Opinión Nacional

Homicidios

De igual manera falleció gracias a un gatillo alegre el hijo del afamado pelotero Horacio Estrada, Horacio Daniel Estrada Martínez, de 22 años de edad.

Dos jóvenes venezolanos: todos pagan el precio de vivir en una nación sin Estado de Derecho, insegura y con escazas garantías de vida.

Estos ejemplos muy recientes son un fiel termómetro de la situación actual en Venezuela. El hampa es quien nos comanda y no podemos dejar de denunciar estos hechos que destrozan a nuestras familias. Diplomáticos, militares, deportistas, artistas, estudiantes, jóvenes, todos a raya por la delincuencia que es quien gobierna en una nación donde el pánico se apoderó de la gente hace muchos años.

Para refrescar nuestra memoria, apreciados lectores, recordamos que a inicios de febrero del presente año el estrella ministro de interior y justicia, Tareck El Aissami, ofreció su balance del mes de enero con una increíble cifra de 1347 homicidios y 37 secuestros en el territorio nacional. Son las estadísticas oficiales que vieron la luz sin incluir los cientos de fallecidos que no aparecen o no son denunciados ante los entes de seguridad, bajo el aura de la impunidad.

En promedio, el resumen de enero de El Aissami, arroja 43 muertos diarios, lo cual se puede fácilmente contrastar con el conflicto en el Estado Islámico de Libia, que en un sangriento combate el 22 de abril del corriente, registra la agencia internacional de noticias EFE, murieron apenas cuatro personas.

Estos números, por más interpretación que busquen los factores amigos del Poder Central, muestran una clara realidad.

A nuestro parecer no hay una nación con mayor conflicto social que Venezuela, donde los caídos en hechos violentos dejaron de ser noticia por lo cotidiano de las seguidillas de cadáveres en las morgues.

El 91% de los homicidios en Venezuela, según el Cicpc en 2012, son por armas de fuego y un 5% producto del uso de armas blancas. Estamos a merced de los ajustes de cuentas, balas perdidas y pequeños rateros que cubren de luto a nuestro país permanentemente.

Sin embargo, y más allá del drama judicial que vivimos hoy por los trapitos al sol que aparecieron con el nuevo sapo del Gobierno (Aponte Aponte), Miraflores traza una política comunicacional estratégica para distorsionar el problema de la inseguridad: el capitalismo, la desigualdad de clases, el imperio, y los gobernadores y alcaldes opositores al régimen, son los reales culpables de que en no tengamos seguridad y derecho a la vida.

Twitter: @angelarellano

 

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