Opinión Nacional

¡Fuera Chávez!

Solamente los necios no se contradicen tres veces por día, dijo Miguel de Unamuno, el gran español que ya muy cerca de su final debió enfrentar al chavismo de su tiempo representado en la barbarie de un tal Millán Astray, que gritó, muy a lo Chávez, «Abajo la inteligencia». Hace un par de semanas, en este mismo escenario, propuse que se debía alentar la abstención militante y no votar por candidato alguno a la Presidencia de la República, y hoy voy a contradecirme. Pero, ya que estamos entre españoles ilustres, hay que pensar también en José Ortega y Gasset, que dijo «yo soy yo más mi circunstancia», y en mi descargo alegaré que mi circunstancia ha cambiado del todo, pues cuando asomé la necesidad de abstención, sólo se veía la candidatura del hablachento de Sabaneta y las de Ledezma y Fermín. El de Sabaneta ha resultado ser el gobernante más nefasto de la historia de Venezuela, y para colmo, al poner en el Consejo Nacional Electoral a un grupo de chavistas deleznables, todos con historias turbias, deja ver que quiera asegurarse el triunfo mediante el mismo sistema de su admirado caco Pérez Jiménez, es decir, mediante el fraude, lo cual hace que ninguna persona con criterio y con el más elemental sentido de la decencia pueda pensar en votar por él. Y tanto Ledezma como Fermín representan, en mayor o menor grado, un retroceso a un pasado que tampoco puede desear nadie con algún sentido de la Historia.

Pero las circunstancias han cambiado (lo cual me pone más a tono con Ortega que con Unamuno) al aparecer la candidatura de Francisco Javier Arias Cárdenas, que, como mínimo, nos permite quitarnos de encima el aburrimiento de las cadenas del Gracioso de Sabaneta y los negocios turbios de su entorno íntimo y de las cúpulas podridas del MVR, hechos concretos que nadie en su sano juicio puede negar. Por otra parte, la deshonestidad intelectual del tal Gracioso y su falsa revolución, que en el fondo no ha sido sino un fraude inmenso, así como el desastre que para el país y la economía ha resultado su pésimo gobierno, convierten en positiva cualquier posibilidad de echarlo del poder, a como dé lugar.

Frente a la candidatura de Arias Cárdenas puede haber la prevención de que se trata de un militar golpista, y como militar no está preparado para gobernar y como golpista no puede evitarse el pensar que si traicionó su juramento a la Constitución puede traicionar cualquier cosa. Pero, de nuevo la circunstancia, su gestión al frente de la Gobernación del Estado Zulia es más que suficiente como para aventar dudas. Sus primeros planteamientos como precandidato han sido prudentes y razonables, en contraste con las barbaridades que sigue haciendo y diciendo el Orate de Miraflores, cuya sola presencia en el gobierno ahuyenta toda posibilidad de inversión, tanto nacional como extranjera, con lo cual se ha condenado al país al estancamiento que ahora padece. Desde luego, en algo que también puede asustar a los inversionistas, Arias Cárdenas sigue hablando del «proyecto» de los Comandantes. Pero hay que entender que eso es parte de su escenografía política. Una revolución como la cubana, en Venezuela, significaría un atraso de sesenta o setenta años, y no es eso lo que Arias Cárdenas ha hecho en el Zulia. Una revolución en Venezuela sería, simplemente, un gobierno verdaderamente honesto, no como el del Delirante de Sabaneta, personaje hasta cómico que o ha sido corrupto o ha sido incompetente, puesto que durante su gestión se han producido muchísimos actos irregulares en los que ha intervenido su compañero de burras en Sabaneta, su padre, sus hermanos, los altos jefes de su partido político, en fin, todos los que lo rodean. Si ello se debe a que es corrupto, debe salir ya del gobierno ya, porque al fin y al cabo se le puso allí porque se consideraba que AD y Copei habían propiciado la deshonestidad y debían salir también ya. Y si se debe a que ha sido incompetente, y aun cuando todo el país sabe que en su gobierno no se hace ni se deshace nada sin que él intervenga directamente, su compañero de burras en Sabaneta, su padre, sus hermanos, los altos jefes de su partido político, en fin, todos los que lo rodean, han logrado hacer los negocios turbios que todo el mundo sabe que han hecho, sin que él se haya dado cuenta, debe salir del gobierno ya, porque no es capaz de controlar las apetencias ilegales de los suyos.

En uno y otro caso debe quedar fuera, ya, pero no por fuerza de las armas, sino por la de los votos, y a mí se me hacía imposible sacarlo para poner a Ledezma o a Fermín. Con Arias Cárdenas, a pesar de los pesares, otra música se escucha.

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