Opinión Nacional

Homenaje al General Alfonzo Ravard

República Bolivariana de Venezuela

HOMENAJE DE LA ACADEMIA NACIONAL
DE CIENCIAS FISICAS
MATEMATICAS Y NATURALES
CON LA ACADEMIA NACIONAL
DE LA INGENIERIA Y EL HABITAT

AL ACADEMICO, INGENIERO Y GENERAL

RAFAEL ALFONZO RAVARD (SILLON VIII)
(1919-2006)

Palabras del Acad Dr Ing
ALBERTO MENDEZ AROCHA

PALACIO DE LAS ACADEMIAS
CARACAS, 2007

RAFAEL ALFONZO RAVARD : UN GERENTE PUBLICO PROFESIONAL –
IN MEMORIAM

Acto celebrado en el Paraninfo del Palacio de las Academias en la ciudad de Caracas, el 10 de octubre de 2007.

Hemos tenido el honor ―por amable invitación de algunos académicos amigos, entre ellos el Dr. Pedro Pablo Azpúrua ― de preparar y difundir estas notas sobre la vida y obra del Ingeniero y General Rafael Alfonzo Ravard; en consideración a una labor particularmente fructífera en el campo de la administración pública de la energía –electricidad y petróleo― y del desarrollo regional. Con estas notas se pretende, por parte de la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, donde tan ilustre venezolano ocupó el sillón VIII desde su incorporación en 1982, realzar su memoria con motivo de su reciente fallecimiento, ocurrido el pasado mes de noviembre. Veinticuatro años académicos, 87 años de fecunda vocación nacionalista.

Vista la preponderancia de su trayectoria en el sector energético estatal venezolano, consideramos que su nombre debe incluirse entre los de aquellos esclarecidos ciudadanos que han rescatado y defendido el patrimonio de la nación hasta niveles excepcionales y estructurales, por lo que Rafael Alfonzo Ravard pertenece para nosotros al grupo formado por Gumersindo Torres, el precursor del control de la soberanía energética en el país, continuador de la estructura moldeada por Egaña, Pérez Alfonzo y Pérez Guerrero, y en el área de la gerencia pública de la ingeniería comparte la gestión edificante de los más destacados titulares del Ministerio de Obras Públicas y del realizador del Metro de Caracas, José González Lander, entre otros.

Justamente, su Trabajo de Incorporación a la Academia refleja buena parte de su generosa y fecunda labor: el Ing. Alfonzo Ravard fue un director de empresas, un conductor de dirigentes, el propio Mandarín, como se denomina la difícil profesión asociada a las grandes decisiones que enrumban el acontecer de las cosas nacionales, tanto al nivel macro, internacional, en el negocio de la energía, como al nivel del desarrollo regional (recursos forestales y deltanos), formación de nuevas ciudades, explotación inicial de recursos hidroeléctricos para el procesamiento de minerales y el desarrollo, hasta la organización de compañías de transmisión y distribución de electricidad, todo dentro de la mejor conservación del ambiente.

Fue en aquellos tiempos heroicos, considerados desde el punto de vista tecnocrático, cuando comenzó a dejar su impronta en la dirección de empresas estatales. La ciencia sólo comenzaba a aplicarse frente a muchas dificultades debido al empirismo reinante en las diferentes áreas. Además, como decía Unamuno en “El sentimiento trágico de la vida” – “…la ciencia llega, pero la sabiduría se retarda…” – él aportó ambas exigencias.

Pero fue también una época de grandes transformaciones; su actividad profesional coincidió con los difíciles momentos posteriores a la Segunda Guerra mundial, con una devastación de grandes proporciones de las economías e infraestructuras que provocó en América Latina el movimiento de las “corporaciones de fomento”. La CVF de Venezuela se creó en 1946. Los ingresos petroleros se encontraban fortalecidos.

Podríamos decir que Alfonzo fue general e ingeniero, militar y civil, pero las circunstancias del momento lo llevaron más a servir más como ingeniero que como general. A dedicarse más a la administración de los recursos nacionales que a las exigencias de las heroicas batallas; había otras prioridades aparte de conquistas e invasiones fútiles; se requería la introducción de la eficiencia, de la modernidad en la gerencia pública, y hacia allí volcó sus esfuerzos, por cierto muy exitosamente. Las ganancias del petróleo se invirtieron en la transformación de las reservas minerales y renovables no petroleras, evitando el dispendio innecesario en armamentos y gastos militares. “Es mejor planificar para la paz y no para la guerra”, decía PG.

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