. El presidente y sus acólitos se han cansado de proclamarse comunistas, no han escatimado loas y apoyos a las FARC, tienen relaciones íntimas con los gobiernos más indeseables del planeta, pero en tiempos pre-electorales se enfurecen si alguien los llama comunistas salvo que ese alguien sea Fidel Castro; simulan querer la paz con Colombia y perseguir a los narcoterroristas de las FARC y no hacen demasiada bulla con sus amistades peligrosas.  Mientras tanto avanzan en su proyecto castro comunista con “la tarjeta del buen vivir” que es una cartilla de racionamiento disfrazada, y continúan con su discurso anti capitalista que frecuentemente raya en el ridículo. Como el de Robert Serra, ex dirigente estudiantil del PSUV en la Universidad Católica y actualmente candidato por ese partido en el Circuito 2 de Caracas. Un periodista de El Nacional lo entrevista y le pregunta: “-¿El principal problema de Caracas es…? Y responde Serra:  “-La seguridad es fundamental. Los índices delictivos en mi circuito son altos. En El Observatorio, 23 de Enero y El Guarataro se cometen más delitos contra las personas; mientras en las parroquias céntricas como Altagracia y Santa Teresa, que están muy influidas por el mensaje capitalista y consumista, hay más delitos contra la propiedad”.

Para interpretar a ese genio del marxismo del siglo XXI no hay que ir muy lejos: el delincuente que se limita al hurto, a la estafa o al robo pero sin agresiones físicas, es un ser deleznable influido por el capitalismo y el consumismo. Ergo,  los asesinos que pululan en el circuito de Serra y en casi todos los de la geografía nacional, deben ser los hijos directos del socialismo. Ahora si que provoca reírse.

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