Hallazgos limeños
Lima se me volvió a presentar interesante, ha sido esta vez generadora de encuentros magníficos sin que decir esto sea desmeritar anteriores estadías. Pero es que esta visita -por el propio motivo del viaje- me ha permitido contactar con los grandes de la gastronomía del Perú. Maestros que sustentan el clamor de millones que piden a Naciones Unidas declare la cocina peruana Patrimonio de la Humanidad, por ser de las más diversas del mundo ya que es el país cuya mesa cuenta con la más grande cantidad de platos autóctonos lo que le permitió, sumado a sus gloriosos cocineros, tutearse hoy con gastronomías tan consistentes y famosas como son la francesa, la china, la hindú o la árabe.
Rafael Osterlich, Javier Wong, Toshiro Konishi, Don Cucho La Rosa, Óscar Velarde y un gran estudioso de este verdadero fenómeno gastronómico que es Carlos Raffo Dasso me facilitaron adentrarme no en los sabores, los olores y la alquimia de sus fogones sino en la extraordinaria personalidad de esos grandes chefs, su cautivante sencillez y un sentido de la excelencia que definitivamente es el secreto del éxito personal y del triunfo de una propuesta que llega nutrida de historia y tradiciones pero además con una poco común capacidad de innovación, de riesgo, de cosmología.
Hombres capaces de ensalzar a los que pueden considerarse competidores pero que una monolítica fuerza emprendedora les convierte en compañeros de ruta. Estos magníficos exponentes de la cocina peruana se explayaron frente a las cámaras y narraron anécdotas, conversaron sobre la ética, el compromiso con la perfección y también sobre una responsabilidad social que los lleva a todos a preocuparse por garantizar generaciones de relevo formadas en centros de estudio de muy alto nivel. Hallazgos maravillosos me proporcionó Lima. Encontrar por ejemplo que la sencillez va de la mano del talento, que la honradez marca cada creación y cada propuesta. Que cocineros reconocidos mundialmente son capaces de compartir un sueño, una meta, un bien común.
