Opinión Nacional

En la recta final

DE LAS ALIANZAS Y OTRAS YERBAS

Entramos a la recta final. Los hados parecen inclinados a ver profundizar la crisis de los socialdemócratas y amenazan con una hegemonía amarilla. Que a nadie favorecería. Ni a los propios gananciosos. Se impone la sabia presencia de la moderación de que han hecho gala hasta hoy nuestros viejos y experimentados políticos y la vigorosa presencia de aquellos candidatos que anteponen los principios a toda otra consideración. En bien de todos: de vencedores y vencidos. Imposible soslayar que la lucha, a partir del 13, será una sola. Y que sólo férreamente unidos la llevaremos a buen fin.

 

1.-  La “insurgencia” de la diputada y precandidata presidencial María Corina Machado contra  Hugo Chávez y sus acólitos de la asamblea nacional, ha dado el campanazo que indica que el proceso de Primarias entró a su recta final. Repicó, con estrepitosa algarabía, de un extremo a otro del país el ya famoso «viernes negro» del chavismo y terminó por causar los sacudones telúricos cuyo máximo pico se expresó al atardecer del mismo lunes 23 de enero, cuando el ahora ex precandidato Leopoldo López dejara entrever su retiro para respaldar al precandidato de PJ, PPT y PODEMOS, el gobernador de Miranda Henrique Capriles Radonsky.

            Nada de qué sorprenderse. Por una parte, la candidatura del ex alcalde de Chacao y fundador de Voluntad Popular Leopoldo López no sólo había alcanza su techo, bajo por cierto, sino que se estancaba y comenzaba un inexorable y nada glorioso derrumbe. Un fenómeno angustioso para quien ha hecho de su habilitación y consiguiente ambición presidencial asunto de vida o muerte. Trabajar incansablemente nacional e internacionalmente para obtener justicia y fundar un partido que cimentara las ambiciones que la bien conquistada rehabilitación  permitieran desarrollar a plenitud, para obtener un tan magro resultado como para despegarse del pelotón y caer bajo el avance de su contendora María Corina Machado era algo que habrá desequilibrado totalmente al ambicioso pichón presidencialista. Angustia acicateada por la nada eventual posibilidad de que su partido perdiera su sostén político y pulmón financiero, la alcaldía de Chacao. De allí la sensata decisión del retiro y respaldo a su más cercano prospecto, Henrique Capriles. Bien dice el refrán: más vale ser cola de león que cabeza de ratón.

             Otro factor de gran calado presionaba seguramente en la misma dirección: la monarquía carabobeña de los Salas. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, reza el otro refrán que viene al caso. En la abdicación pre festum de Leopoldo López ha encontrado la cabeza mayor de los Salas el perfecto trampolín para caer sobre los predios del favorito de las encuestas e hincar sus colmillos en un eventual gobierno de centro derecha. De modo que al salvataje in extremis de Leopoldo López se suma un aporte sustancial: sus fuerzas en algunos estados del país.

2

            ¿Qué necesidad tenía de aceptar esta alianza quien luce de favorito e indetenible en las encuestas? Veamos: una cosa son las encuestas – manoseadas todas y amañadas descaradamente con suculentos respaldos financieros – y otra la realidad electoral de cálculos probabilísticos y maquinarias. El peligro real de ver cumplidos los pronósticos esgrimidos por los jefes de las familias socialdemócratas: Henry Ramos y Omar Barboza, respaldados por la maquinaria de COPEI, particularmente en Táchira y Mérida, de reunir de entrada más de un millón de votos deben haber asustado al gobernador de Miranda. Sobre todo si se calcula que la participación electoral podría alcanzar los 2.500.000 votantes. Ante la eventualidad de una alta participación electoral y la garantía casi segura de 400 mil votos zulianos, la sumatoria eventual de las maquinarias de AD y COPEI en 11 estados, se imponía resolver la situación de algunos estados con importante representación leopoldista, como Sucre, Carabobo y Caracas.  

            A lo que debe sumarse la cuota de votantes que la vertiginosa irrupción de María Corina Machado, particularmente desde el vienes negro, le podría arrebatar a los cálculos que manejan los expertos electorales de Henrique Capriles. Para el más serio concurrente, una alianza con Leopoldo López sólo tendría ventajas, si no se dejaba atropellar por los afanes y condicionamientos de su dulce enemigo. Así parece haberse acordado: López respalda a Capriles. Pero Capriles no respalda a López. Lógica consecuencia de quien negocia desde las cumbres. Y natural sometimiento de quien se arrima en hora menguada.

            Leopoldo no deja de realizar un buen negocio, asociado a los Salas. El triunfo de Capriles lo encuentra bajo buena sombra. De llegar a producirse, lo que es harina de otro costal. Podría perder, en cambio, su bien merecido prestigio por parte de quienes se sumaron con entusiasmo a su promesa de renovación nacional. En política se pierde en una hora lo ganado en años. ¿Será éste el caso?

3

            Las reacciones en el bando socialdemócrata – al que suponían adscrito al propio Leopoldo López –  no pudieron ser más expresivas: reconcomio, despecho, amargura. Olvidando que fue su máximo estratega, Henry Ramos, quien determinó el valor sobrenatural de las encuestas como condicionante supremo de las decisiones políticas trascendentales, y de la política de alianzas como mera sumatoria de maquinarias y cajas de electores y no de estrategias políticas trascendentales y de largo plazo, sus máximos funcionarios se asomaron al proscenio sin aguardar un solo instante para rasgarse las vestiduras y poner el grito en el cielo. Para sorpresa de muchos, copiando en papel carbón el clásico denuesto chavista contra la oposición democrática: ¡rebelión de la derecha, vade retro Satanás!

            Tan intemperante y absurda reacción pone de manifiesto un hecho extraordinariamente preocupante: para algunos de sus máximos dirigentes, Capriles es la propia configuración del demonio, el principal enemigo a derrotar. Lo cual podría llevar a un observador imparcial incluso a la extravagante suposición de que en algunas cabezas dirigentes más vale fortalecer los propios partidos – convertidos en feudos de propiedad personal –  y afincarse en eventuales alcaldías y gobernaciones que derrotar al presidente de la República. Lo cual explicaría la fácil disposición a renunciar a las propias aspiraciones al máximo magisterio y apostar todos los escasos haberes a conquistar el mayor número de alcaldías y gobernaciones. Nada que objetar, salvo que un triunfo del totalitarismo el 7 de octubre convertiría en agua salada lo que hoy se supone sean  hectólitros de leche. No les vaya a pasar lo que a la ingenua y esperanzada lechera de la fabula.

            Entramos a la recta final. Los hados parecen inclinados a profundizar la crisis de los socialdemócratas y amenazan con una hegemonía amarilla. Que a nadie favorecería. Ni a los propios justicieros. Se impone la sabia presencia de la moderación de que han hecho gala hasta hoy nuestros viejos y experimentados políticos y la vigorosa presencia de aquellos candidatos que anteponen los principios a toda otra consideración. En bien de todos: de vencedores y vencidos. Imposible soslayar que la lucha, a partir del 13, será una sola. Y que sólo férreamente unidos la llevaremos a buen fin.

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