Opinión Nacional

“El Tercer Lado” y la Solución del Conflicto Venezolano

Durante la primera quincena de febrero, el Centro Carter, uno de los miembros, junto a la OEA y la ONU, de la troika internacional facilitadora de la solución del conflicto venezolano, auspició la visita al país del reconocido experto internacional William Ury. El experto vino a promover la tesis de “un tercer lado”como clave para la solución del conflicto nacional.

La tesis esbozada por Ury es muy simple: En un conflicto donde hay una polarización de los bandos enfrentados que amenaza con desbordarse hacia una violencia incontrolable, es imperativo y urgente reivindicar a un tercer lado: el lado de los valores esenciales de la mas amplia comunidad común, el lado de la solución sensata y pacífica, el lado de la reconciliación constructiva, el lado del amor por la Vida. El tercer lado actuará entonces como antídoto contra la violencia y como base para la paz.

En base a su experiencia internacional con muchos conflictos, Ury se refirió a tres alarmas claves que identifican a un conflicto que está a punto de precipitarse hacia una explosión violenta incontrolable: 1) la población se arma 2) una conducta de desprecio entre los adversarios 3) medios de comunicación “politizados” o que han tomado partido en la contienda. Advirtiendo que ése fue el caso de conflictos tan devastadores como el de Yugoslavia y Ruanda y que en esa situación de alarma ya ha entrado Venezuela, Ury recomendó “poner las barbas en remojo” y actuar con sentido de urgencia ante nuestro escenario.

De hecho, los analistas de todo el mundo están asombrados de cómo es que Venezuela no ha caído ya en una conflagración violenta generalizada; sobre todo teniendo en cuenta las multitudes que continuamente se han lanzado a la calle para manifestarse en la contienda. “Por menos ha habido guerras en otros lados” ha dicho el tenaz Secretario de la OEA y facilitador Gaviria, añadiendo que sólo una excepcional idiosincrasia nacional conciliadora como la del pueblo venezolano puede explicar la afortunada “anomalía”.

Ury enfatizó además que, de su experiencia con toda clase de conflictos en el mundo, “de ninguna guerra quedan ganadores”; y ciertamente mucho menos en lo que se refiere a la población civil, la cual hoy por hoy termina con la peor parte en los conflictos. En este último sentido, citó una estremecedora estadística: en las guerras de hoy, en promedio de cada diez muertos, 9 son civiles y uno es soldado –en contraste con las guerras de ayer donde la proporción era exactamente la inversa: por cada diez bajas, nueve eran soldados y una civil. Lo anterior, en vista del carácter intestino y el uso de armas de destrucción masiva (incluso no militares)que parece caracterizar a las guerras contemporáneas.

Ury fue complementado en su exposición por el acompañante Anthony Robbins. Este resaltó la importancia de desterrar “la demonización” mutua como pre-condición para la decisiva solución de una confrontación; citando en tal sentido una confesión que le hiciera el ex-premier soviético Mikael Gorvachev sobre el papel crítico que tuvo tal requisito en la desactivación de la Guerra Fría. Además enumeró el siguiente decálogo para que líderes del tercer lado puedan exitosamente aportar a la resolución de todo conflicto: 1) reconocer la verdad de la situación tal como es 2) aspirar a una mejor situación, postulando una visión, un proyecto constructivo de sociedad a tal fin 3) actuar con acciones concretas para lograrlo.

En medio de la caldeada situación a la que los dos polos han conducido a todo el país, el mensaje del “tercer lado” auspiciado por el Centro Carter ha sido muy oportuno y, en vista de la influencia de que goza hoy dicha institución acrecentada por el reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a su líder Jimmy Carter, también ha sido un mensaje particularmente oportuno para insuflar estímulo y respaldo para los “tercerladistas” venezolanos, avasallados hasta ahora por el mayor poder de expresión de los polos, a pesar de que, en el fondo, son mayoría. De hecho la mencionada campaña ha servido de acicate para la creación en nuestro país de una especie de foro donde agrupaciones y personalidades comprometidos con el tercer lado se ha propuesto sumar esfuerzos para tener mas peso en una solución sensata de la contienda venezolana.

A nuestro modo de ver, el mensaje del tercer lado responde en verdad a una condición intrínseca y universal de todo ser humano: su amor por la Vida. Por lo cual, mas que hablar de un “tercer lado”, habría que hablar de un “tercer escenario” o “estado de conciencia”; porque el tercer lado mas que referirse a un nuevo bando de actores, se refiere a una concepción alternativa por la Paz. Esta aclaración puede, por otro lado, contribuir, a evitar el riesgo de que los apasionados polarizados tiendan a confundir o a descalificar a los tercerladistas como “neutrales irresponsables” o “ni-ni” , ó de que tiendan a verlos como un nuevo bando mas.

