El vendedor de mentiras
Este es el tercer y definitivo intento por escribir mi columna de ésta semana, en principio me propuse escribir sobre una hipotética, lejana e incierta posibilidad de un ejercicio de cohabitación política con el gobierno de Chávez – dada la creciente oposición dentro de la Asamblea – andaba yo, pues en una onda de política-ficción que luego de la raspazón del domingo pasado, si insistiera en escribir sobre el tema tendría que poner a Susanita la de Mafalda, a firmar ésta nota.
No hay vuelta atrás, al vendedor de mentiras – desconcertantes – se le acabó la mercancía y sus proveedores – medios audiovisuales e intelectuales «borbónicos» – hace rato que no le despachan mas; y para colmo de males – del vendedor – en estos momentos la mentira no es más un artículo de primera necesidad en la cesta básica del venezolano.
Al refundador de la historia, ayer martes 9 de abril le partieron la cara – catódicamente hablando – en dos imágenes y eso duele; la tensa calma «cadenística» de anoche y las primeras horas de la mañana de hoy miércoles, podrían presagiar que Chávez y Cabello estarían preparando – como riposta – la madre de todas las cadenas. Sin embargo, tarde pero felizmente los medios audiovisuales – padres del monstruo mediático – no solo decidieron poner fin a sus caprichos de monstruico malcriado, sino que lo castigaron y tuvo que irse a la cama sin ver la televisión. Nótese que no disimulo mi rencor con los medios audiovisuales – y alguna prensa escrita -, que a partir de marzo del 98 no hicieron otra cosa que adular y admirar al ya para la época vendedor de mentiras; si bien no pretendo escribir una nota rencorosa, tampoco padezco de amnesia.
Así las cosas, hoy amanece un Chávez, alzado contra su propia mentira, habiendo perdido la calle y malgastado las municiones comunicacionales, sólo le quedan los camastrones.
De ahora en adelante para los venezolanos, la diferencia entre horrible y horroroso radica en que; horrible es un presidente democráticamente electo gobernando con la espada en la mano izquierda y horroroso es que ese mismo presidente tenga que meterse la espada por donde ya todos ustedes saben.