Opinión Nacional

Elecciones y Guerra

Hugo Chávez se mueve en dos frentes. Por un lado sus acciones, internacionales y nacionales, apuntan hacia su hipótesis final de guerra total (ya comenzó la distribución de armas en la Guardia Territorial -Chávez dixit). Por otra parte, atiende el tema electoral, necesario, por ahora, para legitimar el proceso revolucionario.

En cuanto a la hipótesis de guerra, en este momento manda la relación estratégica con Irán, cabeza indiscutible del Islam radical chiíta, que además involucra a Hezbolláh, en el Líbano y a Hamás, en Palestina, conformando una estrategia en forma de pinzas sobre la nuclear Israel, “enemigo definitivo de Irán”, al decir de Mahmoud Ahmadinejad, el jefe persa.

Además, Irán tiene con Siria un pacto de defensa ante un posible ataque (Doctrina de Guerra Preventiva) por parte de Estados Unidos e Israel.

Paralelamente, el Ejército de Irán es el más fuerte de Medio Oriente, con 800 mil efectivos profesionales armados modernamente y una milicia de mártires que alcanza los 40 mil voluntarios.

La alianza chiíta puede alcanzar a los grupos de la misma rama musulmana de Irak, situación que colocaría en gravísimos aprietos a las tropas de Estados Unidos, ancladas precariamente en las arenas del desierto iraquí.

La estrategia de Irán es convocar al alzamiento del “mundo musulmán” contra Occidente, encarnado en Estados Unidos e Israel. Mientras Irak se desliza rápidamente hacia una cruenta guerra civil-intrarreligiosa, Irán es, hoy, el principal dolor de cabeza de Estados Unidos, que ha visto transformarse en laberíntica pesadilla su aventura para crear un “nuevo mapa” de Medio Oriente.

Cuando Chávez anunció su alianza estratégica con Irán y con el mundo musulmán dio un paso osado en su intención de formar parte del Nuevo Orden Mundial Multipolar.

Si Chávez cumple su palabra con Irán, ya sea a través de la solidaridad diplomática o por la adopción de medidas extremas en el campo de la energía, como la suspensión de los envíos de crudo a Estados Unidos o la voladura de los pozos de petróleo, la República Bolivariana de Venezuela será parte de la Guerra Global (transfronteras) que dejará, ó un Nuevo Orden Mundial, o un Holocausto nuclear.

Chávez ha roto relaciones militares con Washington. Chávez ha desatado los nudos con la DEA. Chávez ha neutralizado a la OEA. Chávez se ha burlado del bloqueo a Cuba. Chávez ha puesto en jaque a la diplomacia estadounidense con la intercepción de envíos realizados a través de la Embajada de ese país. Chávez se ha cansado de humillar verbalmente a la Casa Blanca, como nunca nadie antes lo había hecho desde la jefatura de un Estado.

Solamente las formidables ganancias petroleras de las trasnacionales, copropietarias del poder en Washington y defensoras a ultranza de Chávez, quien les ha permitido -a conciencia- disfrutar de apetitosas concesiones, sostiene temporalmente la relación bilateral, algo que le ha permitido a Chávez lograr tiempo para su plan.

Las elecciones presidenciales están concebidas para legitimar el proceso antiimperialista de Chávez. Más nada. Chávez no se juega el todo por el todo en las votaciones, sino en la apuesta por formar parte protagónica del Nuevo Orden Mundial.

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