Entre autoritarios demócratas
¿La sociedad venezolana respaldaría un gobierno autoritario? Esta pregunta ha sido incluida en investigaciones de varios países, pero los resultados parecieran no ser concluyentes. En Venezuela identificamos un problema conceptual sobre el significado que se le otorga al término “autoritario”. Es decir, cuando se habla de autoritarismo, en líneas generales, se hace referencia a “un gobierno con autoridad” (Paralelo 2003), significado muy diferente al de un “gobierno de fuerza” o un “gobierno dictatorial”. No obstante, hay un sector minoritario que justifica este tipo de gobierno como solución a los problemas del país.
De la población electoral nacional (15.452.298), un 34,7% están a favor de un gobierno autoritario, si de esta manera podemos resolver los problemas del país, mientras que el 65,3% no está de acuerdo. Un 17,1% señaló, que apoyan un gobierno que pase por encima de las leyes, la asamblea nacional y otras instituciones con el objeto de resolver los problemas, en contraste con 82,9% que no lo aceptan. Con respecto a respaldar una dictadura, si de esta manera resolvemos los problemas del país, el 15,4% manifestó apoyarla, en contraste con el 84,6% que la rechazaron (USB, Paralelo 2003) ¿Qué importancia tienen estos datos en la encrucijada política en la cual se encuentra Venezuela?
Debemos aceptar que convivimos con un sector democrático y otro sector no democrático, éste último con una presencia similar entre personas que se autodefinen de izquierda (14,9%), de centro (15,6%) o de derecha (15,7%). Según mi percepción, un elemento que impidió el éxito de las opciones de fuerza en Venezuela -como el intento de golpe de Estado de Hugo Chávez o de Carmona Estanga-, ha sido el rechazo a regímenes de fuerza por parte de la sociedad venezolana. Proceso similar pareciera estar ocurriendo con el gobierno de Hugo Chávez, que aun siendo constitucional, ha disminuido su legitimidad.
La aceptación inicial en 1999 hacia un gobierno dirigido por un grupo de golpistas, partió de la percepción de que sería un “gobierno con autoridad”. Existieron signos de una revalorización democrática como la consulta ciudadana y una nueva constitución. Hoy el desconocimiento a las instituciones, la violación a los derechos humanos y la aceptación servil de las directrices oficiales, parecieran desvelar el plan oculto de este gobierno. ¿Cuál es nuestro futuro? Son varios los escenarios, pero a pesar de las dificultades, un sector cada vez más importante comprende la necesidad de asumir una participación ciudadana, activa y constitucional, contribuyendo de esta forma a la defensa de los valores democráticos. A pesar de las incoherencias de los gobernantes y de los líderes políticos, la democracia puede contribuir a garantizar un presente y un futuro mejor. Los responsables actuales y los que vendrán deberán entender que hay una sociedad más consciente de su responsabilidad ciudadana.
