Opinión Nacional

El último ciudadano del país

Nuestro sistema educativo ha parido dos víctimas: los estudiantes y los maestros. Y por las circunstancias que están atravesando, me solidarizo de manera especial con los maestros.

Siguen las huelgas de maestros. Los maestros merecen todo el respeto del país, sin embargo son los más irrespetados. Tienen que trabajar tres turnos para poder redondearse una cantidad que difícilmente llega a fin de mes, y, encima, deben esperar, esperar y esperar a que les paguen, a que les aumenten, a que les homologuen los sueldos. Ya la actitud del Ministerio de Educación no tiene palabras con qué calificarse.

No puedo negar que el nivel de preparación de los maestros ha descendido dramáticamente ¿Pero cómo no va a bajar si quienes se gradúan con buenas notas escogen carreras más lucrativas?. Estamos frente al problema del huevo y la gallina: no les pagan más porque no sirven; no sirven porque no les pagan más. De alguna forma hay que romper ese círculo.

Y una forma de romperlo es dar incentivos a los maestros buenos. Abogo por sueldos dignos para los forjadores del futuro. Porque así, sin tener que correr de una escuela a otra, tendrán tiempo de actualizarse, de preparar clases, de corregir, de descansar, de compartir con sus familias. Aquí tratan a los maestros como los esclavos del sistema educativo. Tienen que dar, dar, y dar, pero si piden aumentos de sueldo, son unos «mercaderes de la educación» que lo único que piensan es en el dinero. ¡Ya basta! Nadie le va a poner corazón a una tarea tan ardua si lo que recibe a cambio es algo tan ínfimo. Los «mercaderes de la educación» no están entre los docentes, sino entre ciertos dueños de instituciones que ni siquiera merecen denominarse «educativas».

Hay que introducir mejoras dentro del ejercicio de la profesión docente. Proveer a los maestros con talleres de actualización que reflejen los últimos adelantos en materia pedagógica. Dar becas de postgrado a aquellos que más se destaquen. Incluir la modalidad de año sabático. Fomentar la investigación en educación.

Nuestro país no progresará jamás mientras los maestros ganen sueldos de subsistencia. El sueño de Simón Rodríguez, de que el maestro sea el primer ciudadano del país, se ha convertido en pesadilla. Porque el maestro en Venezuela es el último ciudadano del país.

Si queremos pasar del subdesarrollo al desarrollo, tenemos que comenzar por cambiar las políticas hacia los maestros. Tomará varios años, y por lo mismo, hay que empezar ya. No se puede seguir posponiendo el futuro, no se puede hundir a Venezuela cada vez más dentro del Tercer Mundo. Ya basta de seguir pariendo víctimas dentro de un sistema educativo que podría ser óptimo. Vamos a darle su puesto en la sociedad a los maestros: el de los primeros ciudadanos del país.

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