Opinión Nacional

Entre la hoz y el martillo

A pesar del resultado de las elecciones, no sabemos dónde estamos y hacia
dónde vamos, perdón, (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez»,»Chávez»)%) sí sabe. Los discursos del Presidente, única
manera de estar enterado de algo, están llenos de alegorías comunistoides
disfrazadas de un supuesto lenguaje pseudodemocrático donde se menciona la
palabra democracia cada vez con mayor énfasis.

Pues bien, el discurso de la mayoría de los líderes comunistas pasados y
presentes siempre estuvo signado por esa palabra mágica; es más, llamaban a
sus países repúblicas democráticas, tal es el caso de la “República
Democrática de Alemania”, que tuvo que erigir un muro para que sus
ciudadanos no se escaparan del “paraíso comunista” y el que lo intentaba
era asesinado en el acto, lo mismo que ocurre en Cuba, solo que, por
tratarse de una isla, los que quieren huir del paraíso fidelista tienen que
hacerlo por vía marítima y no precisamente en un crucero de lujo, y cuando
estos desesperados se hacen a la mar en endebles balsas de fabricación
casera y son interceptados por lanchas patrulleras del glorioso ejército
cubano, el mismo que invadió Venezuela por las playas de Machurucuto, son
ametralladas y sus ocupantes van al descanso eterno en el fondo del Caribe o
son presas de los tiburones.

Cuando esto ocurre, la prensa de Castro reporta de forma veraz que un grupo
de contrarrevolucionarios fue aniquilado al tratar de invadir el suelo
patrio.

El gobierno de Chávez es tan democrático que su propio partido nunca ha
celebrado elección interna alguna y todos los que ostentan algun cargo,
incluyendo los miembros de la ANC, fueron designados a dedo por el
comandante en un formato netamente autocrático y stalinista.

Castro se quitó la careta a los 18 meses, Chávez ha sido sincero, eso es
admirable, pero ha utilizado el marketing para vendernos una (%=Link(«/bitblioteca/anc/constitucion1999.asp»,»Constitución»)%)
que, al igual que las de países tan “democraticos” como Libia, Corea del
Norte y Cuba, es un poema y, al igual que sus líderes, Chávez no ha
respetado a nada ni a nadie y tampoco respetará la nueva Carta Magna.

Chávez se ve a sí mismo como el visionario que encarna los deseos del
pueblo, pero no tiene la menor idea de cómo poner a trabajar y producir a
toda esa gente.

Debo admitir que Chávez supo llenar las expectativas de un pueblo golpeado
por 40 añoos de populismo desenfrenado, acostumbrado a ser receptor de las
migajas del festín de la corrupcion y a que “el trabajo lo hizo Dios como
castigo”; en sus discursos Chávez agrede, insulta, provoca, amenaza, golpea
a todo el que “democráticamente” tenga la osadía de no estar de acuerdo
con él, pero nunca hace mención al trabajo como forma edificante de hacer
patria, pareciera que esta palabra hubiese sido borrada de su vocabulario
revolucionario.

Con razán el pueblo está encantado, pues llegó el hombre providencial que
nos va a resolver y no es necesario efectuar labor alguna. Qué curioso que
la palabra, a pesar de ser algo único que nos diferencia del resto del mundo
animal, es al mismo tiempo, en manos de ciertos líderes, un instrumento de
deshumanización.

Chávez se ve a sí mismo como el visionario que encarna los deseos del
pueblo, pero no tiene la menor idea de cómo poner a trabajar y producir a
toda esa gente y no entiende que la libertad es el único elemento que puede
provocar el desarrollo de energía creativa por parte de la población. Bajo
esta premisa, no nos queda más remedio que esperar un cambio de líder desde
adentro, yo me quedo con Arias Cárdenas.

“He pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes
palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos
poderosos resortes de la sociedad se alcanza lo mas difícil entre los
hombres: hacerlos honrados y felices” ((%=Link(«/bitblioteca/bolivar/»,»Simón Bolívar»)%), 1819). ¡Será!

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