Opinión Nacional

Francia y Holanda: Los otros “vecinos” de Venezuela

La compleja situación política que atraviesa Venezuela incluye tensiones tanto en el escenario interno como en sus relaciones exteriores. En el primer caso, las marchas opositoras contra la suspensión de la señal internacional de Radio Caracas Televisión (RCTVI) y la renuncia de algunos importantes funcionarios del gobierno, se enmarcan en un contexto de crisis económica, energética y de seguridad ciudadana que amenazan con afectar la popularidad del presidente Chávez de cara a las cruciales elecciones legislativas del mes de septiembre próximo.

En el frente externo, la posibilidad de una crisis bélica con Colombia es permanentemente resaltada por el propio mandatario venezolano, quien argumenta que el acuerdo firmado entre Bogotá y Washington autorizando la presencia de tropas estadounidenses en siete bases colombianas, representa una amenaza para la soberanía de Venezuela y podría “dar inicio a una guerra en Sudamérica”. Estas declaraciones se ven reforzadas por las acusaciones cruzadas entre Caracas y Bogotá referidas a presuntas incursiones de vuelos militares no autorizados sobre ambos países.

En este escenario, aparecen involucrados algunos “actores secundarios” que por su peso específico dentro del sistema internacional y por sus antecedentes históricos en sus relaciones con Latinoamérica merecen ser destacados. Nos referimos a las “potencias occidentales” que –junto a Estados Unidos y Gran Bretaña- poseen territorios en la región del Caribe y que por lo tanto son “vecinos” de la República Bolivariana: Francia y el Reino de los Países Bajos (Holanda).

Las relaciones entre París y Caracas se vieron afectadas por la reciente declaración de la cancillería gala en la cual expresaba “preocupación” por la decisión de las autoridades venezolanas de suspender la difusión de varios canales de televisión por cable, y solicitaba que «den marcha atrás rápidamente» para garantizar «el pluralismo de la información». Como respuesta, el gobierno de Venezuela pidió una rectificación a Francia por sus “desacertadas declaraciones” que “atentan contra el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados”. El día 27 de enero, el vocero de la cancillería francesa aclaró que “nuestra declaración no tenía otro objetivo que recordar nuestro compromiso con el pluralismo de la información”.

Sin embargo, las tensiones con Francia exceden este tema. Hace pocos días, el gobierno de Hugo Chávez decidió “expropiar” seis locales de la cadena de supermercados Éxito, pertenecientes al grupo francés Casino acusando a la empresa de especular con los precios luego de la devaluación del bolívar anunciada a comienzos de enero. Otra vez la cancillería gala expresó su “preocupación” por la medida y señaló que “Francia confía en las autoridades venezolanas para que los malentendidos con la empresa francesa puedan disiparse rápidamente”.

En cuanto a Holanda, el presidente Chávez ha declarado que los territorios holandeses en el Caribe -específicamente las islas de Aruba y Curazao- son utilizadas por los Estados Unidos para planificar una agresión contra Venezuela. En estas islas, Estados Unidos cuenta desde el año 2000 con un “Puesto Avanzado de Operaciones”  (FOL por sus siglas en inglés) destinado a la lucha contra el narcotráfico en la región del Caribe. Venezuela ha denunciado al menos dos incursiones de aviones militares estadounidenses procedentes de Aruba y Curazao sobre su espacio aéreo. Una de ellas, acaecida hace dos años, fue reconocida por el gobierno estadounidense y adjudicada a un “error” del piloto, mientras que la más reciente -supuestamente realizada a principios de enero de 2010- es negada por las autoridades de Washington.

En la última reunión del ALBA, Chávez expresó: “El imperio yanqui está ocupando las islas de Aruba y Curazao y estas islas están a poquitos kilómetros de las costas venezolanas (…) Acuso al Reino de los Países Bajos de preparar junto al imperio una agresión contra Venezuela”.

En este contexto, las tensiones actuales de Venezuela con Francia y Holanda, sumadas a las históricas diferencias con Estados Unidos y al proceso de acercamiento entre Caracas y estados como Rusia, China o Irán, podrían llevarnos a realizar una lectura “ideológica” de la política exterior venezolana. Según esta visión, las relaciones de Venezuela tenderían a ser conflictivas con las “potencias occidentales” y cooperativas  con los países que plantean distintos tipos de desafíos a la hegemonía global estadounidense. Sin embargo, esto no es necesariamente tan simple.

