Opinión Nacional

Historia política de Venezuela, los grandes trazos

V.- Sociedad Civil contra Chávez Frías. (II): ¿Por qué ha sido tan difícil?

Nadie puede desconocer el papel de la sociedad civil en la resistencia al Gobierno de Chávez Frías, que se manifestó con tres actores fundamentales: ciudadanos, sindicatos y empresarios. De estos, el ciudadano ha sido el más significativo, no sólo por ser el que irrumpe como “novedoso” en el escenario, sino porque ha sido el más activo. Sin embargo, cuando nos preguntamos ¿Por que no ha cristalizado el esfuerzo por constituir un movimiento capaz de salir de un Gobierno deslegitimado y en franca minoría? la respuesta a esa pregunta, las razones que explican las dificultades es crucial entenderlas para continuar la lucha. La mayor dificultad tiene que ver, sin duda con la resistencia del régimen o con causas no atribuibles a la sociedad civil. Pero, algunas de estas dificultades tienen que ver con aspectos que podemos llamar internos, que dependen de sus propias características.

Tenemos que superar esa tendencia a concebir el análisis político como un mero hilvanar de hechos y justificación de frases tremendistas sobre lo que esta ocurriendo que te garanticen titulares o entrevistas de radio y televisión.

Las dificultades “externas”.

1) El factor tiempo. Lo primera dificultad es entender el factor tiempo, pues no todos los que se oponen al Gobierno lo hacen desde un principio o desde una fecha determinada y eso hace que no todos experimenten el mismo cansancio y desesperación. Para algunos esta lucha comenzó a mediados de 1998, cuando ya era evidente que Chávez Frías ganaría la presidencia. Para otros, por ejemplo, todo se inicio a partir de los acontecimientos de abril de 2002, cuando un grupo de militares depuso y luego reinstalo a Chávez Frías en el poder. Pero para un gran grupo, la confrontación solo de hizo evidente a partir de diciembre de 2003 cuando se convoco el paro cívico o de febrero de 2004 cuando se frustro de manera definitiva el referendo consultivo. Hay, entonces, diferentes grados de motivación, de cansancio y de desesperación que son difíciles de manejar. Lo curioso es que luce que los más desesperados y radicales parecen ser los últimos que se han ido incorporando a la lucha o los que están más alejados geográficamente del país. De manera inversamente proporcional, el tiempo y la distancia, parecen dar una visión más radical: menos tiempo, menos cerca, más radical.

2) La reacción del régimen. Naturalmente hay que considerar entre los factores, quizás uno de los más importantes, la reacción del régimen. Lo que algunos nos han recordado muy bien a partir de la anécdota: Los rusos también juegan. El Gobierno juega, y juega duro. Se le va la vida en ello. Tiene recursos y los utiliza. La imagen que tiene, que ha creado y cultivado el régimen —interna e internacionalmente— es difícil de contrarrestar y es obvio que no lo hemos sabido hacer. Nos guste o no, una buena parte del país y del mundo cree que el Gobierno de Chávez Frías tiene un amplio apoyo popular, lo cual respaldan las encuestas. Sabemos que no es del todo cierto, pero no es un apoyo despreciable. Es además un Gobierno legítimo, electo democráticamente, que se ha vendido así mismo como representante de los pobres, contra el cual se intentó un golpe de estado en el 2002, que lo convirtió en “victima” en buena parte de la comunidad internacional. Esta “imagen” la ha sabido aprovechar adecuadamente el Gobierno y sea porque necesita apoyo internacional o bien porque se considera un líder continental y mundial, en mantenerla y desarrollarla invierte mucho dinero.

3) La crítica a la política y a los partidos. Pero estas no son las únicas causas. Uno de los factores que aun no ha sido analizado profundamente por los propios agraviados, es que la oposición perdió su alma política, su motor como oposición. Políticos y partidos no ha podido ser mas eficaces, pero no solo porque ha errado el camino, sino porque están muy disminuidos, descaracterizados, moralmente debilitados. Durante más de 20 años la política, los políticos y los partidos fueron blanco de una inmisericorde y no siempre justa, campaña —antipartido y antipólitica— sistemática, de debilitamiento y destrucción, por parte de la propia sociedad civil, apoyada en los medios y en buena medida en los propios partidos y políticos. La misma sociedad civil que hoy reclama, con razón, un papel más protagónico y que hoy se opone a Chávez Frías de manera organizada, fue protagonista y receptora de esa campaña de desprestigio y destrucción: Los políticos son unos corruptos, unos ladrones, que han empobrecido al país, que no les importa el país, que el país era rico y que ellos lo han empobrecido, repetíamos y aun repetimos hasta el cansancio.

