Opinión Nacional

Hugo Chávez, la Fuerza Armada y la izquierda

Con cierta frecuencia, en conversaciones informales, reuniones de trabajo y círculos académicos, en sectores vinculados al progresismo de la oposición democrática, e incluso en reductos del exterior, se pone en duda que Hugo Chávez sea de izquierda.

«Es un militar», se apostilla dando por concluido el análisis antes de que éste comience. Si en política la extrema derecha ha sido tan amiga de los modales castrenses y las soluciones de fuerza, piensan algunos, no puede ser de izquierda, no puede ser progresista, no puede ser partidario de las causas de las mayorías, ni libertario, ni alguien que espera que las cosas cambien para mejor, un sujeto egresado de la Academia Militar. Una persona que, además, una madrugada cualquiera, tuvo los riñones de alistar a un grupo de efectivos a su mando, llevados bajo engaño, para encabezar un golpe militar que perseguía, como objetivo ulterior, imponerle su voluntad a toda la nación a punta de decretos.

Personalmente creo que, sí, en efecto, Chávez es un político de izquierda. Es una de las figuras más conspicuas de la izquierda clásica en la política global de este momento. Digamos que un hijo bastardo, engendrado fuera de tiempo, mutado, merced a las exigencias políticas de hoy, de su producto histórico más acabado: el guevarismo.

Que sea de izquierda no quiere decir, necesariamente, por supuesto, que sea «bueno». En sus variantes extremas, el pensamiento de izquierda está desprovisto de ese perfume mundano e irreverente que todavía fundamenta su prestigio, y que puede hallarse en su esencia natural en las sociedades occidentales liberales.

Muy por el contrario: el extremismo de izquierda, del cual Guevara, con su valentía e integridad personal, ha sido un ícono universal, es sombría y profundamente autoritario. Este rasgo se respira en el seno del oficialismo: ningún partidario de Chávez se atreve a llevarle la contraria.

Los militantes políticos de izquierda radical obran bajo la convicción de que la historia les ha dado la razón. Tienen, como muchas otras corrientes, una preocupación sincera y justificada por las causas de la pobreza y la comprensión del significado de la justicia. Fundamentan entonces su credo y su proceder usando un mote bautismal: son «revolucionarios».

Quedan entonces investidos de una fibra moral que los hace sentirse superiores al resto de la humanidad. Tal circunstancia los faculta, con una legitimidad que consideran a prueba de cualquier circunstancia, a adoptar una conducta que, por definición, tiene que ser rupturista. Con eso hay un salvoconducto para saltarse las formalidades, violar la ley, despreciar el acuerdo, mentir y maniatar fórmulas que consideran instrumentales, burguesas, como las citas electorales. Incluso, para matar gente.

Que sea militar tampoco desmiente que Hugo Chávez sea de izquierda. Todo lo contrario. Las sociedades de la Cortina de Hierro, el lecho tradicional donde reside la nuez del socialismo real, fueron fuertemente militarizadas: eran gobernadas por mariscales uniformados, se movilizaron millones de ciudadanos en operativos de defensa; se condecoró a niños y adolescentes en jornadas de emulación; se habló de pensamiento estratégico en las escuelas y se le rindieron reverencias excesivas a las fórmulas patriotas. En materia de instrucción pública y preparación militar masiva, por ejemplo, Cuba llegó a tener un emblema icónico: las escuelas «Camilo Cienfuegos» que cruzaban toda su geografía.

La militarización es, pues, todo un síntoma de los extremos en la política. La extrema derecha persigue el orden y la disciplina; la extrema izquierda la igualdad y la justicia. Ninguna de las dos cree necesario rendirle alguna consideración a las opiniones ajenas. Como todos los extremos, terminan tocándose: aspiran a la perfección, anhelan el fin del conflicto político bajo una fórmula preconcebida. Unos hablan de paz, otros de hermandad. La «pax romana» que se vivió en el régimen de Augusto Pinochet, y que, a su manera, todavía se vive en la Cuba de Fidel Castro.

El centro democrático, con matices mucho más delicados entre la derecha y la izquierda, es, entretanto, bastante más realista: ha comprendido que ninguna obra humana es perfecta y por lo tanto ha renunciado a la existencia de la perfección.

Tampoco abona por el fin del conflicto: piensa que las diferencias y los intereses sectoriales son completamente normales y aspira a procesarlos civilizadamente. Quedó dicho: civilizadamente. No militarmente. Los militares existen en democracia y tienen que ser muy respetados, porque cumplen con una encomienda cardinal en la escala nacional, pero tienen un ámbito de trabajo específico.

La dificultad para derrotar a Hugo Chávez, el último suspiro ambulante de la izquierda clásica en el mundo, radica, no sólo en su astucia y en su innegable talento político. Chávez, inundado de dinero gracias a los actuales precios petroleros, ha introducido, con una notable falta de escrúpulos, elementos militares en la decadente vida civil venezolana que encontró cuando asumió el poder. Eso le permite maniobrar con mucha más fuerza y poder para la coacción: en todo momento Chávez nos recuerda que está armado. Soltó, en dosis reguladas, las amarras de una violencia que considera legítima; usa de forma velada la amenaza; sembró el germen de la confrontación y la intransigencia entre sus partidarios y ha hecho lo posible por introducir a las Fuerzas Armadas en el ámbito de sus intereses personales.

Usando con notable habilidad, para sus propios fines, los valores republicanos vigentes, ha logrado hilvanar un régimen híbrido como el actual, que sigue alimentando su origen en una consulta democrática y que, cuando es necesario, conoce sus contrapuntos institucionales y con guiños a la legalidad. Destinado, sin embargo, en todo momento, como fin ulterior, a desconocer los valores y legítimos objetivos de aquel que considera el enemigo.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba