Opinión Nacional

Evaluación y educación a distancia

El aspecto fundamental de todo proceso educativo, lo constituye sin lugar a dudas la evaluación, en tanto se vinculen a través de ella estrechamente al perfil de educando que se tiene y el perfil profesional que se procura. Esa vinculación en forma alguna puede identificarse como un proceso aparte de la modalidad educativa que se emplea, en particular si nos referimos a la educación a distancia.Antes bien, el proceso es mas sensible y lleno de significativos detalles que valen la pena precisarse para generar una proyección adecuada a los objetivos que se procuran.

La evaluación de los aprendizajes en educación a distancia, participa de los principios, concepciones y avances epistemológicos y tecnológicos propios de la evaluación y constituye un factor primordial del proceso de enseñanza-aprendizaje comprometiendo directamente su calidad. Por ello, la concepción de aprendizaje basado en un modelo didáctico con una fuente de realimentación activa., fundamenta todas las decisiones referidas al diseño de un plan de evaluación donde se contempla el para qué evaluar, qué se va a evaluar, cómo, cuándo, y con qué instrumentos. En la modalidad de educación a distancia hay que hacer alusión particularmente al autoaprendizaje en un adulto con capacidad para dirigir y evaluar su propio proceso.

En esta propuesta de autogestión, la evaluación se presenta como participativa y con soporte comunicacional. La producción del alumno y la información de retorno orientadora del aprendizaje, constituyen verdaderos momentos de diálogo personalizado que refuerzan tanto la motivación como el carácter formativo de la evaluación. Pero es en el diseño de actividades de evaluación donde se explicita más claramente la concepción de aprendizaje y el reconocimiento del rol protagónico y activo del alumno. Son estas actividades las que facilitan en última instancia el aprendizaje significativo, contextualizado, con interacción teoría-práctica, construyendo conocimientos y significados a partir de sus propias estructuras y experiencias cognitivas. Propiciando transferencias y producciones que recrean y transforman la realidad, generando no sólo conocimientos, sino fundamentalmente competencias en el sujeto. De acuerdo a estos enfoques podemos decir que las funciones fundamentales de la evaluación de los aprendizajes son: Obtener, analizar e interpretar información para juzgar el rendimiento del alumno. Promover el aprendizaje con información de retorno. Constatar el logro de los objetivos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Constituirse en una herramienta más de control de calidad, no solo de los aprendizajes logrados, sino del currículum y del sistema educativo. Posibilitar la acreditación y certificación.

Aún cuando la temática de la evaluación permitiría extensos desarrollos, es necesario centrarse en primer lugar frente a los interrogantes claves de este proceso, presentar las respuestas generadas desde nuestra experiencia. Ya determinado el para qué, es decir las finalidades, avanzamos sobre el qué vamos a evaluar: objetivos referidos a conocimientos conceptuales (saberes), conocimientos procedimentales (saber hacer), y actitudinales (saber ser), verificando competencias y atendiendo procesos y productos. Evaluar a distancia desde este enfoque constituye un desafío permanente.

El proceso de aprendizaje se va constatando en cada sesión de estudio, en cada lectura.El contenido de lo que se estudia debe exhibir lo que podríamos llamar con el calificativo de “interactividad de contenido”.Vale decir, un contenido abierto a la participación del estudiante, que garantice la creación y apersonamiento del conocimiento en donde la captación fluye activamente, mas allá de los indicadores habituales de evaluación, sostenido en forma continua durante todo el proceso, lo cual permite el seguimiento de su desarrollo. Para ello se generan espacios de autoevaluación y heteroevaluación con un alto grado de coherencia y congruencia entre ambas instancias. Simultáneamente, se integran lo cualitativo y cuantitativo; evaluaciones presenciales y a distancia; obligatorias y optativas; individuales y grupales, en correspondencia con los momentos de evaluación diagnóstica, formativa y sumativa. La evaluación diagnóstica resulta fundamental en el comienzo del curso o carrera, o bien en los primeros tramos del plan de estudios. Posteriormente, la disponibilidad de un instrumento tal como la Historia Personal de cada alumno, facilita el seguimiento personalizado a través del registro del desempeño, logros y dificultades detectadas durante el proceso de aprendizaje que adquiere una función diagnóstica para cada asignatura. La evaluación formativa pertinente como procesual y orientadora del aprendizaje adquiere especial relevancia en esta modalidad. Las actividades propuestas durante el proceso de aprendizaje la facilitan, y sus resultados retroalimentan e informan al sistema permitiendo el mejoramiento continuo. Es aquí donde autoevaluación y heteroevaluación alcanzan su máxima potencialidad. La evaluación sumativa cierra parcial o totalmente el proceso permitiendo la certificación/acreditación. A la vez ofrece información al alumno, al docente y al sistema acerca de los resultados obtenidos y también de la eficacia del programa o curso. En este momento de la evaluación resulta necesario definir el entorno propio de una instancia presencial, si así se hubiera optado, el apoyo logístico requerido y la supervisión necesaria.

La selección de técnicas e instrumentos debe tener en cuenta la disciplina y los objetivos de aprendizaje en primer lugar. En este aspecto se torna preponderante la capacidad técnico-profesional del docente y su permanente actualización en esta área debe constituir un objetivo institucional. Resulta oportuno destacar un criterio básico en la selección y organización de técnicas e instrumentos de evaluación
Ello significa diseñar pruebas objetivas, de respuesta breve, pruebas de ensayo, estudio de casos, resolución de problemas, proyectos, etc., reconociendo el alcance, limitaciones y requisitos de cada una de ellas. Esta propuesta global de evaluación de los aprendizajes responde a un Macro Marco Conceptual que explicita la política institucional en materia de evaluación garantizando coherencia en su diseño e implementación. También exige un espacio fundamental para la autoevaluación y la capacitación permanente de los docentes en la temática como requerimientos irrenunciables para el logro de calidad, tanto en el proceso de evaluación como en la totalidad del sistema.

La nueva evaluación que supone un novedoso programa de educación a distancia, debe diseñarse como el elemento integrador de todo el discurso didáctico. Debe fluir sin esfuerzo, debe invitar antes de imponer, debe posibilitar la conexión con los circuitos creativos del ente humano, donde siempre podremos encontrar una fuente de nuevas interpretaciones cuya realimentación nutrirá de renovadas fortalezas el caudal que se ha vertido en el proceso de enseñanza. Ahora, los sensores de la comprensión educativa deben estar presentes a lo largo de todo el camino del conocimiento que se discute, que se expone, no como pieza de museo que no se puede tocar, sino antes bien , como elemento llamado a interactuar con el otrora espectador del concepto aprendido para convertirlo en creador de nuevas características, atributos y posibilidades.Así como se expande el espacio educativo superando aulas y recintos cerrados, así se debe expandir el concepto de evaluación para incorporarla de lleno a la ambientación del aprendizaje en educación a distancia. Allí encontraremos su real justificación y vocación para existir.

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