Así se le hizo a Chávez Frías la tarea ideológica, la labor de zapa, que lo proveyó de una consigna y le permitió alzarse con el poder. Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras por los “principios” participaron de esa campaña, pero callaron cuando Chávez Frías se juramento sobre una “Constitución Moribunda”, cuando disolvió el Congreso Nacional, cuando convocó un referéndum consultivo inconstitucional, cuando se apodero de las instituciones mediante una asamblea constituyente todopoderosa que actuó más allá de su mandato expreso. Al estar minadas las bases de las instituciones, fue muy fácil montarse sobre ellas.

El daño causado, desde el punto de vista de los partidos, fue notorio durante el segundo Gobierno de Rafael Caldera, cuando se demostró que no eran necesarios para llegar al poder o para gobernar. Bastaba con una maquinaria electoral, con un cierto liderazgo de cúpula, buena capacidad de negociación —contando con los recursos y prebendas del Estado para dispensar— y algunas personalidades y “técnicos” venidos de la industria petrolera o del sector privado. Los partidos dejaron de contar para constituir Gobierno, solo eran maquinarias electorales, abastecedoras de burócratas.

Ante esa predica contra los partidos, estos en lugar de retomar sus orígenes y sus doctrinas, para reconstruirse sobre sus bases, perdieron su razón de ser, siguieron como cascarones vacíos. El contacto que en sus orígenes establecieron de manera directa con la realidad, ahora lo establecen a través de los medios. Antes dependían de su labor partidista en sectores populares, sindicales y campesinos, ahora sin contenido, mensaje, doctrina ni orientación, dependen del acceso a micrófonos y pantallas de televisión, para tener acceso a su público, a sus partidarios: un amorfo pueblo. Dependen de algo que no controlan, porque eso lo controlan los dueños de los medios, que tienen sus propios intereses y agendas.

4) La predica del odio. Después, este Gobierno, ha sido maestro en profundizar en otro tema, la siembra del odio; lo que la izquierda nunca logro con su predica de la lucha de clases, lo ha logrado este Gobierno, explotando algo que estaba presente, que no podíamos negar ni seguir ocultando: las diferencias enormes entre los venezolanos y que algunos, muchos, la estaban pasando y la siguen pasando muy mal. El Gobierno ha sido poco eficaz en resolver los problema, pero si ha sido un maestro en despertar expectativas y en dirigir la predica del odio y la violencia en contra de la sociedad y las instituciones como un conjunto. Con respecto al diagnostico no hay dudas y en lo que hay que hacer, estamos mayormente de acuerdo: generar y producir rápidamente empleo, mediante inversión del estado en construcción por ejemplo, generar estímulos para la inversión, probablemente rebajando los impuestos, aprovechando la regalía petrolera, etc. el problema son las manifestaciones concretas de la pobreza, son los buhoneros de Sabana Grande, del Silencio, de Petare, de Catia, de toda la ciudad, ¿qué vamos a hacer con ellos?. Como no se sabe, es más fácil predicar la violencia y tratar de dirigir el odio.

Las dificultades “internas”.

1) Los prejuicios hacia la política. La Sociedad civil tiene también sus dificultades particulares. El ciudadano común, desde el punto de vista individual, personal, debe superar en si mismo los prejuicios, humanos, que ha causado la acción colectiva de tantos años. La repugnancia y carga negativa que para él tiene la política —las cuales contribuyó a crear— no ha sido fácil de superar y ahora sabe que debe meterse en ella, en esa vilipendiada política, pues ese es el terreno en donde se pueden lograr los cambios que busca. En este mismo orden de ideas, de lo personal, otra dificultad, importante para muchos, es darle contenido racional a algo que era absolutamente visceral y emocional: El odio y el rechazo hacía Chávez Frías. Con eso no se puede salir al mundo a derrocar un Gobierno legítimo, era preciso darle contenido racional a ese sentimiento.

2) La mentalidad individualista. A eso agreguemos la preponderancia de una mentalidad individualista; el auge, pero no del individuo en contraposición al Estado, sino del individualismo en todas sus manifestaciones. Un nuevo sistema de relaciones sociales centrado en el individuo y reforzado por los avances tecnológicos que crean nuevos patrones de interacción social; y a eso sumemos una buena cantidad de problemas de corte personal: ambiciones por el poder, los prejuicios para admitir que otro tenga aspiraciones, la imposibilidad de tener que aceptar que si yo soy alguien porque aquel tiene mejor figuración que yo, etc.

