Opinión Nacional

Hijo de Cadáver

Para usar una de esas expresiones que se ponen de moda y suelen repetir
como borregos todos los borregos, especialmente los borregos abogados, es
«un hecho público, notorio y comumicacional» eso de que Carrasquero (a
quien ya casi todo el mundo llama «Carrastrero», Battaglini y Rodríguez son
«presuntos» (otra vez) delincuentes, que por medio de «ilícitos
electorales» (de nuevo) tratan de robar a la mayoría electoral su derecho
a revocar el mandato de Chávez, el émulo de Boves que para desgracia del
país ocupa la presidencia de la república.

Para mí, los casos de Battaglini y Carrasquero son hechos normales. Se
trata de personas que por intereses bajos obedecen a un caudillo y no
tienen mucho que perder. Pero el caso de Jorge Rodríguez merece otro
tratamiento. Jorge Rodríguez, médico siquiatra casado con una nieta de
Fruto Vivas, para mucha gente tenía ciertos derechos, o, dicho de otra
manera, la sociedad venezolana tenía una importante deuda con él, porque un
grupo de desalmados, de los que en tiempo de la democracia abusaron de su
poder y dañaron a la democracia, lo convirtió en huérfano de padre sin que
haya excusa o justificación alguna para ese hecho deplorable. Los
gobiernos de Betancourt y Leoni, aun cuando la historia los califique como
dos de los menos malos de la vida republicana venezolana, fueron afeados
por los excesos y los abusos de militares y policías militaristas, que
llegaron a cometer verdaderos crímenes contra los derechos humanos. Y es
triste ver ahora al hijo de una de las más notables víctimas de esos
abusos, de esos crímenes, apoyando servilmente a los militares y a los
policías militarizados que cometen esos mismos crímenes y esos mismos
abusos en el actual régimen militar, presidido por un caudillo, un milico
demagogo que, a diferencia de los gobiernos de Betancourt y de Leoni no ha
hecho absolutamente nada en materia de economía y de progreso político.

Hasta hace muy poco tiempo, Jorge Rodríguez, el hijo de una víctima,
parecía merecedor de respeto porque la sociedad estaba en deuda con él.

Pero la sociedad, en realidad, no era la responsable: responsables fueron
los militares y torturadores que abusaron de su poder, tal como abusan hoy,
pero con la diferencia de que hoy lo hacen con beneplácito del jefe y
entonces no.

Por desgracia, lo que está haciendo Jorge Rodríguez en estos momentos lo
priva de su condición de hijo de víctima y lo convierte en simple hijo de
cadáver, que perjudica a millones de venezolanos que no tenemos nada que
ver con su drama personal. Ojalá que algún día, como siquiatra, consiga
verse en un espejo, logre ver su propia fealdad moral, y reaccione.

Todavía está a tiempo de dejar de odiar la memoria de su propio padre.

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