Superado el intento de golpe de Estado de 2002 y con líderes europeos poco afectos a las políticas bolivarianas como José María Aznar o Tony Blair alejados del poder, las relaciones de Venezuela con las potencias occidentales –exceptuando a Estados Unidos- han sido crecientemente cooperativas en los últimos años, incluyendo las relaciones con Francia y Holanda.

Chávez se ha reunido con el presidente francés Nicolás Sarkozy en dos oportunidades, la primera en 2007 para analizar la situación de Ingrid Betancourt (por entonces secuestrada por las FARC) y en 2008 para establecer una “alianza estratégica” centrada en las cuestiones económicas bilaterales. Además, la conformación de una comisión mixta franco venezolana liderada por los cancilleres de ambos países derivó en un paquete de acuerdos de cooperación en los rubros militar, de energía, ciencia, tecnología, cultura, industria, infraestructuras, telecomunicaciones y lucha contra el narcotráfico.

Con Holanda, a pesar de la reciente polémica por las bases de Aruba y Curazao, se destaca también la cooperación en el combate al narcotráfico. En junio de 2009 se realizó la tercera edición de la “Operación VenHol Open Eyes”, en la cual las Armadas de Holanda y Venezuela realizaron ejercicios conjuntos en el Mar Caribe dirigidos a la lucha contra el tráfico de drogas, de personas, y el contrabando.

La cooperación en la lucha contra el narcotráfico se ha transformado en una de las principales herramientas utilizadas por Caracas para incrementar los vínculos bilaterales con numerosos Estados. Actualmente, Venezuela cuenta con acuerdos firmados con cuarenta países, muchos de ellos europeos (Francia, Holanda, Alemania, Italia, Portugal, España entre otros). En octubre de 2009 Caracas firmó un acuerdo antidrogas con otro de sus vecinos del Caribe: Gran Bretaña. El mismo contempla “labores de interceptación de embarcaciones y la captura de narcotraficantes, y el combate a la importación de drogas sintéticas provenientes de Europa”.Estos acuerdos se dan en un contexto en el cual Venezuela ha cortado su cooperación antidrogas con los Estados Unidos y donde según informes de Naciones Unidas, el 40% de la cocaína que llega a Europa pasa actualmente por territorio venezolano.

Este paneo de las relaciones exteriores venezolanas nos permite observar que más allá de las tensiones recurrentes con Estados Unidos y Colombia y las frecuentes frases altisonantes del mandatario venezolano en cuestiones de política exterior, Chávez ha conformado una red de vínculos internacionales con países de Latinoamérica, Europa, África y Asia que sería funcional a la viabilidad de su régimen. A través de esta red, evitaría el aislamiento internacional y obtendría un reaseguro frente a eventuales intentos desestabilizadores en su contra (tanto internos como externos). Ante un escenario de este tipo Chávez aspira a que la presión de la comunidad internacional sea lo suficientemente fuerte como para evitar la caída de su gobierno.

El pragmatismo en política exterior y el delicado equilibrio en avanzar hasta cierto punto pero “sin pasarse de la raya” se está convirtiendo en una marca registrada del estilo chavista que suele incomodar tanto a sus detractores -que no comprenden como numerosos estados se prestan a estos “juegos” (la política internacional tiene reglas propias y los europeos las conocen desde hace siglos)-, como a sus seguidores más radicales -que se dan cuenta que la orientación de las políticas chavistas no siempre son guiadas por intereses “socialistas” (ni del siglo XXI ni de ningún otro)-. 

Sin embargo ese pragmatismo y “equilibrio” que Chávez demuestra en política exterior parece estar ausente en sus relaciones con los actores internos venezolanos. Y justamente es en la situación interna de Venezuela, con sus crisis económicas, energéticas, de seguridad y de abastecimiento donde se juega realmente la viabilidad de la “revolución bolivariana”.


[1] Licenciado en Relaciones Internacionales. Docente universitario de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador (Buenos Aires, Argentina). Director de los Observatorios de Centroamérica, México y Caribe del “Centro Argentino de Estudios Internacionales” (CAEI).

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