La posición del tercer escenario es, por el contrario, pro-activa y con unos claros valores. Y puede además identificarse con aspectos de los polos o estar abierta a ellos. Aún mas, el tercer escenario no sólo está abierto a los polos sino que se complacería mucho si los polos lo asumieran como suyo –pues este sería la mejor medición de su éxito.

De hecho, los polos en un conflicto de raíces profundas como el venezolano, y siempre que se atengan a la honestidad y medios pacíficos, pueden considerarse legítimos y hasta sanos, pues pueden conducir, por acción y reacción, a exponer las grandes fallas que arrastramos como sociedad y las soluciones mas idóneas a las mismas. Y en verdad, a pesar de toda la agonía, estrés y aspectos adversos del Conflicto, mucho de lo anterior ya ha estado ocurriendo.

La crisis ha servido para que la sociedad madure políticamente “años luz” (donde antes reinaba una insana apatía o indiferencia en los asuntos públicos y la participación); ha incentivado una actitud contestaria-cuestionadora de la población, bienvenida ante todos los vicios del statu-quo que existían (donde antes reinaba una actitud conformista o convalidadora); y ha concientizado a la población de que sólo cambios profundos nos permitirán remontar la cuesta y reorientar el país hacia una situación mas sustentable y confiable-con la amplia participación de todos.

El tercer escenario, al reivindicar, como decíamos antes, la intrínseca y esencial identidad humana, reivindica el orden natural de la Creación, el orden de Dios. Una de cuyas leyes, por cierto, es la de que en todo proceso natural “los polos son complementarios, no antagónicos”; lo que ha sido emblematizado en la famosa figura del Ying y el Yang del Taoísmo (anexa). En la misma, se señala que los polos no sólo permanentemente interactúan entre si en forma complementaria sino que cada polo, en verdad, contiene dentro de si una expresión del otro, y que, por tanto, mas importante que los polos es el equilibrio que se logre entre ellos. La “linea del medio”, la “linea de balance” es, en verdad, la parte mas importante de la figura del ying y el yang.

Y otra ley del orden natural es la de la unicidad de la Vida, la ley de que “Todo es uno y todo está vivo”. De la cual provienen el corolario: “lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos” y el universal primer mandamiento común a todas las religiones: “Amar a Dios sobre todas las cosa y al prójimo como a ti mismo”. Rememorando al Cacique Seattle: Esto sabemos: Todo va enlazado como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la Vida, él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo…

Y hablando del indio Seattle, no hay duda de que en la propensión pacifista que podamos tener como pueblo, y a la cual se atribuye un papel importante para que se haya evitado la guerra en nuestro país, la herencia indígena ha tenido un papel preponderante. La cultura ancestral indígena a la cual debemos tanto -recordemos que en el crisol multirracial colonial pre-nacional mientras que los europeos nunca pasaron de unos pocos de miles, la población aborigen se cifró en centenares de miles- fue una cultura de un gentilicio mayormente pacífico. Rememorando el juicio de Bolívar: “El indio es de un carácter tan apacible que sólo desea el reposo y la soledad; no espera acaudillar a su tribu, mucho menos a dominar las extrañas…esta especie de hombres es la que menos reclama preponderancia; aunque su número excede a la suma de los otros habitantes….es una especie de barrera para contener a los otros partidos, ella no pretende la autoridad, porque ni la ambiciona ni se cree con aptitud para ejercerla, contentándose con su paz, su tierra y su familia. El indio es amigo de todos.”

Al tipo de valores anteriores se añadirían a la postre el humanitarismo del mas auténtico cristianismo “Fray -bartolemeniano” tratándose de hacerse oir sobre la aberración colonialista, la nobleza del negro africano y la jovialidad del aporte árabe -a partir de sus 8 siglos de predominio en la España pre-conquistadora. Todo ello, en un crisol de mestizaje que, sumado a las inmigraciones mas recientes, nos ha hecho per se un pueblo tolerante y celebrador de la diversidad; y de vocación conciliatoria y rezandera.

Los valores universales que animan al tercer escenario han sido recogidos por muchos estadistas y abanderados de la solución pacífica de los conflictos, Uno de los internacionalistas y negociadores mas brillantes que ha tenido nuestro país, Manuel Pérez Guerrero, solía decir que “nadie esta nunca ni 100% correcto ni 100% equivocado” – en sabio reconocimiento del principio de la complementaridad de los polos, y que “era importante que los acuerdos suscritos lo fueran no sólo en el papel sino en las mentes de los firmantes a fin de que fueran sinceros y viables” (nosotros añadiríamos y, además de las mentes, en los corazones). La anterior amplitud por supuesto no le impedía a Pérez Guerrero tener claras posiciones propias sobre el sistema internacional, opiniones que desafiaron poderosos intereses. Jugó un papel estelar junto a Pérez Alfonzo en la creación de la OPEP, fue un sistemático crítico de las inequidades de los esquemas del Fondo Monetario y Banco Mundial, y fue un ardoroso abanderado de la necesidad de un nuevo orden internacional.