Lo peor de esa mentalidad individualista se manifiesta cuando los que la tienen tratan de ejercer su liderazgo. Buena parte de nuestros líderes tienen que superar lo que podemos llamar el síndrome de Mary Poppins de los ejecutivos venezolanos: lo saben casi todo, nadie les puede enseñar casi nada, casi todo lo hacen bien, no aprenden de casi nadie, son casi perfectos —porque perfecto solo es Dios— tal cual era Mary Poppins: que era casi perfecta. Por eso les cuesta tanto aceptar direcciones, la opinión de otros, dejar que los demás asuman responsabilidades, conduzcan procesos y les den órdenes. Parece simple, pero no lo es.

3) El problema de la representación. Uno de los problemas graves, que era necesario superar y que aun no se ha superado, es el problema de la representación. Ese problema esta allí, latente y sin resolver. La pregunta que siempre surge, sobre todo viniendo de los partidos y las organizaciones políticas tradicionales: ¿A quien representan esas ONG de bolsillo? ¿Cuándo se han medido en alguna elección para demostrar su fuerza real, su arraigo? Esa pregunta acerca de la “representatividad” de las ONG y sus voceros o líderes, demuestra que quien la formula no ha entendido tampoco de que se trata, pues claramente esas ONG o esas personas no representan a nadie, ellas simplemente “son”.

El problema de la representación solo es un problema para quien se basa en ella, los partidos, no para las ONG, los ciudadanos o sus voceros. Este es un problema inexistente y que no tiene porque resolverse. Siempre y cuando todos, partidos y ciudadanos lo entiendan así y estos últimos tampoco pretendan disputar la representación popular y el poder.

4) Los problemas para concretar una organización. La movilización actual en contra del régimen la ha logrado la sociedad civil. No la han logrado los partidos o las organizaciones políticas. Pero lo más difícil esta resultando organizar todo ese potencial, todas esas coaliciones semiflexibles, las movilizaciones semi espontáneas, con organizaciones ad hoc, para unas tareas determinadas y que no implican una relación permanente y un compromiso duradero, sino que se sustentan, precisamente, en su carácter efímero y pasajero, que coinciden en un momento y lugar determinado, que logran un gran impacto a nivel de los medios, que ponen en jaque a las instituciones y a las organizaciones públicas y privadas, pero que obviamente no están destinados a tomar el poder del Estado.

Otra dificultad que ha tenido que superar la sociedad civil, y que no se ha logrado del todo, es esa inmensa dispersión y ese actuar a nivel local, regional, ese actuar solo sobre cosas muy específicas y muy concretas. La mayoría de sus organizaciones, de sus ONG, están dedicadas a, un solo objetivo del cual no se trascendía porque no involucraba los problemas del país. La dinámica que implica esa práctica es exitosa en su nivel, pero no es trasladable a nivel político; no se convierte en votos y eso lo comprobamos durante el proceso electoral para elegir constituyentes. Todos fracasamos frente a un Chávez Frías en el paroxismo de su poder, pero fueron, una vez más, las maquinarias de los partidos los que lograron una mejor figuración.

5) El problema del liderazgo. Algunos piensan que parte de los problemas de la oposición es la falta de un líder o que eso se debe al concepto de liderazgo, que es un concepto que también esta sin resolver. Al parecer estamos acostumbrados al liderazgo personal. Al líder carismático que conoce las respuestas y el camino, que luce bien en televisión, que tiene todas las respuestas, el mapa del futuro, que sabe de manera segura a donde hay que ir. Resulta hasta conmovedor ver a los lideres de los partidos, incluso de las propias ONG, a dirigentes empresariales o de medios, tratando de convertirse en los lideres de este “movimiento” y estrellarse al lanzar una convocatoria a algún evento, acción de calle o alguna idea acerca de cómo organizar tal o cual actividad.

