Opinión Nacional

Ganaderos, indígenas y gobierno

Machiques es la capital del municipio que lleva su nombre, ubicada en el suroeste del Zulia al pié y sobre la Sierra de Perijá. Se caracteriza fundamentalmente por la altísima producción de leche, carne y otros productos agropecuarios. GADEMA, Ganaderos de Machiques, es una de las más emblemáticas asociaciones del país. En este momento está a las puertas de una confrontación que puede desembocar en violencia incontenible.

El conflicto ha sido planificado y dirigido por el alto gobierno venezolano en complicidad con algunas organizaciones nacionales e internacionales que, con el pretexto de defender los derechos ancestrales de las etnias indígenas, los estimulan a invadir unidades agropecuarias en plena producción, arrasando con los animales, robando maquinarias e instrumentos de trabajo y amenazando con avanzar en el proceso de “rescate” de las tierras que a esas etnias les pertenecen desde hace quinientos años. Proyectan el problema como un enfrentamiento entre ganaderos oligarcas, terratenientes y latifundistas de una parte y, por la otra, los “pobres indígenas” despojados, explotados y sin tierra para trabajar y vivir. El gobierno y los activistas de la subversión en la Sierra de Perijá dicen apoyar a los débiles contra los fuertes provocando la peligrosa tensión que se extiende a todos los sectores productivos del Zulia.

En la Sierra hay como máximo unos tres mil yucpas y apenas unas decenas han sido convertidos en agresivos invasores. Entre ellos y los ganaderos de la zona han existido problemas en el pasado, siempre resueltos mediante el diálogo y la colaboración. Los indígenas tienen su territorio demarcado desde hace años con miles de hectáreas a su disposición que no han sido desarrolladas ni trabajadas de acuerdo al potencial. Unas seis generaciones de ganaderos han convertido el pie de monte de la Sierra en fuente de trabajo y bienestar para todos. Unos y otros han convivido amenazados, especialmente los últimos, por las estructuras del crimen organizado que funcionan al servicio de la subversión terrorista de las FARC y del narcotráfico. Aquí podría estar la clave. Ganaderos e indígenas se sienten amenazados por esos factores y abandonados por un estado-gobierno probadamente comprometido con ellos y, en consecuencia, ineficiente para defender la seguridad de las personas y de los bienes, la soberanía nacional y la integridad territorial. Ganaderos y Yucpas no son enemigos. Es criminal la acción del gobierno para enfrentarlos utilizando a los segundos para desalojar a los primeros de unas tierras minadas por la narcoguerrilla y el terrorismo. Ambos reclaman al gobierno seriedad y el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Esperan de la Fuerza Armada el retorno a las obligaciones básicas que los mandos superiores han ignorado dejando también abandonados a los efectivos que en la Sierra saben qué hacer y cómo hacerlo…pero no los dejan. ¡Atención a Machiques de Perijá!

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