Como tal tipo de amplitud no le impidió tampoco a ese apóstol de la no violencia y del tercer lado que fue Gandhi el decir siempre que su valor supremo era el de la Verdad, por la cual no hacía concesión; así como incluso mantener una clara militancia a favor del polo patriótico en la contienda por la independencia de su país –aunque le tocara discrepar con algunos de sus propios congéneres políticos no infrecuentemente, precisamente por sus tesis terceristas. Aún mas, los objetivos de Gandhi iban mucho mas allá de la independencia política de la India, aspiraba nada menos y nada mas que a un cambio de civilización para desembarazarse de la civilización materialista y explotadora que encarnaba el colonialismo inglés y que incluso tenía reflejos propios en su país, y en pro de una civilización espiritual, humanista y solidaria.

Las aspiraciones de figuras como Pérez Guerrero sobre un nuevo orden internacional o de Gandhi sobre una nueva civilización se mantienen hoy plenamente vigentes, ante un mundo con una total bancarrota en los modelos e ideas convencionales. Como lo muestran sus abrumadores problemas actuales, que jamás podrán resolverse o encubrirse con el recurso de guerras, la violencia de los extremistas ó la continuación de esquemas de explotación, sojuzgamiento o alienación.

En base a todo lo anterior, tenemos que decir que en definitiva toda actuación del tercer escenario en el caso venezolano debe sustentarse, en consonancia con el decálogo tercerista en: 1) la Verdad u honestidad en el diagnóstico 2) que no puede haber marcha atrás en los cambios profundos que requiere el país 3) y en la participación en las acciones prácticas que lleven a su ejecución. Sólo así se lograría una efectiva resolución de nuestro conflicto, sólo así se aseguraría la paz.

La declaración contra la violencia lograda en la Mesa de Negociación entre el gobierno y la oposición el pasado 18 de febrero, luego de tres meses de forcejeo, constituye un significativo y esperanzador suceso, que tiene que ser seguido por acciones concretas coherentes y oportunas a fin de probar su plena valía y prevenir las acechanzas de la violencia nefasta.

Pero, mas allá del anterior instrumento, y en correspondencia con todo lo antes expuesto, hemos estado planteando desde diciembre pasado las siguientes nueve bases para un amplio Acuerdo Nacional, que recogen en gran parte mucho de lo propuesto y que, en todo caso, deben verse como parte de un mismo conjunto concatenado: 1) Hacer valer el enfoque “ganar todos” en vez de “ganar uno a expensas del otro”, centrándonos mas en lo nos une que en lo que nos desune. 2) Bajar el tono del debate (algo ya reconocido en la declaración suscrita en la Mesa de Negociación, que admite que la violencia no sólo es nefasta en la acción sino también en la palabra y el pensamiento) 3) Deponer, unilateralmente, por razones de ética y como gesto de buena voluntad, las acciones reñidas con la no violencia mas notorias en que cada lado haya incurrido (incluyendo el desarme) 4) Prever, en contenido y tiempo, un adecuado escenario preparatorio del ejercicio electoral que está planteado 5) Apuntar hacia un ejercicio electoral definitivo, vinculante y abarcador de todas las autoridades principales 6) Mantener un compromiso de inclusividad del otro, sea cual sea el desenlace electoral 7) Teniendo en cuenta el papel preponderante que han jugado en la contienda, los medios de comunicación, tanto privados como públicos, deben ser parte integrante del Acuerdo (algo también ya reconocido en la declaración lograda en la Mesa de Negociación) 8) Aún durante el período preelectoral, sería interesante si hubiese algún gesto voluntario de co-gobierno, como aporte para bajar las temperaturas. 9) Finalmente, sea cual sea el desenlace electoral, internalizar que tan sólo se trata del comienzo de un proceso, donde el denominador común de la sociedad debe ser que no puede haber marcha atrás en los grandes cambios que necesita el país para que sea mas justo y sustentable y que ello debe hacerse con la participación de todos los ciudadanos de buena voluntad.

F. Bracho es Autor del libro Claves del Futuro: Autodeterminación Humana y Leyes del Orden Natural, Editorial Texto / Ediciones Vivir Mejor, Caracas, 2001
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