Pero ese concepto de líder, tradicional, choca, se estrella, no se corresponde con el concepto o la materialización de la sociedad civil que ha tomado la calle. Es contradictorio ese concepto de liderazgo con todas esas características de la sociedad civil y de los ciudadanos de las que hemos hablado: prejuicios hacía la política, excesivo individualismo —síndrome de Mary Poppins—, falta de representación, problemas para concretar una organización. Pero, afortunadamente ya hay mucha gente que esta rompiendo con ese concepto de liderazgo y dice estar dispuesta a apoyar a alguien que asuma los riesgos; y precisamente de eso se trata; de encontrar lideres que corran los riesgos con nosotros, que no tenga todas las respuestas, pero si muchas preguntas; que nos reten y estén dispuestos a acompañarnos en la búsqueda de las respuestas y de la salida. Lo difícil es crear un líder bajo este concepto, para destronar otro líder que esta enraizado en un concepto diferente.

Lo que aprendimos

De este proceso aprendimos muchas cosas sobre la política. Lo más importante, aprendimos como realmente es y no como la estudiamos en los libros o la contemplamos desde lejos. Nos servirá de mucho para la tarea que viene ahora: Construir una verdadera opción política, democrática, transparente y plural, que tenga como centro el respeto a la persona humana. Esa es la enseñanza práctica que sacamos de este proceso y a la que hay que dedicar buenos esfuerzos. Durante mucho tiempo tuvimos poca capacidad de comprensión del momento político que vivíamos; ahora somos conscientes de que estamos enterrando todo un ciclo de la vida política venezolana. Encarnamos una realidad y una historia, no denigramos de ella, ni la desconocemos, pero tampoco la damos por completamente buena.

Estamos sorprendidos de nuestra ingenuidad y de nuestra poca visión, pero no estamos decepcionados ni frustrados; podemos decir que hicimos las cosas en las que creímos, y aunque también persigamos objetivos individuales, no debemos ser oportunistas; dar nuestro mejor esfuerzo y demostrar a los que nos acompañan en esta tarea, a nuestros hijos, amigos, que si es posible hacer política de otra manera; o mejor dicho, que esa es la manera de hacer política.

Ahora nos toca continuar, con menos inocencia e ingenuidad, pero con el mismo estilo desplegado hasta ahora y los mismos ideales, para ayudar a los partidos a construir la opción política que el país necesita, y que no es la que abandonamos, pero tampoco es la que tenemos en el presente. Tenemos que romper con la práctica de que en Venezuela los espacios políticos se construyen desplazando a los que están en ellos. No. Se construyen sobre la base de llenar los vacíos, buscando ampliar el terreno hacia donde no esta ocupado, buscando conquistar nuevos espacios políticos.

El papel de la sociedad civil durante estos seis años fue clave, dio la cara, movilizó a la opinión pública, contribuyó a la discusión y debe seguir participando; pero el salto modernizador hacia la plena democratización se produce solo por el auge de las organizaciones políticas y el fortalecimiento de las instituciones. Eso es lo que ha ocurrido en otros países. Ocurrió en Costa Rica recientemente con la crisis que después llevo a Figueres al poder y fue producto de un proceso de concertación social; ocurrió en la España post franquista, en donde se ve claramente que fue el liderazgo político lo que hizo posible el salto de España al proceso de democratización y modernización, mas que el auge económico del ingreso a la CEE o el papel activo de la sociedad civil.

Por eso creo que la tarea política de la sociedad civil y los ciudadanos es fortalecer partidos, sindicatos, organizaciones gremiales y apertrecharse para después, para el nuevo Gobierno, para evitar que se retroceda a situaciones de inamovilidad política como las que tuvimos en los periodos anteriores. Por eso se ha hablado de un nuevo pacto político y social, para salir de Chávez Frías, pero para evitar también retrocesos que nos conduzcan de nuevo al punto en que nos encontramos ahora.

Más allá de cualquier definición, la sociedad civil en esencia somos ciudadanos conscientes de que desarrollamos una actividad política, sin pretensiones de poder y sin participar en disputas por cargos o procesos electorales. Para eso están los partidos; pero los verdaderamente democráticos, con procesos internos transparentes, que no teman al control ciudadano. Mantengamos nuestras ONG fuertes, unidas, libres de disputas insignificantes, de personalismos intrascendentes, de rivalidades huecas, hay demasiadas cosas que hacer como para perdernos en disputas internas de poca monta, cabemos todos y podemos ayudarnos.

Esa será la verdadera red, la malla que retendrá a este país equilibrista cuando los actuales amos del poder lo empujen de la cuerda floja.

(*): Politólogo. Caracas 5 de abril de 2004.
(**): Lee (%=Link(4119947,»Sociedad Civil contra Chávez Frías I»)%)

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