Opinión Nacional

Félix Adam y las Ideas no entendidas

En algunas oportunidades, el hombre y la idea aparecen simultáneamente. El  hombre ve el momento de lanzarla al medio, como ave que inicia su vuelo bajo su tutelar mirada. La idea parece emerger sin inconvenientes, parece fluir con respuestas en la visión de aquel hombre que la ha proyectado.Pero ocurre que su visión adelantada puede atravesar horizontes, extenderse al límite para difundirse, para ocupar nuevos espacios. Allí es donde la comunicación con el entorno debe madurar al igual que lo hace la idea en la mente del proponente, para adecuarse a la circunstancia y generar la oportunidad de prosperar. Sin esa comunicación  que promueva la sustentación en el entorno, la idea puede naufragar en la nada de la incomprensión.

     El hombre Félix Adam, uno de los educadores de más alta llama inspirativa que uno haya tenido la posibilidad de conocer.La idea, la Universidad de la Tercera Edad. El medio, la educación venezolana cerrada a la innovación de un pensamiento avanzado y audaz.

    Hoy en día, la aparición de la Internet, la puesta en práctica de una red global de información que ha posibilitado a la universidad virtual, así como el desarrollo comunicacional propiciado por el activo crecimiento de las tecnologías de enseñanza y aprendizaje, han hecho que el avance de la andragogía como estrategia para la educación de adultos que postuló Félix Adam, haya tenido toda la resonancia que promovió en sus días el destacado educador

     Para Adam, a la Andragogía le corresponde ocupar un espacio cultural en el mundo de las Ciencias de la Educación evitando el monopolio de la Pedagogía. El problema trasciende lo meramente  relativo a la división y organización de las ciencias,  también tiene sus connotaciones socio-políticas. La Andragogía sería rechazada de parte de sectores de la comunidad científica pedagógica. De aquí que se vea obligado a definir o deslindar la Andragogía frente a la Pedagogía. Este deslinde es tanto un problema epistemológico como estratégico político.

     Según Adam, para la Pedagogía, la Educación del ser humano es “un proceso  por el cual la sociedad forma a sus miembros a su imagen en función de sus intereses». La Educación entonces  es concebida como un instrumento de transmisión, modelaje, e imposición orientado a moldear el comportamiento del niño y del joven como modo de preparación para la vida adulta. Esto llevaba a una terrible conclusión: La Educación terminaba entonces con la juventud.

     Detrás de esta práctica estaba el supuesto de que «la capacidad de aprender era posible únicamente durante los primeros años de la vida del hombre.» La Pedagogía, según la lectura de Adam, surge como ciencia sentando sus bases y reafirmando sus conceptos en función de esa concepción educativa. Adam denunció que los teóricos trataron a la Educación en un marco restringido, sin profundizar sus alcances ni interpretar sus perspectivas en toda su amplitud.

     Paradójicamente, es la profundización de los estudios en los primeros años de la vida, lo que revitalizaría la idea de Adam sobre el aprendizaje en los últimos.

     Los hallazgos del  aprendizaje evolutivo revelaron que el ser humano comienza su educación desde el vientre materno y prosigue por lo menos hasta la muerte. Es decir, que desde su origen más primario hasta el último aliento vital, la mecánica del aprendizaje se efectuaba correlativamente. Esta evidencia exigía  una nueva formulación científica de la Educación, ya que la continuidad demostrada del proceso de aprendizaje orientaba a la reformulación del concepto educativo desde sus cimientos.

      La corriente de educación de adultos se había  desarrollado como práctica diferenciada de la pedagogía reinante referida la niñez,  planteándose  la necesidad de convertirla en un área de estudio y práctica basada en la ciencia. Se trataba para algunos de ampliar el concepto de pedagogía de modo que se refiriera a todos los aspectos de la vida. Habría así una pedagogía de la niñez y una pedagogía de la adultez.

     Adam piensa que no es posible extender el ámbito de aplicación de la pedagogía más allá de la adolescencia, es decir más allá de los límites a los que da lugar su origen. Todo lo que ella deriva, su contenido, sus principios, métodos, etc., se formulan en función de conducir a un ser en desarrollo, un ser en evolución: el niño. Al constituirse la pedagogía, teórica y prácticamente, en torno a una etapa de la vida, sus propósitos, métodos, categorías teóricas y prácticas, reflejan tal objeto y no nos permiten captar y trabajar las peculiaridades de otros objetos, es decir, de otras etapas de la vida. Como resultado tenemos un aparato teórico y práctico inadecuado para entender y trabajar con el adulto; el resultado neto es tratarlo como niño Por lo tanto, es imposible, sino utópico, sostenía Adam, querer reformular una definición pretendiendo extender la acción de la Pedagogía más allá de la realidad que ella interpreta y estudia como ciencia.     

       La distinción que Adam pretende hacer entre Pedagogía y Andragogía es tan radical que llega a sugerir que la educación de los niños es más adiestramiento y proceso de domesticación que lo hace apto para vivir gregaria o independientemente como ser humano, que educación en sentido estricto. Dice al respecto: «… solamente el hombre puede ser educado, pero es preciso adiestrarlo primero: El hombre debe adquirir primero aquellas habilidades requeridas para generar conocimientos. La obtención de habilidades constituye el adiestramiento, No es educación. Enseguida el hombre debe aprender la manera de usar estas habilidades para generar conocimientos y poner éstos en práctica para satisfacer sus necesidades.”El uso de las habilidades es Educación.», señalaba el emérito maestro.

       Cuando Adam ilustra con el ejemplo de la lectura su idea de la oposición entre pedagogía y andragogía, se revela con claridad: «aprender a leer es adiestramiento, pero decidir qué leer o por qué leer es Educación.»        

        En contraposición a la pedagogía, la andragogía «no es ya una educación a imagen de una sociedad; sino de otra que responda a los intereses del educando; de una educación en función de su racionalidad humana.»

      “La educación del adulto en conformidad con lo que caracteriza esta etapa ya no puede imponer patrones preestablecidos, ni trasmitir conocimientos, ni de forjar ideales de vida que pertenecen a alguien, llamase familia, sociedad o Estado, sino enriquecer la conciencia del hombre en términos de su propio destino. Es el adulto, sujeto de la educación quien acepta o rechaza, es decir, decide, en base a sus propias experiencias e intereses como individuo, la educación que se le imparte.»

       Más allá de ello, su visión de la andragogía y de la Universidad para la Tercera Edad son hoy en día más vigentes que nunca, obteniéndose excelentes resultados de su aplicación en la República Dominicana donde está instalada.

Bien valdría la pena que el sueño de este eximio educador se cristalizara en nuestro país para darle cauce al gran volumen de población que pudiera beneficiarse de la instalación de la Universidad de la Tercera Edad en nuestro país

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