Opinión Nacional

Enchufados sin pudor

Qué será de la vida de Jacinto, aquel camarada que vivía en Catia, modesto dirigente de izquierda que hace algunos años se mudó para el Este y más nunca volvió por aquí? Eso se preguntaba doña Josefa, a lo que le respondieron: «No, doña, ¿no se acuerda que le dieron tremendo puesto en la Aduana de La Guaira? Ahora tiene una camioneta negra, tres escoltas, apartamento nuevo en Los Samanes, puso a sus chamos en el Colegio Francia y que para que hablen francés -por si acaso- y su mujer ahora monta caballos paso fino en un club del Este. Para acá no vuelve ni por equivocación».

Jacinto es sólo uno de los miles que ascendieron vertiginosamente en estos años de «socialismo para el pueblo» y «capitalismo corrupto para los que se enchufaron». Es el dirigente medio, que medio pelaba y ahora disfruta de bienes que no son producto de su esfuerzo ni de su trabajo.

Pero los hay aún peores. Hay quienes, a la luz de todos, se enriquecieron con varios millones de dólares en la dirección de las empresas estatales o en la administración de la banca pública. Algunos hicieron tanta plata que ya ni viven en Venezuela. Se fueron porque «se ha vuelto un país muy inseguro». Se han mudado a capitales europeas o a ciudades emblemáticas de «el imperio» (Miami, Nueva York, etc.). Compraron «pisos» en Madrid, y tienen hasta cargadoras para sus niños, en un país donde sólo los súper ricos pueden darse tales lujos. Veranean en Ibiza o las islas griegas, y en invierno esquían en Vail o las montañas nevadas de Courchevel.

Mientras un ciudadano común tiene que pasar por todo el papeleo de Cadivi para poder acceder al dólar oficial, tratando de que le alcancen sus sudados y devaluados bolívares, para complacer a sus niños e ir a conocer Disney, ellos vuelan en aviones privados adquiridos en negociaciones en el mercado ilegal de cambio de divisas y no sufren escasez de papel higiénico, o cualquier insumo, pues en esos mismos aviones se traen importado lo que aquí para los ciudadanos normales no hay.

Algunos no son nada recatados en exhibir sus riquezas mal habidas. Sin empacho dicen que son amigos personales de fulano o mengano, de esos que están bien acomodados en el poder.

Cuando se trata de ellos, cualquier lujo es poco. Mientras el pueblo cada día está más pobre y devaluado, ellos, los grandes enchufados, se codean con el»jet set» internacional, van a los sitios «in» y llegan a gastarse en una sola noche tantos euros en champaña como los que jamás y nunca verá doña Josefa en toda su vida, por más que trabaje, se parta el lomo y ahorre hasta el último centavo.

No tratan estas líneas de desmerecer a quienes tienen fortuna bien habida. Si Dios se las dio o la lograron con esfuerzo propio, que el mismo Dios se las bendiga. Se trata de aquellos que se lo quitaron al pueblo durante estos años en los que Venezuela ha sido beneficiada con los ingresos petroleros más grandes de toda nuestra historia, y una banda de malandros de cuello rojo y otros tantos de cuello blanco, pegados a los rojos, la dilapidaron, se la robaron e hicieron al venezolano de a pie más pobre.

Ahora que anuncian una supuesta lucha contra la corrupción, ¿será que la justicia venezolana, nada ciega, dirigirá sus investigaciones sobre estos cientos de enriquecidos a la sombra del socialismo revolucionario? Lo que estamos viendo ni se acerca a ninguno de ellos. Cada uno tiene su «padrino», su protector dentro del régimen, con quien hicieron y compartieron el negocio. Lo que hay es un discurso hipócrita y estridente para acusar a opositores y quitar del medio a cualquier funcionario roba gallinas, diciendo que se es implacable contra la corrupción.

Cuando se tienen todos los poderes y se usan abiertamente para invadir la vida privada de las personas adversas al gobierno, no nos vengan con el cuento de que no pueden dar con las fortunas mal habidas de tantos enchufados, esos que se exhiben como un pavo real llamando la atención sin pudor alguno. El día que caigan al menos tres o cuatro pesados, ese día creeré que de verdad se lucha contra los corruptos. Para ello no se requiere ni súper poderes habilitantes, ni nuevas leyes. Se requiere verdadera voluntad y acción.

A quienes hoy usan a Bolívar para llenarse la boca y declararse bolivarianos, hay que recordarles a diario que Bolívar nació rico y se fue desprendiendo de toda su fortuna a favor de la causa de la libertad. En cambio estos bolivarianos nacieron pobres y, por su revolución, ahora son los nuevos ricos.

/ @GerardoBlyde

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