Opinión Nacional

Final de la miseria

Una de las cosas que mejor dominamos los políticos formados en y para la democracia, es combinar la intuición con las técnicas para explorar las tendencias de la opinión pública. Unos lo hacen para plegarse a ellas renunciando, en ocasiones, a la condición orientadora del liderazgo y otros para perfeccionar el mensaje propio, coincidente o no con lo que las encuestas señalen. En la Venezuela de hoy, con miras al revocatorio presidencial todo indica una derrota aplastante del gobierno. Hugo Chávez, mas que derrotado, será derrocado por millones de venezolanos hartos de demagogia y corrupción en nombre de una revolución a la cubana.

Cansado de poner trampas en todas partes, no vio la enorme trampa que él mismo construyó en su delirio megalomaníaco. Los números de todas las encuestas que hemos revisado, coinciden con el ambiente que se respira en la calle. Venezuela rechaza al régimen. El 15 de agosto el pueblo lo expresará constitucionalmente. Esa misma noche el Presidente dejará de serlo y tanto él como los miserables que lo acompañan deberán afrontar la rendición de cuentas que seguirá a estos años de empobrecimiento e inmoralidad característicos del más terrible fracaso de experiencia alguna en el continente americano. Termina un tiempo y se abre el tránsito hacia otro lleno de retos y peligros ciertos, pero también de posibilidades infinitas.

No hay forma de evitar el curso de los acontecimientos. El régimen solo podrá apelar abiertamente a una represión ya iniciada y a la violencia física e institucional que seduce a sus cabecillas. Peor para ellos. El revocatorio presidencial es la salida democrática y pacífica que la Constitución establece para cambiar a un Presidente.

Pero también señala y autoriza otros caminos cuando los electorales son bloqueados fraudulentamente. Flaco servicio le prestan a Chávez el vicepresidente Rangel y ese comodín tropical que ha resultado ser Diosdado Cabello, con sus llamados a la guerra y a la defensa en las calles del miserable proceso. Gravemente sospechosos resultan los robos de armas y explosivos en instalaciones militares y los repetitivos montajes y prédicas sobre golpes, conspiraciones y magnicidio. Ya la farsa no da para más.

Sin embargo, los problemas de Venezuela no terminarán el 15-A, ni cuando se elija a quién deberá terminar el período, ni en la transición de dos escasos años. El clima de estos tiempos se proyectará sobre el futuro inmediato aunque todo transcurra normalmente. Si no es así, de igual manera vendrán tiempos difíciles pero con la ecuación del poder invertida a favor de la democracia en lo político, del mercado en lo económico, de la verdadera solidaridad en lo social y, en síntesis, de la libertad como máxima expresión de la dignidad de la persona humana e instrumento para perfeccionar la sociedad civil. Trabajaremos por definir un nuevo y moderno régimen constitucional como soporte a la reinstitucionalización del país.

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